John Brown, mi tatarabuelo escocés

Una novela de Pedro Danilo Castillo Castro (Tataranieto de John Brown (Escocia) y Katherine Lorch Wagner (Alemania)

Introducción 

por Lolo Morales González

John Brown mi tatarabuelo escocés, es una novela familiar histórica de mucho interés y rica lectura escrita por mi primo segundo el Ing. Pedro Danilo Castillo Castro, editada, adaptada y alojada en la nube al blog digital de los Morales


¿Porque en el Blog de los Morales? 

Porque Lolo Morales González es tataranieto de John Brown por la vena materna. Lolo Morales González (de Managua, Nicaragua) es hijo de María Amanda Gonzalez Baldodano (de Diriamba Nicaragua) , nieto de Lola (Dolores) Baltodano Brown (de Diriamba Nicaragua), bisnieto de Enriqueta Brown Lorch (nacida en El Castillo, Dep. de Rio San Juan, Nicaragua), y tataranieto de Katherine Lorch Wagner (de Lorch, Alemania) esposa de John Brown (miembro delClan Braun en Escocia, Reino Unido).


He aquí la narrativa, escrita en el genero literario de novela por Danilo Castillo Castro y editada, adaptada y subida a mi blog Ilustre Familia Morales  en mi Blog para el disfrute de las familias Kattengel Brown, Ramírez Brown, Baltodano Brown, y Castro Brown, descendientes de ilustre caballero escocés que arribó con su esposa de ascendencia germánica Katherine Lorch Wagner al puerto lacustre El Castillo, en la Rivera del Río San Juan de Nicaragua, en el departamento Rio San juan de Nicaragua.

Breve reseña del autor

 
Pedro Danilo Castillo Castro nació en San José, Costa Rica, 29 de junio 1943, de padres nicaragüenses, Dr. Nicolás Castillo Urbina (Granada), Yelva Castro Baltodano Brown (Diriamba). Desde los 3 hasta los 16 años de edad vivió en Diriamba y estudió toda la primaria y secundaria en el Instituto Pedagógico de Diriamba, La Salle. 
Se graduó de Ingeniero Químico, especialidad en Petróleo y Matemáticas, en la Universidad L.S.U. de Baton Rouge, Luisiana. 
Posteriormente, obtuvo el título de Licenciado en Administración de Empresas en la Universidad Centro Americana. U.C.A. 
Trabajó más de treinta años con la Exxon Co. en diferentes puestos ejecutivos hasta jubilarse. 
Fue miembro de la Asociación de Ingenieros Químicos de los Estados Unidos. Ha participado en diferentes trabajos sociales. 
Fue fue Presidente de la Asociación Folclórica de Diriamba, liderando el grupo de trabajo que logró el rescate del Güegüense, luego de varios años de no ser presentado en las calles de la ciudad. 
También, mediante su gestión, Japón donó lo necesario para dotar de agua a la comunidad del tanque en las inmediaciones de Diriamba. Danilo es un diriambino de corazón. 
En su jubilación, parte de su distracción es escribir. De esta manera, él ha escrito siete novelas, todas sin publicar, además de diez poemarios, tanto en inglés como en español y una en francés, con más de cuatrocientos poemas.

El escudo del Clan Brown


El apellido Brown o Broun es muy común en Escocia y se refería comúnmente, en un inicio de hace muchos años, al color café de sus pelos y ojos. Este apellido en Escocia tiene origen francés y normando y se encuentra mayormente en la parte Este del país.

DEDICATORIA 

A John y Katherina, mis honorables y valientes antepasados europeos y a toda su numerosa descendencia. Esa noble pareja europea cruzó el Atlántico y llegó y vivió hasta sus muertes en un país (Nicaragua) muy diferente a la de ellos (Escocia y Alemania). Todos sus numerosos descendientes a este momento, que ya suman más de 400, vieron la luz del mundo en esta América multicultural que aún se desarrolla y que se nutre y se ha nutrido de muchos valores de la vieja y culta Europa, parte de los cuales nos trasmitieron esta noble pareja europea.

INTRODUCCIÓN 

John Brown es mi tatarabuelo materno y Katherina Lorch fue su esposa y es mi tatarabuela materna. El primero, de origen escocés y su esposa de origen alemán. 

John y Katherina cruzaron el Atlántico y vinieron a Nicaragua durante el Siglo XIX llenos de esperanza e ilusión a establecerse aquí, en esta, para ellos, remota y peligrosa tierra. No obstante que los personajes principales son reales, este escrito es mayormente ficción ya que no hay evidencias de la vida de ambos en sus respectivos países o bien, aun, en parte de sus historias de Nicaragua. 

Mis queridos antepasados nacieron y vivieron en otros mundos y otros momentos históricos cuyas acciones yo he tratado de imaginarlas para poder construir historias que muestre sus vidas en todas sus etapas, aun apoyándome en mi sentido de imaginación. Conforme se puede apreciar en este escrito, los diferentes sucesos que ellos vivieron y que se procuran mostrar en esta novela fueron encausando sus vidas hacia destinos que ellos nunca se imaginaron. Destinos que los llevaron hacia nuevas y exóticas tierras, muy diferentes a las europeas. 

John Brown y Katherina Lorch vinieron con sus cargas de recuerdos y culturas. Ellos esperaban formar y hacer crecer una familia, como casi todos, y así lo hicieron a pesar de múltiples obstáculos que ellos, valientemente, pudieron superar apoyados en sus valores y sus noblezas. Este escrito pretende honrar sus memorias y recordarnos a nosotros sus descendientes de dónde venimos y por qué debemos sentirnos orgullosos de estas nobles raíces nuestras.

INDICE 
  1. Zona rural de Hamilton, Lanarkshire del Sur, Escocia, 1837 
  2. Las clases escolares en el campo
  3. Vida en el campo Glasgow y el tío Robert John y sus juveniles inquietudes
  4. La partida de John hacia Glasgow 
  5. La llegada por primera vez a Glasgow 
  6. El colegio en Glasgow 
  7. John se mete en problemas 
  8. El regreso de John al campo 
  9. El viaje de los jóvenes a las tierras altas (High Lands) 
  10. Los preparativos de la boda de Robert 
  11. La boda de Robert 
  12. La vida en el campo después de la boda 
  13. Johan regresa a Glasgow 
  14. La carrera de John en la Portuaria se ve reconocida 
  15. Tristeza en la familia Brown 
  16. De regreso al trabajo y a los viajes 
  17. Los Lorch John no puede olvidar a Katherina 
  18. El matrimonio de Katherina y John 
  19. Una nueva vida, un nuevo despertar 
  20. El descubrimiento de oro en California 
  21. Entra Nicaragua en la escena mundial 
  22. Se establece la ruta de tránsito hacia California 
  23. No todo lo que brilla es oro 
  24. Se reanuda el tránsito por Nicaragua
  25. John conoce a Vanderbilt 
  26. John y Katherina visitan a sus parientes en Hamilton 
  27. Katherina y John parten de Glasgow hacia Nicaragua 
  28. Ellos llegan a Nueva York 
  29. Partida de Nueva York hacia Nicaragua 
  30. Su llegada a Nicaragua en el tercer cuarto de 1864 
  31. Katherine y John pierden a su primer bebé 
  32. La pareja se instala en El Castillo y John inicia sus labores. 
  33. La pareja y su amigo se divierten: Un merecido descanso. 
  34. Katherina queda embarazada y nace su primera hija. 
  35. Se suspende el contrato de la ruta de tránsito pero el comercio sigue. 
  36. John y Katherina debaten que hacer. 
  37. John recibe otra oferta. 
  38. La vida sigue: Nacen dos niñas. 
  39. El matrimonio se muda a Managua 
  40. Comienza el nuevo negocio: El Hotel Brown y la familia crece 
  41. Dos de las jóvenes Brown Lorch se casan Katherina se enferma 
  42. El fallecimiento de Katherina 
  43. Los últimos años de John Brown 
  44. Mama Queta y yo 
  45. Epílogo
  46. Bibliografía 

Adjuntos

Adjunto I:      Mapa de Escocia 
Adjunto II:     La tradicional vestimenta Escocesa, el Kilt 
Adjunto III:    Breve historia de Escocia 
Adjunto IV:    Breve historia de la gaita escocesa 
Adjunto V:     La guerra nacional en Nicaragua en el Siglo XIX y sus atrocidades.
 Adjunto VI:   Algunos descendientes de John Brown y Katherina Lorch 
Adjunto VII:   Algunas fotos de familia 
Adjunto VIII:  Número de viajeros por la ruta de tránsito del rio San Juan Adjunto 
Adjunto IX :   Cronología de eventos familiares
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Zona rural de Hamilton, Lanarkshire del Sur, Escocia, 1837  

La campiña despejada de Escocia era un bello panorama de colinas verdes, deslumbrado con el colorido celaje de la tarde. John y sus otros hermanos corrían alegres por las colinas vecinas que los hacían subir y bajar como olas del mar. El aire era húmedo y refrescante. Ellos eran pobres pero felices. 

Una señora llamada Rosslyn, algo gordita, de vestido largo y gorro, salió de la vivienda de piso de tierra. “¡Niños, ya es suficiente! La tarde se enfría. ¡Entren ya!". Los niños obedecieron y los tres fueron entrando a la humilde casa que les ofrecía un reconfortante calor. John era el niño de en medio. El mayor era Robert y la menor la niña Mary. El niño John padecía de una alergia nasal crónica y al pasar junto a su madre, ella le dijo: "¡John, otra vez con tu catarro!".” ¡Ve y te tomas una taza del té que tengo en el fuego y luego te acuestas!". El papá de los niños había fallecido hace unos meses y la pequeña familia Brown sobrevivía a cómo podía. A ellos les ayudaban los numerosos miembros de su "clan", del mismo apellido, que vivían en la zona. 

Cabe mencionar que en esa época y quizás a la fecha, se acostumbraba en Escocia que las familias del mismo clan y apellido se mantuvieran muy unidas, incluso bajo la dirección general de uno o más jefes, usualmente los más ancianos. 
En su caso, el clan "Brown" era de los más numerosos en Escocia y estaban representados en distintos extractos sociales. (1). 

(1) El apellido Brown o Broun es muy común en Escocia y se refería comúnmente, en un inicio de hace muchos años, al color café de sus pelos y ojos. Este apellido en Escocia tiene origen francés y normando y se encuentra mayormente en la parte Este del país. 

El padre de John había sido uno más de los agricultores de esta area. Él y los demás de su clan cultivaban comunalmente: papas y cereales y tenían, también, ganado y cabras para la leche y quesos. Era una vida sencilla, pero les daba suficiente para vivir muy módicamente. 


Todos ayudaban, incluso las mujeres, y la ganancia se distribuía entre las varias familias del clan.


Las clases escolares en el campo 

Los niños asistían a una escuela cercana que les impartía los conocimientos básicos hasta alcanzar lo equivalente a cuarto o quinto grado de los colegios de hoy día. 
John era inteligente y estaba en el mismo grado que su hermano mayor Robert. 

En ese entonces, ellos tenían 11 y 12 años y cursaban lo que es ahora el cuarto grado. La expectativa para los niños es que aprendieran lo básico o bien continuar hasta 5º. Grado para luego incorporarse a ayudar como granjeros en el campo. 

Ya John y Robert, aun siendo niños, lo hacían después del colegio. A John le gustaba mucho su sencilla clase de geografía. Soñaba con viajar a los remotos lugares que se mencionaban y jugaba con los otros niños a ser un explorador de otras tierras diferentes, desconocidas. 

Vida en el campo 

La vida en el campo escoces era muy sencilla. Primero estaban las labores agrícolas. Luego, por las tardes, después de sus labores de campo, los campesinos adultos y ancianos se limpiaban, se mudaban y se colocaban en fila o ruedas a platicar. Las mujeres tejían y los hombres hablaban de las cosechas o de los sucesos del entorno. 

Los niños jugaban y corrían. Luego, cada quien se retiraba a sus humildes viviendas a calentarse y cenar, pues las tardes y noches eran frías. Muy raramente, los aldeanos salían de sus campiñas hacia el mundo exterior.
El padre de John se llamaba como él y tenía un único hermano, mayor, que se llamaba Robert, tal y como el hermano mayor de John. 
El tío Robert era muy inquieto y aún joven partió a buscar fortuna a Glasgow, la ciudad cercana que crecía mucho y siguió creciendo hasta convertirse en una gran ciudad.

Glasgow y el tio Robert 

Glasgow era un centro industrial y cultural que se desarrolló mucho en el siglo XIX, llegando a ser la segunda ciudad de Gran Bretaña, incluso más grande que Manchester. 

El gran río Clyde fluye a través de la hermosa ciudad y permite acceso al Océano Atlántico y abre la ciudad al comercio marítimo. 
Este río fue sometido a diversos trabajos de dragado que fueron acomodando mayores embarcaciones, atrayendo la industria y fomentando el comercio. Cabe mencionar que el área vecina al río es muy rica en minerales y carbón. 

De esta forma se establecieron siderúrgicas que, con el dragado del rio, hicieron crecer la ciudad. Paralelamente, empresas de construcción naval fueron estableciéndose rápidamente alrededor del río. 

 Pronto, el río Clyde y sus alrededores ganaron una reputación de ser la mejor ubicación para la construcción naval en el Imperio Británico , y creció hasta convertirse en uno de los centros de la construcción naval más grandes del mundo. Robert Brown tuvo un comienzo muy difícil en Glasgow, pero dado el gran desarrollo del área, trabajo nunca le faltó en esa ciudad, ya sea en las siderúrgicas o en las navieras. 

Robert era dedicado y metódico y así fue ahorrando dinero hasta juntar lo suficiente para adquirir una pequeña casa ubicada dentro de un mercado local. Con el dinero restante, Robert logró hacerse de un inventario suficiente de granos como para montar un pequeño negocio comercial. 

Con el tiempo, él conoció a una joven local y se casó. La pareja vivía en la parte trasera del pequeño edificio comercial. No obstante, un par de años después. la joven esposa del tío Robert falleció de una fiebre galopante. 

La pareja nunca tuvo hijos. Luego, él regresó a su soledad y llenaba su tiempo trabajando en su negocio comercial. Robert no olvidaba a su familia campestre y, ocasionalmente, él los visitaba. 

Con el tiempo, él fue negociando con el clan Brown la compra de papas y cereales que hacía transportar hacia su negocio en Glasgow. Le facilitaba este comercio el hecho que la distancia entre Hamilton y Glasgow es de solamente unos 12 kilómetros; no obstante, en esa época, el trayecto se hacía en caballo o carretas, lo cual tomaba unas 5 horas. 

Cuando su hermano falleció, el tío Robert continuó visitando a su cuñada y su familia y les llevaba algunos víveres y regalos. Nunca se descuidó de ellos. En esos tiempos, las 14 provincias inglesas del nuevo mundo comerciaban con Inglaterra y llevaban a Glasgow diversos productos de esos lares, ya sea productos provenientes de esta nueva Inglaterra o bien de sus vecinos del sur. Igualmente, los barcos mercantes regresaban a nueva Inglaterra con productos europeos. A saber:



El pequeño negocio de Robert se beneficiaba modestamente de este intercambio.

John y sus juveniles inquietudes 

John esperaba con ansias a su tío Robert. Su tío era la ventana hacia un mundo únicamente conocido por medio de su imaginación y de los ocasionales relatos históricos de las sencillas clases de su humilde colegio. Cuando su tío llegaba, John no paraba de preguntarle sobre él mundo exterior y al tío Robert le gustaba contarle a John sobre los marineros que llegaban a su comercio y los relatos de estos. 

Robert sazonaba sus historias con aventuras fantásticas. Le contaba, por ejemplo, que un tenaz marino había convencido a una poderosa reina para que le ayudara a descubrir un nuevo mundo y con un puñado de aventureros había conseguido su objetivo. En ese mundo, al otro lado del mar, había unas tierras exóticas, ricas, con abundancia de muchas cosas desconocidas hasta entonces. 

Mediante estas pláticas, se estableció una especial relación entre tío y sobrino. Corría el año 1839 y , para entonces, John tendría como unos 13 años . Ya el joven finalizaba el 5º. y último año de su escuela y su futuro sería el campo, dedicarse a cultivar la tierra y permanecer en ella, tal y como lo venían haciendo todos sus familiares. Vislumbrando, también, este limitado futuro para este brillante joven, el tío Robert le ofreció a John la oportunidad de irse a Glasgow con él y continuar sus estudios y/o labrarse un futuro más prometedor, quizás en el comercio, ayudando a su tío en el pequeño negocio 13 comercial. 

El joven John se sintió muy impresionado, le agradeció a su tío y le dijo que lo pensaría. Los hermanos Robert y John eran muy unidos. John sentía que, de irse a vivir con su tío Robert a Glasgow, él extrañaría mucho a su hermano mayor. No sabía cuánto. Esto lo frenaba para tomar la decisión de partir. En todo caso, su tío, quien llegaba a verlos ocasionalmente, aún tenía mucho que hacer en Glasgow y no se lo esperaba de vuelta antes de unos tres meses .

 El joven tendría por delante suficiente tiempo para pensar su decisión. En el silencio de las noches, el joven John pensaba como abordaría este tema con Robert, su hermano. No obstante, este último quizás sospechó el dilema interno de John e inició con él un diálogo sobre el desapego. El joven Robert era precoz en algunos aspectos, tal vez no tan inteligente, pero en este momento él daba muestra de gran madurez. 

Una tarde, aprovechando que los dos hermanos se habían ido a descansar luego de una ardua labor agrícola, Robert guio a John hacia un cercano tronco y ambos jóvenes se sentaron a contemplar el final del hermoso día y a conversar. Robert inició la plática diciendo: “¡Que belleza y tranquilidad! "Si, hermano, así es", contestó John. Robert añadió: "Aunque seamos pobres, tenemos lo suficiente y además estamos rodeados de este hermoso entorno. Yo amo este lugar y creo que nunca lo dejaré. ¡Yo nací para ser agricultor y así voy a morir! ¡Corre en mis venas!". "¿Y tú, que piensas John?". Su hermano le brindaba la oportunidad de sincerarse con él y, animado, John le confesó su deseo de partir con su tío, quien lo había invitado, a descubrir nuevos mundos. 

Robert lo quedó viendo y le dijo: " Seguro te voy a extrañar. Voy a extrañar nuestra compañía y juegos, tus historias fantásticas de otras tierras. Muchas cosas tuyas. Pero, me consuela saber que estas persiguiendo tu sueño. Yo siempre viviré aquí y estaré aquí apoyando a nuestra madre y hermana. ¡Siempre estaremos aquí! ”. John se sintió muy conmovido al escuchar las sencillas palabras de su hermano mayor. Él lo abrazó y los dos hermanos siguieron con sus vidas campestres. Unos días después, estando con su madre en el pequeño comedor familiar, John se sinceró con ella y le contó sobre la invitación de su tío . Ella le dijo: " Y tú, hijo mío, ¿qué quieres hacer? ". "Yo quiero conocer nuevos mundos y seguir estudiando. Quizás entrar en la marina. Pero no me iré si tú no quieres", contestó el joven. La madre lo quedo viendo y lo abrazó. 

Con lágrimas en los ojos ella le dijo: " Te extrañaré mucho, hijo, pero con el tiempo yo aprenderé a aceptar tu ausencia. Lo importante para mí es que persigas tus sueños. Yo te daré mi bendición para lo que sea que hagas". Su madre era una mujer muy estoica, acostumbrada a las limitaciones y las labores del campo. 

Además de labores agrícolas, ella hacia las labores domésticas, apoyada, ahora, por su pequeña hija Mary quien ya contaba con once años. En los alrededores de su campiña no había iglesias. Únicamente en la pequeña ciudad vecina de Hamilton a donde ellos raramente iban. Pero, la religión seguía estando presente en sus vidas. 

Sus padres descendían de antepasados normandos-franceses, católicos, su tradición católica era fuerte y tenían una pequeña biblia. Todos los días por la noche, luego de la cena, ya sea el padre, cuando vivía, o la madre, leía un párrafo de la Biblia y luego rezaban con sus hijos, en familia. Esta era su manera de guardar y trasmitir sus principios religiosos heredados de sus antepasados. Luego de que John le confesara a su madre su deseo de partir, por la noche de ese día y después del rezo de la Biblia, Rosslyn, la mama de los niños, les dijo que se tomaran todos de las manos y luego procedió a pedirle a Dios que iluminara a John en su decisión de partir y que lo guiara por el bien actuar en este su nuevo caminar. Todos estaban muy impresionados y se abrazaron.

La partida de John hacia Glasgow

Los días pasaron rápidamente. Uno de esos días, John observaba el campo a
través de la ventana. Ese día estaba lluvioso y frío, como un llanto de agua que
fluía del cielo sobre estos hermosos campos de Escocia. Su tío Robert había
llegado de Glasgow y él estaba a su lado. En la pequeña estancia de la
vivienda, los otros miembros de la familia estaban sentados junto al fuego de la
chimenea.
Su tío había llegado hace dos días y luego inició la lluvia. Parecía como si el
cielo estuviera triste ya que John le había comunicado a su tío, el día anterior,
su decisión de partir con él a Glasgow. La partida de John era, entonces, un
hecho.

Ya las pocas pertenencias de John estaban empacadas dentro de una vieja
valija. John y su tío solo esperaban, para partir, que el temporal lluvioso pasara.
John hubiera querido que las cosas fueran diferentes, pero eran como eran y
se estaba en enero, el mes más lluvioso del año.
Durante estos últimos momentos ,en estos campos que lo habían visto crecer y
jugar, él hubiera querido correr y jugar una vez más con sus hermanos e
impregnar más su memoria con estos bellos recuerdos que no volverán. Pero
no se pudo.
El día siguiente, muy temprano , el joven John y su tío partieron hacia Glasgow
aprovechando un día sin lluvia y ligeramente soleado. John estaba en la parte
trasera del carruaje despidiéndose con saludos frenéticos de las figuras
familiares cada vez más pequeñas.

La llegada por primera vez a Glasgow


Ellos llegaron a Glasgow a media tarde. Por supuesto que John nunca había
visto algo parecido en el sencillo ambiente campestre del que venía : Las
amplias calles, los faroles, los hermosos edificios, la gente ataviada en vestidos
elegantes, otra gente humilde deambulando, los pequeños barcos de vela, los
hermosos carruajes, una mezcla de muchas cosas que mantenían muy
impresionado a John.

Llegando a la casa-almacén del tío Robert, este procedió a acomodar a John en
una cama dentro de su misma habitación. Hacía mucho frío y la encendida del
fuego de la chimenea no se hizo esperar. John estaba con alergia nasal, una
condición ya mencionada y algo crónica en él. Su tío le preparó un té caliente,
John se lo tomó y se durmió profundamente hasta el día siguiente, muy
impactado y asustado por esta su nueva vida que se había comenzado a
desplegar ante sus ojos.
.
A la mañana siguiente, John se despertó al oír ruidos provenientes del frente
de la calle. Él se levantó, separo la cortina y vio el movimiento de clientes
dentro de la habitación siguiente que daba a la calle. Esta habitación era el
pequeño almacén de su tío, bastante lleno de clientes quienes compraban
granos y otros artículos. Su tío se multiplicaba atendiendo ya que no se podía
aun pagar un ayudante. John se lavó la cara en el baño contiguo y se dispuso a
ayudar a su tío. Así fue John aprendiendo los negocios de su tío y su ayuda
significaba bastante. Ambos se complementaban. El tío estaba contento con su
decisión, ya que el joven sobrino era muy trabajador y tenía mucha iniciativa.
John observaba los rostros de las personas, entre ellos, facciones que él nunca
había visto: Pieles obscuras, amarillas, pelos rizados, lisos, rubios, etc. A
Glasgow llegaban todo tipo de gente. El joven estaba asustado y se limitaba a
hacer las cosas manuales, dejando las comunicaciones del negocio en mano de
su tío.

Durante los primeros quince días, el joven, asustado, no salió del todo a la
calle. Su tío dejaba de atender el almacén como a las 530 de la tarde y poco
después cerraba con llave su casa. El tío Robert era un hombre muy
conservador y disciplinado. John , en ese entonces, no tenia deseos de salir, así
que él estaba bien con esta rutina. Luego, al cerrar el negocio, ambos
preparaban algo de comer, platicaban un poco y su tío leía, le gustaba mucho
leer y John, también, se fue acostumbrando a lo mismo.
Su tío tenía una gama de libros de varios temas, entre ellos, libros de poesía,
uno de ellos era “Versos Fugitivos”, de la escritora escocesa Joanna Baillie. De
esa forma, John se inició en el mundo cultural de la poesía y encontró que le
gustaba mucho, pues hacia volar su fértil imaginación.

El colegio en Glasgow

Una noche, unos meses después, el tío Robert le dijo a John que debería asistir
a un colegio para continuar sus estudios, quizás por la mañana, para luego
ayudar en el negocio por las tardes. Fue así que el tío le consiguió un colegio
cercano y John asistió al mismo hasta terminar lo equivalente a primer año de
secundaria.


(2) En Escocia, a partir de 1830, el Estado comenzó a financiar escuelas con
subvenciones. Luego, a partir de 1846 , el gobierno financia escuelas de
patrocinio directo, y en 1872 se trasladó a Escocia un sistema como el que en
Inglaterra de las escuelas en gran parte libres, patrocinadas por el Estado . La
administración general estaba en manos de los escoceses

La educación de John en la campiña de Hamilton había sido bastante
mediocre, a como era de esperarse. El joven se tuvo que esforzar bastante
para ponerse al día con sus clases, pero él era dedicado y brillante. Todos los
días asistía a clases por la mañana y por la tarde ayudaba en el negocio de su
tío. Por las noches, su tío leía y el joven estudiaba y leía. A veces, en algunas
noches de inspiración, el joven escribía sencillos poemas. De esta manera el
joven se fue educando y las clases fueron avanzando hasta que el joven logró
completar tres años de intenso estudio que lo preparaban para entrar en la
Universidad de esa época. Entonces, no se requería examen de admisión,
solamente un certificado de estudios generales.

John se mete en problemas

En 1843 ya John tenía 17 años y estaba próximo a obtener su certificado de
estudios. Un día, al salir del colegio, un par de amigos lo invitaron a ir a los
muelles del puerto y el joven se fue con ellos. El puerto de Glasgow era un
lugar muy bullicioso y pleno de actividades, como todo puerto. Los barcos
atracaban, desatracaban, cargaban, descargaban, de una forma constante.
Gente de toda clase se desplazaba en una y otra dirección: Guardas, marinos,
comerciantes, mujeres de la calle, curiosos, compradores, etc. En toda su
estancia en Glasgow, el joven no había conocido el área del muelle. John
estaba deslumbrado. Su tío le había advertido que este lugar bullicioso y
llamativo era peligroso y que no debería ir por su cuenta, salvo que un día él
lo acompañara a conocerlo.

El joven John no creía que el lugar fuera tan peligroso como su tío lo pintaba.
Él siguió caminando con sus amigos. Los jóvenes platicaban amigablemente
cuando de pronto uno de ellos sintió un jalón y vio como otros dos
muchachos muy humildes salían corriendo. El joven asaltado noto que no
tenía su mochila con sus libros y grito que siguieran a los ladrones. John y los
otros dos muchachos corrieron hasta alcanzar a los pobres muchacho. Los
humildes adolecentes, rodeados, no tuvieron más alternativa que regresar la
mochila, John se acercó a tomarla cuando, en un instante, uno de los ladrones
saco una navaja e hirió de un navajazo al joven John en su brazo. La sangre no
se esperó en fluir y ante esta distracción, los ladrones partieron con la
mochila. Los compañeros estudiantes asistieron a John y detuvieron la
hemorragia. John estaba muy consternado. Nada así le había ocurrido a él
antes. Al llegar donde su tío, este se alarmó, pero lo atendió lo mejor que
pudo. Felizmente, el corte de la navaja había sido superficial. No hubo
mayores consecuencias.

Esa noche, el tío Robert le habló a John calmadamente haciéndole ver lo
importante para su vida de obedecer las indicaciones que se le daban. De otra
forma, pues habría consecuencias deplorables como lo que le sucedió ese día
o peores, aún. El tío le dijo, además, que él estaba solo con su negocio y no se
podía permitir problemas de cualquier naturaleza. De otra forma, pues no
tendría más remedio que regresar a John a su casa en el campo.
John rectifico su comportamiento y el continúo estudiando y comportándose
bien en el colegio y también apoyando con ahínco que a su tío en su negocio.
El día de la ceremonia de graduación le llego a John y al joven se le entrego un
certificado de aprobación de estudios. Luego de la ceremonia, unos
compañeros lo invitaron a celebrar. El tío había asistido a la ceremonia y le dio
permiso a John para que, con sus amigos graduados, celebrara por la tarde y
llegara a su casa un poco tarde, ese mismo día. No obstante, los jóvenes se
fueron a una cantina a celebrar y tomar licor y John, quien no estaba
acostumbrado a esa vida, ni al alcohol, tomo sin medida y se alcoholizo. En
ese estado, una joven lo invito a bailar y John, ya bien bebido, bailo y celebro
en extremo hasta el punto que él se acostó con ella. El joven amaneció en ese
lugar y luego, ya un poco repuesto, el joven partió aturdido y avergonzado y
así llego a la casa del tío Robert.

El tío, como era de esperarse, había pasado una mala noche en espera de la
llegada de su sobrino, incluso él había ido a dar parte a la policía. Cuando John
llego , cerca de las 10 de la mañana del día siguiente, el negocio comercial
estaba bastante lleno de clientes y el tío Robert se multiplicaba. El tío lo
recibió con alegría de verlo y John se retiró a su cuarto a dormir. Ya más tarde,
luego que los clientes se retiraron, el tío Robert llego a despertarlo y tuvo con
él una larga platica esencialmente reiterándole lo que se le había dicho
anteriormente, cuando el joven llego herido. Esta vez, sin embargo, el tío le
recordó que él ya no podía tenerlo más. El joven debía irse adonde su familia,
al campo. John no tenía a nadie más en Glasgow, de tal forma que, dos días
después, el tío Robert llevo a John devuelta a sus familiares del campo.

El regreso de John al campo

La casa familiar le parecía extraña a John. Él no había regresado en todos estos
años que pasó en Glasgow. Su tío tampoco. Todos en su familia estaban
diferentes. Su hermanita Mary era una hermosa jovencita de 16 años y su
hermano mayor, Robert, ya tenía 19 años y era un hombre alto y galán, ya no
el jovencito pecoso y delgaducho. Los años de trabajo en el campo lo habían
fortalecido. Su mama estaba casi igual, únicamente con el pelo encanecido.
La acogida amorosa no se había hecho esperar, pero, él notaba que su vida
había dado un giro del cual no se libraría. Definitivamente que este sencillo y
tranquilo mundo no era para él. John, sin embargo, disimulaba esta mezcla de
sentimientos para no herir a sus seres queridos. Por el otro lado, su tío Robert
no hizo mención de las faltas de John para no molestar a su familia,
únicamente les dijo que el joven había completado sus estudios y entonces
regresaba para ayudar a su familia y pensar en su futuro.

El tío partió a Glasgow y John reinicio su vida en la campiña de Hamilton. El
reinicio de su vida como agricultor no le fue fácil. Al principio, el joven ya
adulto apenas podía mover el arado, pero con su juventud y determinación
pronto pudo hacerlo casi tan bien como su hermano Robert. Este último le
confeso un día que estaba enamorado de una linda chica vecina llamada Beth.
John estaba ansioso por conocerla y así sucedió un par de días después. La
chica y su hermano mayor llegaron a la parcela que trabajaban los Brown, con
el pretexto de devolver unas herramientas de labranza. La joven Beth era
realmente bella, tal y como decía Robert. Este último y la chica partieron a
platicar debajo de un árbol cercano mientras John y el hermano de Beth se
conocían y platicaban, también. Para John era obvio que ambos jóvenes,
Robert y Berth, se gustaban.

Una de esas noches, durante el mes de junio, Robert le confeso a John que le
había pedido su mano a Beth. Ella había aceptado y fijaron su matrimonio para
el mes de septiembre. Robert estaba muy emocionado y al día siguiente él le
confeso esto mismo a su madre. Rosselyn estaba contenta pues tenía muy
buena opinión de la joven Beth. Había, entonces, que hacer los preparativos
para la boda.

El viaje de los jóvenes a las tierras altas ( High Lands)

Robert nunca había viajado fuera del área de bajas tierras (Low Lands) y él había oído que las tierras altas del norte (High Lands) eran muy bellas. Una vez casado, el joven no creía tener el tiempo para conocerlas. Por eso, él le propuso a su hermano John hacer un viaje especial hacia las tierras altas durante los meses de verano (Julio y agosto). John estaba feliz. A él le encantaban las aventuras. 

Así fue que, los dos jóvenes, bien ataviados, partieron hacia las montañas de las tierras altas de Escocia. Ellos partieron el 7 de Julio y regresaron un mes después, habiendo dejado un buen inventario de comida y leña para su familia. La madre comprendió que este viaje era, no solo de conocimiento de esas tierras, sino, también, para fortalecer la unión entre los dos hermanos. Quizás no se volvería a dar esta ocasión.  Los dos hermanos se prepararon minuciosamente, para que nada importante les faltara. Ellos empacaron carne salada, agua en cantimploras, mecates , alcohol, combustible, frazadas y cosas menores. Luego, ellos partieron felices. Al inicio, los jóvenes se encontraron con colinas de regular declive, no tan difíciles de escalar, pero enmarcadas en una belleza impresionante. 
Ellos hacían varias paradas y luego pernoctaban a campo abierto alrededor de un
fuego y cobijándose con colchas de lana, pués, a pesar del verano, por las
noches soplaban vientos helados.

Después, los jóvenes tuvieron que esforzarse aún más y el camino que habían dejado atrás ya no existía, solo campo abierto, muy inclinado y rodeado de rocas de diferentes formas. El paisaje continuaba siendo muy bello. Los jóvenes rellenaban sus cantimploras en los muchos riachuelos de los lugares, buscaban frutas salvajes, preparaban fuego por las noches, pescaban en los muchos arroyos y se arropaban bien, pues el viento frío era una constante. Sus caminatas eran firmes pero relajadas. Así fueron cubriendo muchos kilómetros y descubrieron panoramas increíblemente coloridos. Luego de una semana, el panorama dio paso a aguas cristalinas, algunas en forma de bellas cascadas que caían sobre ríos caudalosos. El panorama se complementaba de colores con arcoíris luminosos, especialmente al atardecer.
Los atardeceres eran extremadamente lindos y en un místico silencio, los
jóvenes contemplaban boquiabiertos esas maravillas de la naturaleza. Ambos
recordarían por siempre estos momentos juntos.

Habiendo pasado inolvidables aventuras y luego de un par de semanas, los
jóvenes decidieron regresar. Esta decisión parecía lo más prudente pues había
que hacer preparativos para la boda de Robert y Beth.

Cuando viajaban hacia el interior, ellos observaron de lejos cabras y ganado
salvaje, típicos de las montañas altas (High Lands). Al estar en su ruta de
regreso, los jóvenes decidieron aprovechar el viaje de vuelta y llevar consigo un
par de vacas peludas de las montañas. A la familia le vendrían bien para leche y
para ayuda en los trabajos de campo.

Al final, los jóvenes enlazaron y se llevaron con ellos dos vacas salvajes como la
mostrada en la ilustración, las que son vacas peludas escocesas, típicas de las
tierras altas.

Uno de esos días, los jóvenes caminaban arduamente por unos farallones
cubiertos de pequeñas piedras, con una vista espectacular a como habitual en
estos parajes. Ellos observaron un grupo de cabras salvajes que estaban cerca
de ellos, en lo alto de una montaña, a la orilla de un risco.


John, curioso, se acercó al grupo y de repente, una de las cabras, quizás la jefa
de la manada, se precipito en fuerte carrera hacia John. La cabra tenía sus
grandes cachos hacia adelante en señal de ataque. John, muy asustado se dio a
correr al igual que su hermano Robert. Ambos jóvenes lograron llegar al borde
de una colina y se resbalaron en las piedrecitas del suelo y rodando hacia un
riachuelo cercano del fondo. El riachuelo amortiguo la caída y los jóvenes
terminaron solo con ligeros magullones y riéndose nerviosamente a carcajadas.

Eso fue una lección a manera de no acercarse más a los grupos de cabras que
pastaban por el lugar. Cabe mencionar que los dos jóvenes tuvieron, luego, que
volver a capturar a las dos vacas que ellos llevaban a su granja. Felizmente, la
cuerda que las vacas aún mantenían alrededor del cuello, les hizo a ellos más
fácil esta tarea.

Aparte de este evento, el trayecto de vuelta fue sin complicaciones adicionales
y más fácil, pues siempre tenían un camino cuesta abajo y requería menos
esfuerzos. Luego de dos semanas adicionales, los jóvenes estaban de vuelta en
casa. Los jóvenes procedieron a contarle todas sus hermosas aventuras y se
morían de risas al relatarles los felices momentos incluso la perseguida de la
cabra que les había hecho rodas hasta el riachuelo.

Los preparativos de la boda

Los preparativos de la boda no se hicieron esperar. Las dos familias se
reunieron para ponerse de acuerdo sobre los muchos preparativos que había
que hacer.
En primer lugar, había que decidir dos cosas:

Primero, el lugar de la boda. Ellos todos eran católicos y la boda religiosa era
un requisito. Pero, en el campo no había iglesias, únicamente en el pueblo
cercano de Hamilton. Entonces, ellos acordaron solicitarle al Sacerdote de la
Iglesia Católica del pueblo que llegara a la campiña de ellos a impartir este
Sacramento. El Sacerdote establecería, entonces, la fecha en que él podría
hacerlo, acorde con sus compromisos. La familia de la novia ofreció que la
ceremonia y la fiesta se efectuara en el campo, enfrente de la casa de ellos , y 
fue así que se acordó. La boda civil se realizaría en el mismo día y lugar que la
boda religiosa, pero previo a la boda religiosa.

En segundo lugar, estaba lo de los padrinos de boda, una costumbre muy
arraigada. Se quedó de que la madrina sería una buena amiga de la familia de
la novia, en tanto que el padrino sería alguien nombrado por la familia del
novio. Ellos no tuvieron duda en nombrar como padrino al tío Robert.
Luego, estaría el tema de las vestimentas. Los hombres debían usar elegantes
kilt que habría que adquirir. También, esto incluía a los gaiteros escoceses
quienes vendrían del numeroso clan Brown de los campos vecinos. El asunto
de las joyas para la ceremonia se resolvió ya que John se ofreció a aportarlas
(él contaba con un poco de ahorro que había traído de sus trabajos con su tío).

Estas joyas serian:


(1) Un luckenbooth es un broche que un caballero entrega a su 
prometida como muestra de amor. Generalmente es de plata y tiene grabados dos corazones enlazados.

(2) El quaich escoses o copa del amor que es un pequeño cuenco de plata con dos asas que la novia generalmente llena de whisky, y después se va pasando para que beban los participantes una vez que se han terminado los procedimientos legales
Los gastos de comida y bebida correrían a cuenta de ambas familias. En estos
casos, todo el clan colaboraría. Todo lo demás se arreglaría en el camino. Se acordó, además, que los novios vivirían con la familia del novio.

Habiendo fijado la fecha con el Cura del pueblo cercano, John y Robert viajaron
a Glasgow para invitar al tío y para hacer unas compras necesarias para la
boda. El tío acepto gustosamente y los jóvenes, con el dinero que podían llevar
más una buena cantidad que les dio el tío, completaron las compras
necesarias, dentro de las cuales se incluía varios jarrones de buen whisky
escoces de la época.

La boda de Robert

La boda se realizó en la tercera semana de septiembre. El patio del lugar estaba
adornado con guirnaldas de flores y las mesas adornadas con flores, también.
Se preparó un lugar especial para la firma del matrimonio civil y a continuación
el matrimonio eclesiástico. El día estaba brillante como los novios. 
En el trayecto de la marcha nupcial se había trazado un pequeño canal en el interior del cual se hizo fluir agua ya que esta era una tradición. Todo el cortejo tendría que cruzar este canal como señal de que los novios ahora cruzaban hacia un estilo nuevo de vida. Una vida más de entrega y amor.


Ambos novios y su cortejo iniciaron el desfile nupcial. Los dos jóvenes vestían trajes típicos escoceses. Un gaitero los precedía. El novio acompañaba a la madrina y la novia iba detrás con el padrino de bodas (El tío Robert). Luego de las ceremonias, inició la fiesta la cual se prolongó hasta altas horas de la noche. Los primeros en bailar fueron los felices novios. Ambos jóvenes, muy bien parecidos y radiantes de alegría. Todos estaban muy felices y cantaban Parejas se alineaban para danzar las danzas típicas de esa época, acompañadas de gaitas.

También, hubo danzas de varones a como es la tradición.
                

Luego, los novios partieron en luna de miel a una cabaña en las montañas
que les prestó un miembro del clan. ¡John estaba muy feliz de ver a su
hermano tan realizado!.
Fueron unos días hermosos, pero, pasado todo lo relativo a la boda y la
luna de miel,  la familia regresó a sus vidas, a su rutina habitual.

El cuarto de John y Robert se convirtió en el cuarto matrimonial, con
algunos cambios que efectuaron con cariño, John, su mama y su hermana,
mientras los recién casados estaban de luna de miel.

John se acomodó lo mejor que pudo en el pequeño espacio ocupado por
la sala y el comedor. Era lo que había y John se instaló sin problemas.
La vida en el campo después de la boda.

Los días pasaron, los meses pasaron y los jóvenes trabajaban duramente
en la tierra y la granja, ayudados por las mujeres de la familia.
Luego, al nuevo matrimonio les nació un lindo bebé y tal parecía que quizás
Vendrá otro en camino. A pesar de haberse agrandado la familia,
había suficiente para todos. John, no obstante, se sentía algo incómodo
por las estrecheces, pero se aguantaba.

De vez en cuando, el tío Robert venía a saludar y a negociar la compra de
granos y papas. Cuando se veían, tío y sobrino no volvieron a tocar, hasta
entonces, el tema del futuro de John, aunque a John ganas no le faltaban.
Él, sin embargo, estaba muy apenado por su último comportamiento cuando
el joven vivía con su tío Robert en Glasgow.

Un par de años después, ya John era a su vez tío de una linda niña , un niño
y otro bebe que venía en camino. Las cosechas habían rendido lo suficiente para
salir adelante, con las limitaciones habituales. John contaba con 21 años.
Él era aún muy joven, pero en esa época y más en el campo los años
pesaban más. Queriendo hacerse de una familia, como su hermano, John
había hecho amistad con algunas jóvenes, pero nada especial.

Al año siguiente, la familia y el clan de su entorno continuaron sembrando
papas. Una terrible plaga impacto los campos de Europa y particularmente
Escocia. La plaga era un hongo que se diseminó rápidamente.


Las pérdidas en Europa fueron enormes.

El clan y la familia cambiaron de cosecha, pero el daño fue grande. Ellos se
defendían pobremente con los alimentos provistos por los animales de la granja
y los cuantos granos que podían obtener. John decidió irse a Glasgow para buscar
trabajo y enviarle algo de dinero a sus seres queridos.

John regresa a Glasgow

Un día, John se presentó en el negocio del tío a pedirle posada y ayuda para
conseguir trabajo. El tío ya sabía de la plaga y estaba, como siempre, dispuesto
a ayudar a John y a su familia. Fue así que John se quedó en la casa del tío y,
poco después, el joven empezó a trabajar como contador en la Autoridad
Portuaria de Glasgow.

Cada dos semanas, John iba a dejarle parte de su dinero de paga a su familia
en la campiña de Hamilton. Con ese apoyo monetario, su familia campesina
fue saliendo adelante. Dada la enfermedad de las papas, el hermano Robert
y el clan cambiaron de cultivar papas a cultivar trigo y cebada. 

Así fueron pasando los meses. Un día, Robert, su hermano, le comunicó a John
que, con la buena cosecha de granos, ya no era necesaria su ayuda económica.
No obstante, John continuó visitando a su familia, aunque menos frecuente.
Él siempre le llevaba algo de dinero a su madre quien ya tenía el pelo blanco
pero aún estaba en buena salud y ayudaba con las tareas domésticas.  La familia
continuó creciendo y John ya contaba con tres sobrinitos.

Unos meses más tarde, Mary, la hermanita menor, se casó sencillamente pues
no eran los mejores momentos. A como había hecho con su hermano y esposa,
John le regaló a su hermana las joyas que se acostumbraban en ese entonces.
El tío, también, les regaló algo de dinero. Luego, la joven y su marido se fueron
a vivir a la casa familiar del marido. La carrera de John en la Portuaria se ve reconocida. John inicia sus viajes. Fueron entonces pasando los años. John demostraba mucha eficiencia en su trabajo de manera que su Compañía lo promovió a Auditor General de la Autoridad Portuaria. Este trabajo implicaba viajar y John estaba encantado. A como sabemos, él quería conocer mundo, pero su vida al momento no se lo había permitido. Ya los años pesaban y se sumaban
John recién había cumplido 37 años y se mantenía soltero. Para entonces, ya
John tenía rato de tener su propio lugar, un sencillo apartamento en el área
del puerto.

Sabemos que su tío, aunque aún enérgico, había contratado a un ayudante, pero
a pesar de eso, él se cansaba mucho. En esos días de limitados avances médicos,
las personas no vivían tanto como ahora y su tío ya tenía una edad cercana a los
setenta años. John notaba lo lento de sus movimientos y sus frecuentes gripes.
El joven hombre siempre se mantenía cercano a su tío y lo cuidaba, cuando podía,
quizás ahora más que antes por lo delicado de la salud su tío.

De la misma forma, el ayudaba a su familia del campo lo más posible. Ya Jonn
tenía, para entonces, cinco sobrinos: tres de su hermano y dos de su hermana.
Un día de tantos, le llegó a John el día de viajar e inició su auditoría de viajes
en los barcos que transitaban hacia y desde Glasgow. Él observaba y anotaba
que se cumplieran las normas de sanidad y vigilaba por la exactitud de los
manifiestos, luego fue expandiendo sus conocimientos a las áreas de las
máquinas. Su amable y firme carácter le valió la amistad de los oficiales marinos.
Sus conocimientos marinos cada vez se mejoraban, favorecido por su estrecha
relación con los oficiales marinos con el. Así a el le fue permitiendo conocer
cada vez más y más muchos aspectos de la ingeniería marina.

Igualmente, como él quería, el joven fue, también, viajando y conociendo
diversos lugares exóticos como la India, Francia, Bélgica, España y Holanda.
John aún se mantenía soltero, a pesar de rondar ya los 37 años.

Tristeza en la familia Brown

Unos meses más tarde, John tuvo que cumplir con el encargo de entrenar a dos
jóvenes en la tarea de contadores, trabajo que el había desempeñado y para lo
cual él debía permanecer sin viajar en las oficinas de Glasgow por unos tres
meses.
Su trabajo fue progresando exitosamente, como era habitual en él. Un día, sin
embargo, llego a verlo su hermano Robert y le comunicó que su madre estaba
mal. Ella, tan activa y alegre, poco a poco se estaba apagando y ya ni quería salir
de la cama. Era un cuadro muy triste ver a esa mujer que poco a poco se
marchitaba. John no lo pensó más y partió hacia Hamilton en compañía de su tío,
a la casa de la familia en la campiña.

Al llegar, él se dirigió directamente a su madre y la encontró muy pálida y su
respiración era entrecortada. John la abrazó , la besó y se quedó un gran rato con
ella, pero los brillantes ojos de ella ya se apagaban. Todo parecía indicar que el
viejo corazón de Rosslyn ya estaba llegando a su límite. Esa noche, la valiente y
dedicada mujer dejó este mundo. John estaba destrozado al igual que todos
los otros miembros de su familia. Luego del entierro de su madre, John y su tío
regresaron a Glasgow a continuar con sus vidas.

Pero, como en muchos casos, la tristeza no viene sola. El tío de John ya venia
sintiéndose mal. Aprovechando que él estaba permaneciendo en Glasgow,
John se traslado temporalmente a la casita de su tío, a dormir con él y
acompañarlo y darle sus medicinas y cuidos necesarios. El tío tenía dificultades
para respirar: Era su corazón que, ya viejo, se negaba a responderle bien.
John lo colmó de cuidados, pero, la vida espartana de entrega y trabajos,
usualmente lleno de soledad, le cobró su precio y un día de esos el buen
tío falleció. 
Antes de morir el, dificultosamente le dijo a John, a quien consideraba como su hijo, que siguiera siempre su camino de bien y que persiguiera su sueño, que no se diera por vencido pues él se estaba muriendo y había gastado su vida anclada a un solo lugar, esta tienda, cuidando una tienda que lo había agotado y eventualmente matado. Ya no había mucho que hacer.

El tío pasó a mejor vida en los brazos de John y este se quebró en emoción
y llanto. El tío heredo a John la tienda con todo lo que tenía ya que,
a como dijimos, John era como su hijo y lo más querido que el tío Robert
tenía.

Esa tienda y su contenido era algo que John no podía manejar siendo empleado de la Autoridad Portuaria de Glasgow. Él decidió venderla con todo y su inventario.
Para ello, le pidió ayuda al ayudante de su tío quien se hizo cargo del negocio ,
mientras se conseguía un comprador. Dado que la tienda de misceláneas estaba
muy bien localizada, no paso mucho tiempo antes de conseguir un buen cliente.
Se procedió, entonces, a vender la tienda a un buen precio.

Luego de la venta y una vez que John tuvo el dinero, él tomo la mitad y con
esa cantidad se fue a Hamilton adonde sus hermanos y le entrego esa plata.
John se quedó con la otra mitad. Él pensó que algún día el necesitaría este
dinero, quizás para cumplir su sueño de conocer o trasladarse a otro lugar.
John siempre mantenía su espíritu aventurero.

De regreso al trabajo y a los viajes

Habiendo completado el entrenamiento a los candidatos a contador, John regresó
a su función de auditor y a sus viajes de auditoría. Su primera asignación fue
auditar las medidas e instalaciones de Hamburgo, el puerto alemán. En ese
entonces, en la primera mitad de 1860´s, la ciudad-puerto de Hamburgo estaba en
vías de desarrollo.

En esa época, Hamburgo contaba con unos setenta mil habitantes, una ciudad 
de mediano tamaño pero que contenía una buena infraestructura marítima
y buenos edificios. Algunos años antes, en los 1840´s, alrededor de una cuarta parte de la ciudad fue destruida en un «gran incendio». Luego, durante la segunda mitad del Siglo XIX el crecimiento de la ciudad se disparó hasta llegar a ser la segunda ciudad en importancia de Alemania, por encima incluso de Múnich.

A final de 1863 es cuando John llegó a Hamburgo. Ya la ciudad estaba
reconstruida después del incendio de 1842. En adición, varias importantes
fábricas se estaban instalando en la Ciudad (Ej. Siemens). Estos hechos
aceleraron su desarrollo, hasta convertirse, unos años después, en el tercer
puerto más importante de Europa.

En esos momentos, Alemania vivía momentos confusos dentro de los
cuales se germinaban ya cambios políticos determinantes. Sus 16
regiones-estados aún no se habían unido monolíticamente como una
sola nación. Su historia, su cultura, su raza, su lengua los unía, pero sus
lazos políticos entre sus varios estados eran difusos.

Todos estos cambios en Alemania ya se hacían sentir cuando John llegó
a Alemania en 1864. Este proceso de unión alemana culminó en 1871
cuando los 16 estados alemanes fueron unificados como un moderno
estado-nación, forjándose el Imperio Alemán, con el Reino de Prusia,
liderado por Otto von Bismarck, como su principal impulsor. 

Prusia tenía un excelente Ejército y estaba enfrascado en un plan expansionista
que incluía una guerra contra Francia. La guerra no tardó en iniciar. Esta fue una guerra corta de solo 10 meses Después de la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, el Imperio Alemán (Deutsches Kaiserreich) fue proclamado en Versalles en 1871.
Los prusianos ignoraban que Napoleón III estaba al frente del ejército en Sedán. Al recibir su solicitud de rendición, la alegría fue incontenible para Bismarck y Moltke, pues capturaban al ejército francés y a su emperador. Napoleón jamás volvió a París y murió exiliado en 1873

En la foto, Bismarck recibe el documento de rendición de parte de Francia.
Cerca de 7 años antes de la guerra , John estuvo más de una semana visitando
las instalaciones del puerto de Hamburgo y los manejos de las mercancías,
sobretodo el de los perecederos.

A él le gustaba aprovechar esas ocasiones para caminar por los puertos visitados
y conocer a sus gentes, con las precauciones del caso. Se percibía en los
ambientes del puerto que algo se estaba por venir y John lo notó.

Uno de esos días, el observó con curiosidad una pequeña tienda de manteles
bordados y otros objetos delicados y curiosos que se exhibían en esa pequeña
tienda. John entro con el propósito de comprarle algo a sus hermanos.
Una risueña joven, algo menor que él, lo atendió. La joven tenía un hermoso
pelo cobrizo, unos grandes ojos café miel, y unos bellos camanances. Ella
entendía el inglés con dificultad, pero se podía comunicar con él. Quizás
el hecho de atender a tantos clientes ingleses o bien la escolaridad de la joven
le había provisto a ella este útil conocimiento lingüístico. Ella se presentó
ante él como Katherina Lorch.

John salió de la tienda con un bello mantel bordado y con un enamoramiento
hacia Katherina que le duraría toda la vida.

Los Lorch

Los Lorch venían de la parte sur de Alemania, cerca de Stuttgart y la frontera
Francesa, del estado Hesse y del poblado de Lorch, del cual la familia ancestral
había tomado su nombre.


Lorch es un pequeño pueblo, muy lindo, a la orilla del rio Rhin, en el valle del
mismo nombre. En la época de nuestros ancestros, este lugar seguramente
tenía más o menos el mismo tamaño.
Otto Lorch y su esposa Anna tenían tres hijas, todas mujeres: Katherine, Julia y
Anna Marie. La familia era granjera, pero Otto había sido empleado de un
banco y tanto él como Anna habían recibido una educación equivalente a los
primeros años universitarios.

Anna era una mujer fuerte y le ayudaba a su marido en muchas formas además
de bordar y vender piezas de bordado muy lindas, lo cual había enseñado a sus
hijas.

En cuanto a la educación, Otto y Anna tenían una manera muy peculiar de
educar a sus hijas. A pesar de ser una familia del campo, por sus formaciones
académicas a los padres les gustaba mucho leer y cada noche les leían a sus
hijas de algún libro de historia y algunas veces de poesía. Uno de los libros
favoritos era los de Wolfgang von Goehte. Este autor alemán tenía interesantes frases las que se debatían con sencillez en las comidas y reuniones de la pequeña familia. Por ejemplo: “Eres , al fin y al cabo, lo que eres. Aunque te pongas peluca o tacones altos, seguiras siendo lo que eres". O bien: “ Un noble ejemplo hace fáciles las acciones difíciles”. Los padres, con sus ejemplos de inculcarle a sus hijas el gusto por la lectura y estos sencillos debates, hacían que sus hijas se culturizaran, meditaran y fueran adquiriendo valores propios.
De esa manera, ellos pensaban compensar un poco la falta de calidad de las
escuelas del campo de ese entonces.

Los domingos eran días especiales en los que la familia pasaba junta y desde la
mañana el padre ponía su viejo tocadiscos para escuchar música de
instrumentos. Su pieza favorita era Fruhlingsstimmen o Voces de primavera, de
Johan Strauss padre. Otto y Ana bailaban alegremente este bello vals y las tres
hijas con ellos.

Los dos padres eran muy trabajadores, no obstante, la familia sufrió en sus
parcelas las pérdidas ocasionadas por la enfermedad de los hongos en las
papas, igual que en Escocia, ya que fue una enfermedad generalizada en
Europa. Además, los aires de guerra que se sentía cada vez con más fuerza
afectaban en mayor grado a las regiones próximas a la frontera francesa donde
ellos habitaban. Por eso, la familia decidió vender sus tierras y emigrar hacia
una zona más tranquila.

En eso estaban cuando un antiguo vecino les informó que él había emigrado a
Hamburgo y sentía que había sido la decisión correcta. A como hemos
mencionado, Hamburgo estaba desarrollándose y había mucho comercio. La
familia decidió, entonces, emigrar y montar en Hamburgo una tienda de venta
de manteles y adornos misceláneos.


Cuando John llegó a la tienda, ya la familia tenía tres años de estar en esa ciudad. Anna, sin embargo, hacia un año que había fallecido y las hijas y el padre se hacían cargo del negocio que todos ellos habían montado en Hamburgo. Para complementar sus ingresos, Katherina quien era muy trabajadora, en sus ratos libres ayudaba a cuidar niños de sus vecinos.

Volviendo a la vida de John, luego de conocer a esta joven, él no podía sacarla
de su mente. Katherina Lorch, John la dibujaba en su mente. Él no podía olvidar
ese nombre ni ese juvenil rostro.

Katherina, bella Katherina.
¡mariposa bailarina ¡.
Tú has hechizado mi ser.
¿Qué puedo yo hacer?

Esa noche en su camarote, John meditaba en el silencio de su habitación. No
era que él fuera demasiado ingenuo en el asunto de mujeres. ¡No! Tampoco él
se consideraba un experto. A sus 33 años ya él había tenido cercanía con varias
mujeres, casi todas mujeres de marinos de puertos y además un par de
muchachas con las que él mantuvo romances. Pero esto que ahora sentía era
diferente. El sentimiento era muy electrizante. ¿Sería el amor?. Pues como
saberlo si nunca lo había tenido, a pesar de sus años que se acumulaban. Solo
había una manera de averiguarlo. Él debería de volver a ver a esa joven tan
especial. No solo eso, él debería platicar con ella. Quizás tomarla de la mano.
¿Sentiría lo mismo? ¡Habría que intentar! No cabe dudas de que mañana
volvería a la tiendita de manteles. 

El día siguiente él procedió con su trabajo de inspector. Él ya estaba por
terminar y el barco seguramente partiría en un par de días. Todo el día pensaba
en la joven. Después del trabajo, por la tarde, se fue ansioso a la tiendita. El
elegante marino entro a la tiendita y lo atendió una de las hermanas de
Katherina. El observó que el padre de ellas estaba en la caja. La otra hermana
acomodaba cosas.¡ Katherina no estaba ¡. John le dijo a la muchacha: " Hola.
Vengo por unas servilletas que hagan juego con un mantel que compré ayer.
Me gustaría entonces que me atendiera la misma joven que me vendió el
mantel. Katherina, creo que se llama ".
La rubia y graciosa muchacha le contestó que su hermana estaba acomodando
mercancía en la parte trasera de la tienda, pero que la llamaría y partió a
llamarla.

Katherina llegó y John la quedó viendo embobado. Él seguía sintiendo ese calor
electrizante. No era ilusión.

La joven tenía el pelo café claro, adornado en una moña. Su vestido era largo ,
recogido en el cuello y su camisa era blanca de mangas largas.

¿En que le puedo ayudar, señor? ; le dijo ella. Él se quedó viéndola en silencio
y luego le explicó que quería servilletas que hicieran juego con el mantel que
había comprado ayer. La joven le sonrió y procedió a mostrarle algunos. Al
final, él se decidió y le compró un juego de servilletas.

Luego, el elegante marino la invitó a caminar por el entorno y a tomarse un
café o lo que deseara. Él se le presentó formalmente. La joven le sonrió
mostrando sus lindos camanances y fue a comentarle esta invitación a su padre
que seguía en la caja. El padre se acercó al joven con la intención de conocerlo
y este último le informó de su condición de oficial del barco escoses recién
atracado en Hamburgo

El joven le dijo a Otto que él era soltero, que vivía en Glasgow y quería ser
amigo de su bella hija. A Otto, el padre de Katherine, el joven le causo buena
impresión y consintió en el permiso.

Esa corta salida fue un momento muy agradable para ambos. La pareja se
detuvo en una cafetería de una esquina y cada uno degusto un strudel de
manzana y un café. Los jóvenes platicaron de sus vidas y ambos se notaban a
gusto con el otro. Luego partieron a caminar hacia el atracadero del barco
escoses y John pregunto si a ella y a su familia les gustaría conocer el barco.
La joven no había estado en el interior de un barco y estaba emocionada con la
invitación.

Al día siguiente, John y toda la pequeña familia Lorch fueron a conocer el
barco. Todos estaban encantados. Al final, John se despidió pues el barco y él
partían el día siguiente.

Los jóvenes se despidieron con alegría y tristeza, a la vez. Ambos se sentían
felices por su enamoramiento mutuo y ansiaban poderse nuevamente ver y
declararse su amor en persona.

El matrimonio de Katherina y John a inicios del año 1864

De regreso en Glasgow, John no dejaba de pensar en Katherina. Él le escribía
cada semana y recibía cartas de ella a los pocos días después.
Así pasaron varias semanas. Al final de este periodo, él le propuso matrimonio
a la joven y le dijo que le escribiría, igualmente, a Otto para solicitarle
formalmente la mano de su hija. Si ambos aceptaban, él viajaría hacia
Hamburgo,  para la boda , en el primer barco disponible.

Otto contesto que John debería enviarle certificados de soltería y de buena
conducta. John los consiguió y a los diez días posteriores se realizaba la boda
civil y religiosa. Una celebración sencilla. El padrino de la boda fue el Capitán
del barco escoses que llevo a John a Hamburgo y la madrina una de las
hermanas de Katherine. John le había comprado a Katherine un hermoso anillo
de compromiso y otro de matrimonio.  La pareja no podría estar más feliz.

Y así fue que Katherine y John iniciaron un memorable matrimonio que los
llevaría por muchas aventuras, iniciando en Glasgow, en el apartamento de
John y que dio inicio a muchos descendientes quienes nacieron en otro
continente y fueron hijos de otras culturas, pero , también, quienes llevaron
en su sangre con orgullo un poco de estos nobles personajes.

Una nueva vida , un nuevo despertar

Mientras la recién casada pareja gozaba de su luna de miel, en un país
lejano, en medio de las Américas, muchos sucesos políticos llamaban la
atención del mundo. Este país, desconocido para ambos, era Nicaragua,
un país que pronto estaría presente en sus vidas durante el resto de los
días de ambos.
No obstante, para ellos, estos días eran días de leche y miel. Días de
disfrutar de su gran amor. Todo lo demás no importaba. Katherina y John
bailaban de felicidad en su nuevo nido de amor, el apartamento de John
que Katherina lo adornaba con toques femeninos y detalles multicolores
alemanes.

Lleno de felicidad, John, quien era un eterno romántico, le escribió y le
canto a su amada el siguiente verso:

Katherina, mi Katherina

No me tienes que amar porque te quiera.
Te quiero porque si, por que me sale del alma.
Tu llenas mi vida de eterna felicidad y primavera.
Eres el sol de mis días y la calma de mi calma.
¡Pero tú sí que quieres, percibo tu alegría!
Cuando me sobas cuando me besas, día a día.
Tus dos camanances te delatan, me encantan
y tu embrujos naturales a  nuestro amor le cantan.
Dulce vida. No quiero a la realidad despertar.
Solo quiero mi tiempo para poderte amar.
Que nuestros días se llenen de tu alegría,
abrazándonos juntos al fin de cada día.

Ella se sentía volar, se sentía amada por su John. Era la felicidad plena.
Katherina era muy hacendosa y, a como sabemos, ella tejía bellos manteles
y colchas. Ella decidió tejer para su cuñada y su cuñado dos bellas colchas
de colores para sus camas, como regalo cuando la pareja pudiera ir a 
visitarlos a Hamilton, a sus casitas de la campiña. John le había contado
sobre su vida familiar y su deseo de que todos ellos conocieran a Katherina.

Ella, por el otro lado, estaba muy feliz de contar con una nueva familia que,
seguramente, serían tan afectuosos a como lo era su amado John.

En la época de esta luna de miel de John y Katherina, corría el año 1865.
Muy a la distancia, en el otro lado del océano, Nicaragua tenía solamente
15 años de ser una nación independiente ya que en 1850 este país firmó su
tratado de independencia con la madre patria España. La incipiente nación
no estaba preparada para gobernar rectamente. No tardó mucho, después
de su independencia, en estallar una cruenta guerra civil por el poder, una
constante que ha permanecido fiel a la historia de esta sufrida nación que
ya lleva 170 años de independencia y de inestabilidad política.
Los sucesos que explicamos a continuación son fundamentales para lo que
luego sucedió en la vida de la joven pareja. Para ello, es necesario que
hagamos una pausa en sus vidas y nos remontemos unos años antes del
casamiento de ellos, ya que todos estos eventos están íntimamente
encadenados a lo que, posteriormente, les sucedería a John y Katherina.

Estos eventos son : 

(1) El descubrimiento de oro en California.
 (2) La ruta de transito atravesando Nicaragua.
 (3) Los sucesos militares en Nicaragua.
(4) El restablecimiento de la ruta de tránsito.

El descubrimiento de oro en California


Una historia paralela que recorrió el mundo fue el descubrimiento de
oro en 1848 en California, una tierra americana del lado del Pacífico.
John sabía de este suceso había ocurrido unos quince años antes de su
casamiento con Katherina y se había regado como pólvora por todo el
mundo. Los sucesos en California continuaron siendo noticias en mayor o
menor grado. En esa época, había carestía económica y desempleo por
todos lados, la gente en general luchaba por una oportunidad
económica, incluso a costa de riesgos.

Al saberse que algunos buscadores de oro se hacían millonarios,
comenzó un recorrido masivo de personas de todas partes, incluso
europeas, hacia California (San Francisco) en persecución de fortuna fácil.
Esta era una aventura muy riesgosa: Partiendo de las costas del
Atlántico, quien quiera que fuera debería atravesar todos los Estados
Unidos en sus débiles carretas, con familias, y enfrascarse en numerosos
peligros, incluso el ataque de nativos indígenas que defendían sus tierras
de estos extraños colonizadores. No fue de extrañarse que muchos
indígenas y muchos viajeros hacia California perecieran.

Los efectos de esta migración repentina fueron espectaculares. Antes de la fiebre del oro, San Francisco (California) era una aldea diminuta, y con la fiebre del oro la aldea llegó a ser una ciudad. Se construyeron escuelas, caminos e iglesias, y se fundaron otros pueblos. Se creó un sistema legal y de gobierno, lo cual llevó a la admisión de California como estado de la Unión en 1850. Los nuevos medios de transporte, como el barco de vapor, entraron en servicio en el estado, y se tendieron líneas de ferrocarril. 
También se inició el negocio de la agricultura, el segundo rubro de mayor
crecimiento en California.

Entra Nicaragua en la escena mundial y se establece la ruta de tránsito
hacia California

La mayoría de los buscadores de oro en California procedían de regiones
del Atlántico (Ej. Nueva Inglaterra) y requerían trasladarse hacia el Pacífico,
que es donde está localizada California. Una travesía que ya hemos
catalogado como muy larga y sobre todo peligrosa.

Los empresarios y, particularmente el millonario Cornelius Vanderbilt,
comenzaron a ponerle el ojo a Nicaragua , ya que este pequeño país tiene
costas en ambos océanos y la distancia de su tierra entre los océanos es
relativamente corta. Además, Nicaragua tiene dos hermosos lagos uno de
los cuales desagua en el Atlántico por medio de un caudaloso rio llamado 
San Juan. Toda esta geografía facilitaba el transporte de un lado a otro de
los océanos. Se vislumbraba con mayor ahínco la posibilidad en Nicaragua
de una ruta marítima e hídrica de menor tiempo y más segura que la de
cruzar toda América del Norte de costa a costa. 
Cornelius Vanderbilt

La ruta en rojo es la ruta pasando por Nicaragua hacia California

Los fuertes empresarios norteamericanos pasaron, entonces, a concretar sus
visiones de crear y operar una ruta hacia California pasando por Nicaragua .A
como hemos mencionado, el mayor propulsor de este novedoso proyecto fue
Cornelius Vanderbilt, el segundo hombre más rico del mundo de esa época.
Fue así que se creó la Compañía Accesoria del Tránsito, que estimaba un
tiempo de 36 días de viaje entre New York y San Francisco.

El propio Vanderbilt, a bordo del barco “Prometheus”, de 1207 Toneladas
Métricas, inaugura oficialmente la ruta del tránsito. Él sale de New York el 14
de Julio de 1851 y llega a Greytown, Nicaragua, el 24 de Julio.(2).

(2 )A continuación, y a bordo del vaporcito “Sir Henry Bulwer”, Vanderbilt inicia
la travesía por el río San Juan y llega a La Virgen, Rivas, el 27 de Julio. El 16 de
Agosto aborda el barco “Pacific” que los lleva a San Francisco y llega a este
último lugar, su destino, el 30 de Agosto, para un total de 45 días de tránsito.
Fue así que, en el primer año de la Ruta de Tránsito, pasan por Nicaragua 1,350
pasajeros. Se firma, entonces, en Nicaragua el Tratado White-Chamorro-
Mayorga otorgando concesiones para la navegación y tránsito de esta ruta por
Nicaragua, inclusive para la construcción de un canal interoceánico, que es lo
que más interesaba al gobierno nicaragüense.

Al año siguiente, 1852, pasan más de 10, 000 pasajeros en la ruta New York-
Nicaragua-San Francisco.
El año cumbre de esta ruta fue en 1854 cuando cruzaron por ella más de 23,000
pasajeros, sumando los que venían de New York hacia San Francisco y
viceversa.
(2) Fuente: Aproximación a la historia del Río San Juan-Joaquín Rabella.

Las directrices mostradas en el mapa anterior indican dos rutas, ambas
partiendo de San Carlos, el pequeño puerto en el nacimiento del rio San Juan,
sobre el Gran Lago.

La ruta preferida era la ruta a través de La Virgen por ser expuesta en menor
grado a las batallas civiles de la época.

Debido a estas constantes luchas entre León y Granada y luego entre patriotas
y filibusteros, los viajeros que transitaban la ruta terrestre de Nicaragua
debían, también, estar atentos a estos peligros y evitarlos, en lo posible. (3).
Cabe mencionar que, a causa de esas batallas entre León y Granada, la capital
de Nicaragua se trasladó en 1850 a una pequeña villa, en ese entonces,
Managua.

(3) Ref. a Adjunto V.

Pero no todo lo que brilla es oro. La guerra civil en Nicaragua y sus
consecuencias para los efectos de esta novela. Se revoca el contrato de
tránsito. (3) Ref. Adjunto V.
Las muchas escaramuzas militares en Nicaragua afectan la ruta de tránsito y
algunos barcos de la compañía de transito son capturados.

Los destacamentos militares atacan San Carlos y en el ataque perecen algunos
viajeros norteamericanos que regresaban por el rio (18 octubre de 1855). Para
rematar, se desata una epidemia de cólera en toda la región del rio San Juan.
En el año 1856, por todas estas razones se revoca el contrato de tránsito con
Vanderbilt.



En 1859, una tempestad desvía el curso del río San Juan causando daños a la
ruta. Ese mismo año, Vanderbilt intenta sin éxito de reabrir la ruta del Tránsito.
Todo lo anterior ocasionó durante algunos años la interrupción de la ruta de
tránsito por Nicaragua.

Se reanuda el transito por Nicaragua. Se firma nuevo contrato en 1864.
Al haberse calmado las aguas de las luchas internas y luego del fusilamiento del
filibustero William Walker (12 de septiembre de 1860´-Trujillo, Honduras), se
firma, en 1864, un nuevo contrato entre el Gobierno de Nicaragua y la Central
American Transit Company. En línea con la previsión de esta nueva iniciativa,
se termina el camino de tierra apisonado entre La Virgen y San Juan del Sur.
Los sucesos anteriores ocurren unos pocos meses después del casamiento de
John y Katherina. En consecuencia, la “Central American Transit Company”
reanuda la Ruta de tránsito la que durará desde 1864 hasta 1869, es decir,
cuatro a cinco años más de tránsitos hacia California.

Vanderbilt viaja a Glasgow y conoce a John Brown

Luego de su casamiento, John se había integrado a su importante trabajo de
inspector de mercancías y de barcos de tránsito. Al llegar, a él le había llamado
la atención la gran actividad del puerto, más que lo usual.

Pasó una semana y el matrimonio iba de maravillas. Katherina esperaba a John
con ansías y con deliciosas cenas que incluían platos alemanes. Estos eran días
de ”rosa y miel”. No obstante, Katherina sentía, ocasionalmente, nostalgia por
su familia de Alemania, pero luego se contentaba ya que John le había
prometido viajar hacia Alemania al menos una vez cada seis meses. La cercanía
y el trabajo en barcos de John le facilitaría estos viajes.


Un cierto día durante el primer trimestre de 1864, John fue llamado a la oficina
de su jefe. Su jefe estaba lo esperaba acompañado por un señor muy elegante.
En esa oficina estaba el empresario estadunidense Cornelius Vanderbilt.

Cornelius Vanderbilt

Después de las introducciones de rigor, el jefe de John le informó que el Sr.
Vaderbilt había hecho varios negocios con los astilleros locales. Actualmente,
este señor había encargado un par de botes a vapor y un barco para reanudar
debidamente la ruta desde Nicaragua hacia California, la que se había
interrumpido recientemente. Sin embargo, había buenas noticias, un nuevo
contrato había sido firmado con Nicaragua hace unas semanas en este año
1864 y se esperaba reanudar la ruta a más tardar en 1866, luego que
estuvieran listos los nuevos barcos que se preparaban en Glasgow.

Todo esto le parecía interesante a John, ¿pero que tenía que ver con él?. El
Señor Vanderbilt tomó la palabra y le dijo que él buscaba una persona
preparada en auditoria de barcos y contabilidad para que le manejara la ruta
de tránsito en Nicaragua. El jefe de John lo había recomendado y al Sr.
Vanderbilt le parecía la persona indicada. Vanderbilt estaba aquí para revisar
los trabajos de los barcos y al mismo tiempo contratar a la persona que
ocupara la función descrita. En resumen, Vanderbilt le ofreció el puesto a John.
El puesto incluía un viaje hacia New York, inclusive con esposa, un lugar de
residencia (El Castillo “La Inmaculada”) y un buen salario. John contestó que lo
consultaría con su esposa y respondería el día siguiente.


Esa noche, John llegó algo agitado a su casa. Ya Katherine tenía, como de
costumbre, preparada la cena.
Ella estaba feliz, pero siempre le preocupaba su familia en Alemania, sobre
todo ante los rumores que se desplegaban en las noticias de guerra contra
Francia. Lo bueno es que John, a como mencionamos, le había prometido a ella
ir a Hamburgo al menos una vez cada seis meses. Conforme ya mencionamos,
con el puesto que él tenía, estos viajes se le facilitaban. Esto la calmaba un
poco. No obstante, su preocupación, ella no se lo exponía a John para no
inquietarlo.

Esa noche, luego que John le hubiera comunicado la oferta que él recibiera,
Katherina explotó en llantos y le dijo que, si ellos partían tan lejos, ¿cuándo
podría ella volver a visitar a su padre y a sus hermanas? John la calmó
diciéndole que era nada más por un tiempo. Ellos no pagarían renta y el salario
sería muy bueno. Se vería, además, esta experiencia muy excelente en su hoja
de vida. La verdad es que, en el fondo, John mantenía un espíritu aventurero
que lo impulsaba hacia nuevos mundos. Al final, la joven cedió, pero con la
condición de ser únicamente por un año.

Al día siguiente, John le dijo su resolución al jefe y este último se lo comunicó a
Vanderbilt. John procedió a firmar el contrato y a acordar, entonces, partir en
unos días hacia un destino desconocido.

John y Katherina visitan a sus parientes de Hamilton

Luego de su boda, John y Katerina habían acordado visitar a los parientes
Brown, pero la visita no se había podido aún concretar. Esta vez, ante la
inminente partida al extranjero, ellos salieron un sábado temprano de Glasgow
hacia Hamilton, una distancia de solo 14 kilómetros, a visitar a la familia de
John y ahora, también, familia de Katherina.

Para ese entonces, las líneas de ferrocarril estaban en vías de construirse y no
habían sido inauguradas todavía. John y Katherina debían ir hacia Hamilton en
la forma tradicional de siempre: En carreta jalada por caballo. Katherina estaba
ansiosa por conocer a su nueva familia. Ella les llevaba regalos, entre los cuales
destacaban los dos hermosos edredones de colores bordados por ella misma.


El matrimonio llegó a la casa de la familia de John, ahora casa de la familia de
Robert, como a las 10 am ese sábado. La familia no los esperaba. Fue una
sorpresa muy feliz y todos acogieron a la pareja con mucho cariño.

Para entonces, Robert y su esposa tenían 3 hijos, ya todos ellos en camino de
la adolescencia. Dos jóvenes y una mujercita. John no podía creer como todos
habían cambiado.

Luego, ante esta feliz noticia, llegaron también su hermana Mary, su marido y
sus dos hijos, una niña y un niño. Katherina estaba feliz de tener esta sencilla y
linda familia que la acogía con mucho amor. John estaba rodeado de sus
sobrinos que no dejaban de hacerle preguntas sobre sus muchos viajes. La
noticia cundió por los alrededores y pronto la casa se vio invadida por los
vecinos miembros del clan Brown.

Pronto los parientes y amigos se encargaron de juntar sillas y mesas, traer
comida y bebida y música de gaiteros. Se hizo una fiesta estilo la boda de
Robert, pero esta vez en honor a John y su esposa. Todos bailaban y cantaban
felices. Al final, la fiesta fue poco a poco silenciándose y John y Katherina se
retiraron a dormir a la habitación que sus sobrinos les habían cedido
gustosamente.
Al día siguiente, temprano, todo el mundo se juntó a desayunar. Luego, la
familia partió al cementerio a ponerle flores a las tumbas de la mama Rosslyn y
a la del tío Robert.

Habiendo visitado a su adorable familia, John y Katherine procedieron a
empacar sus cosas más unos regalos de la familia, los que incluían quesos
hechos en la granja familiar.

Unos poco antes de partir, John y Robert se fueron a caminar por las laderas
del entorno, laderas que los habían visto correr y crecer juntos. Los dos
hermanos caminaron en silencio observando el bello panorama del campo
escoces.

De pronto John le confesó a Robert lo de su viaje a Nicaragua. Robert no tenía
idea de adonde era esto, pero John le contó que quedaba al otro lado del
océano. No obstante, el viaje sería solamente por un año. Pronto se volverían a
ver.


Robert quedó en silencio viendo a su hermano y lágrimas le rodaron por sus
mejillas. No dijo nada, pero abrazó fuertemente a su hermano menor y lo besó
en el cachete. Robert sabía que este viaje era peligroso y quizás por eso ellos
no se volverían a ver. John se quedó muy impresionado y luego el sacó un par
de figuritas de plomo de su bolsillo. Las figuritas eran las de dos marinos
idénticos. Luego, él le dio una a su hermano mayor y le dijo que cuando la viera
pensara en él y en los muchos momentos alegres que ellos habían vivido ; por
su lado, él haría lo mismo. Luego, John se fue a reunir con Katherina y a
despedirse de todo el resto de la familia, quizás para siempre.

Después de regresar a su hogar en Glasgow y sabiendo, también, que pasaría
un buen tiempo antes de volver a ver a su propia familia, Katherina se sentó a
escribir una carta para su padre y sus hermanas, contándole lo del viaje y
prometiendo que en unos meses se volverían a ver. La joven no dimensionaba
lo que le esperaba, de otra forma, ella quizás se hubiera negado a partir. La
joven envió la carta, pero la tristeza la acompañaba.

Katherina y John parten de Glasgow hacia Nicaragua

En un barco marítimo como este, John y Katherina viajaron a New York y luego 
a Nicaragua.



John y Katherina partieron hacia América a mediados de 1864 en un barco
como el que se muestra en la figura anterior. John iba feliz, su sueño de viajar a
tierras exóticas se concretaba. Katherina, por el otro lado, partió con una gran
incógnita en su corazón. Ella no sabía en lo que los dos se estaban metiendo,
pero si sabía que ellos cada vez más se alejaban de sus raíces. La joven, por el
otro lado, observaba a John entusiasmado y no quería arruinarle su
entusiasmo, su preocupación se la guardaba en su interior.

La pareja estaba de pie en la borda divisando como poco a poco la ciudad de
Glasgow y el continente europeo se hacían cada vez más pequeños hasta
desaparecer en el horizonte. Luego, solo mar se veía por todos lados.

El viaje tomó aproximadamente 12 días. El primer día, Katherine se retiró a su
camarote pues se sentía mareada y con ganas de vomitar. John la atendía, pero
tenía que dividir su tiempo entre esto y sus inspecciones sobre la operación de
las maquinas del barco.

Como parte de su trabajo, John telegrafiaba casi a diario sus observaciones
sobre el funcionamiento de las máquinas del barco a las oficinas Vanderbilt en
New York. Mientras tanto, Katherina trataba de sobreponerse a sus mareos,
pero tan pronto se ponía en pie se mareaba. Este malestar le duró unos tres
días. Al cuarto día, ya de tarde, estando John en sus labores de inspección, él
observó con alegría a Katherina caminando por la borda, tomando aire. Su
rostro ya no tenía ese color amarillento de los días anteriores. Ella se veía
mucho mejor.

Ese día fue el mejor día de este viaje marítimo para John. Su preocupación por
la salud de Katherina de los días anteriores lo habían abatido y entristecido. La
alegría de verla en la borda caminar por la noche con el pelo al viento, bella
como él siempre la veía, lo motivó a escribirle lo siguiente:

Mi sirena alemana

Tenues rayos de la luna tejían en el viento.
Las plateadas olas se quedaron sin aliento,
al ver tu figura caminar, altiva sobre el mar,
bella sirena alemana. ¡No te dejare de amar!


Tú has sido dulce bálsamo para mis penas,
haciéndome tirarlas al mar como arenas.
Ámame, que tu amor me hace visualizar
bellos futuros adornando la palabra “amar”.

El resto del viaje fue tranquilo, John y Katherina paseaban por la borda
tomados de la mano y contemplando las espectaculares vistas del mar y sus
resplandecientes atardeceres.

No obstante, Katherina guardaba en si una creciente preocupación. ¿Quizás
sería asunto de su imaginación? No obstante, un par de veces al caminar por
los estrechos corredores, ella se encontró con el capitán del barco que la
saludaba y luego le tomaba la mano y se la besaba, supuestamente en señal de
saludo y respeto. Al partir, él le giñaba el ojo. ¡Algo inusual de un capitán para
una dama!

Ella no le dijo nada de lo anterior a John para no molestarlo. Por esa razón, ella
trataba de mantenerse en su camarote mientras John no estaba a su lado. Un
día, ella oyó que alguien tocaba a su puerta, al abrir vio que era el capitán
quien le preguntó si ella estaba bien atendida y que más podía hacer él por
ella. Ella estaba sola y saludó al capitán, pero no le permitió la entrada. Desde
el marco de la puerta, Katherina le comentó al capitán que todo estaba en
orden y le agradeció cortésmente su especial atención. El capitán se vió
obligado a partir, pero, esta actitud del capitán era inusual y contribuyó a que
la preocupación de la joven esposa se incrementara.

Llegada a Nueva York

El resto del viaje pasó sin mayores complicaciones y un lindo y soleado día de
finales de Junio el barco llegó a Nueva York. La estatua de la libertad aún no
estaba instalada en su lugar habitual. No le había llegado su tiempo. Esa
estatua fué un regalo de Francia a Estados Unidos al cumplirse cien años de la
independencia de la joven y poderosa nación americana, lo cual sucedió unos
diez años después.



La calle “Wall Street” de la época

Nueva York, en esos tiempos, era una ciudad en crecimiento llegando a
sobrepasar a Filadelfia como la ciudad estadunidense mayor de esos años
y de la actualidad.

Ellos estuvieron en esa gran ciudad como unos cinco días, mientras se
revisaban y reparaban algunas pequeñas anomalías que John había señalado
durante la travesía del barco. También, se esperaba la llegada de los pasajeros
que habían comprado su ruta hacia Nicaragua.
Esos momentos en Nueva York fueron hermosos pues ambos estaban libres de
presiones y se dedicaron a caminar por la ciudad y a conocerla lo mejor
posible. Aún no estaba construido el parque central ni los famosos museos,
pero había muchos lugares para distraerse y comer bien.

Pero la semana llego a su fin y luego de haber terminado las reparaciones del
barco y haber embarcado a la tripulación, el barco y sus pasajeros se
dispusieron a partir.

Viaje de Nueva York hacia Nicaragua

El viaje inició tranquilamente, John y Katherina se habían distraído mucho.
Realmente esta estadía era para ellos un necesitado descanso después de
tantas emociones y apuros. A Katherina, sin embargo, este estado de ánimo no
le duró mucho. El capitán volvió a sus andanzas de estarla coqueteando. El
insistía en cenar con la pareja en el comedor. Katherina se ponía nerviosa pero
no le demostrada esta emoción a John para no crear conflicto entre él y el
capitán. Una noche, durante la cena, el capitán fue tan atrevido que rozo su
pierna repetidas veces con la pierna de Katherina. Ella se excusó y dijo sentirse
mal, procediendo a retirarse a su habitación.

El barco continuo su ruta de 14 días hacia San Juan del Norte (Greytown,
Nicaragua); pero antes, había que hacer una parada rápida en Bluefields, un
pequeño puerto en la costa atlántica de Nicaragua. Esto se debió a que el
capitán del barco había sido encomendado por Vanderbilt a entregar unos
documentos a un ciudadano británico residente de ese puerto. (4)

(4) En esos tiempos, se había formado en Nicaragua un protectorado británico en la costa mosquita desde 1837 a 1849 Aunque este protectorado ya había caducado, como resultado, aun existían numerosos ciudadanos y empleados del gobierno británico que se mantenían en la zona.

Ya que este pequeño puerto nicaragüense no contaba con muelle de atraque,
habiendo llegado a Bluefields, el barco fondeó varios metros mar afuera.
Sucede entonces que el capitán asigna a John para que lleve los documentos a
tierra y se los entregue al destinatario inglés. No obstante, el capitán tenía en
su mente una intención obscura. Él estaba locamente enamorado de Katherina
y, con esta acción, el capitán pensaba abandonar a John en Bluefields y partir él
en el barco con Katherina.

Inocentemente, John se fue a tierra a bordo de un pequeño bote de remos que
manejaban dos marinos. Habiendo desembarcado John en tierra firme, él
mando a llamar al ciudadano inglés para entregarle los documentos. De
pronto, John observó como el bote de remos partía , dejándolo en tierra, y el 
barco comenzaba a realizar maniobras de despegue, únicamente a la espera
del bote de remos.

Katherina, por el otro lado, había subido a cubierta a despedir a su marido.
Cuando ella observó estas maniobras dirigidas a abandonar a su marido, ella
lanzó un grito desgarrador que escuchó el capitán del barco y quien salió a
cubierta a ver que pasaba.¡Como si él no formara parte de este macabro plan!

Katherina enloquecida veía como el bote que partió a tierra con John
regresaba sin él y comenzaba a ser izado a bordo y como la figura de John,
desesperado, se hacía cada vez más pequeña.

Presa de una fuerte angustia de dejar, en estas tierras salvajes, a su marido a
la deriva, ella no lo pensó dos veces y se lanzó al agua. En tanto, John, en tierra
, procedía a hacer lo mismo. Ninguno de ellos sabía nadar más allá de unas
brazadas.

Los pasajeros del barco, en su mayoría, corrieron hacia cubierta para observar
estos sucesos, atraídos por los gritos y el alboroto. Todo el suceso era un
horrible espectáculo imposible de ocultar.

El capitán estaba desconcertado. Su plan fracasaba y a él se le imputaría por la
posible muerte de una importante pasajera. El capitán no tuvo más remedio
que dar la orden de parar de izar el bote de remo y acudir a auxiliar a
Katherina. Ella tenía puesto un vestido largo de encaje, de la época, y quizás
esto le ayudo a flotar un poco mientras llegaban a socorrerla.

John, por el otro lado, trataba de avanzar, como loco, en el agua, sin éxito y se
comenzaba a hundir en el justo momento en que un moreno de la costa se
lanzaba al agua a auxiliarlo. El moreno logro agarrarlo del brazo y lo mantuvo a
flote mientras el mismo bote que rescatara a Katherina llegaba, también, por
John y el moreno que lo auxiliaba.

Al reencontrarse ambos en el pequeño bote, los dos mojados hasta los huesos
y chorreando lágrimas de emoción se fundieron en un amoroso y prolongado
abrazo, besándose apasionadamente como si acabaran de nacer de nuevo.

El capitán fruncía el ceño y el resto de espectadores aplaudían entusiasmadamente. La pareja fue llevada a bordo del barco y procedieron a ser revisados por el doctor del barco y a cambiarse de esas ropas mojadas. El capitán, por el otro lado, alego que todo esto había sido un mal entendido. John y Katherina no quisieron seguir con el terrible asunto y no imputaron cargos para mantener la
paz y la seguridad ya que aún faltaban varias horas de travesía.

Su desembarque en Nicaragua en el tercer cuarto de 1864,

A las cuantas horas de navegación del barco, ellos llegaron a San Juan del Norte
(Greytown) el pequeño puerto de Nicaragua donde ellos desembarcaron y se
transfirieron a otro barco. Este último era un barco de menor calado que
facilitara en viaje pluvial por el hermoso río San Juan.

Para cuando John y Katherina llegaron, la población de este pequeño puerto de
transito había sido diezmada a causa e un bombardeo que sucedió diez años
antes. (4)


Bombardeo a San Juan de Nicaragua ( Greytown ) por barco de guerra de Estados Unidos
(4) El 13 de Julio de 1854 sucedió el bombardeo de San Juan de Nicaragua o Greytown.

El Bombardeo fue una acción naval iniciada por el sloop-de-guerra USS Cyane de los Estados Unidos, mandado por George H. Hollins, contra la ciudad de Greytown la cual estaba bajo protección británica. La ciudad fue completamente destruida. Wikipedia. Quizas este despliegue militar fue motivado por la “Doctrina Monroe”. Desde hace unos 20 años, los Estados Unidos venían aplicando la doctrina Monroe.El objetivo de la Doctrina Monroe fue establecer una política exterior frente a la amenaza latente de re-conquista por parte de los imperios europeos de la época.
La esencia de la doctrina era afirmar que cualquier intento de intervención europea en América sería visto como un acto directo de agresión en contra de los Estados Unidos, y este país actuaría en consecuencia. La doctrina es famosa por la frase: América para los Americanos que es la frace dicha por el presidente James Monroe
cuando dio un mensaje a la nación el 2 de diciembre de 1823.

60

Cuando el pueblo fue bombardeado, San Juan del Norte contaba con unas
300 familias, de las cuales unas 100 familias eran de origen extranjero
(ingleses, franceses, alemanes). El bombardeo destruyó casi todas las casas.
Algunas, sin embargo, sufrieron daños menores que sus dueños repararon. Con
el pasar de los años, otros extranjeros llegaron atraídos por la aventura y el
tránsito hacia California, no importando que la ruta de tránsito se hubiera
interrumpido.

Cuando John Brown y su esposa llegaron, el pueblo era como la mitad de lo
que había sido. No obstante, aún había un par de hoteles y una clínica que eran
atendidos por extranjeros quienes prestaban estos servicios a los transeúntes.
John y su joven esposa iban en tránsito hacia el Castillo. Ellos se alojarían en la
fortaleza La Inmaculada, unos kilómetros rio arriba de Greytown. El gobierno

había acordado en el contrato con Vanderbilt brindarle gratis el hospedaje en
la fortaleza de El Castillo a quien vigilara la ruta pluvial del tránsito hacia San
Francisco, en este caso, John. El gobierno tenía interés en que esta ruta fluyera
sin problemas ya que se suponía que atraería un buen número de viajeros y el
resultado sería más impuestos e ingresos para el país, pero, sobre todo, la
posibilidad de construir un canal inter oceánico en Nicaragua.

Katherina y John pierden a su primer bebé

A John le sorprendió agradablemente la exuberante vegetación y el bello
panorama de mar y rio. Todo envuelto en un sol esplendoroso y una calma
relajante. Por el otro lado, Katherine se sentía mal y no estaba de ánimo para
poder disfrutar, a como John, de este llamativo entorno tropical.

61

Luego de descargar sus equipajes, todos los viajeros, incluso John y Katherina,
buscaron alojamiento, o bien durmieron en el barco, a la espera de la llegada
del barco de menor calado que los transportaría rio arriba hacia el Gran Lago
de Nicaragua y, eventualmente, hacia el Océano Pacífico .

Katherine y John se alojaron en un hotel de unos británicos que habían
sobrevivido el bombardeo estadunidense. Ellos habían reconstruido su casa y
la habían convertido en un sencillo hotel de tránsito. Katherina estaba muy
cansada y se fue a reposar casi de inmediato. Se supone que el día siguiente
llegaría el transporte acuático que los transportaría por el río.

Esa noche, temprano, a Katherine le entro fiebre y ella desarrolló un ligero
sangrado. John solicitó ayuda a los dueños del hotel quienes llamaron a un
médico, quizás el único, cuya clínica quedaba muy cerca del hotelito.

Este médico era un joven norteamericano llamado William Thomson quien ya
tenía un par de años de haber llegado, en plan de aventura, pero luego, el lugar
le gustó y se quedó impartiendo servicios médicos gratis a los pobres
habitantes y cobrando módicamente a los transeúntes. Cuando el joven
médico era aún estudiante, atraído por la aventura, él había llegado a
Nicaragua por la ruta de tránsito y le encantó de manera que unos años
después, siendo ya médico, tomó consigo algunos medicamentos dentro de los
cuales llevaba quinina. En el curso de su estadía anterior, él había notada
fuerte presencia de mosquitos y algunos casos de malaria.

 Los abuelos de William habían arribado hace años de Holanda a Norte América.
Su abuelo había sido médico de carácter altruista y había estado en Java,
Indonesia, de adonde se originó la quinina. El joven había heredado de su
abuelo este espíritu médico y de misionero de servicio.

El joven médico revisó a Katherina y determinó que ella estaba embarazada
pero que ella tenía todas las características de un aborto involuntario. Quizás
todo los movimientos y emociones que la joven había últimamente soportado
le habían afectado. Una revisión posterior determinó que el feto ya no estaba
vivo y se los comunicó a la pareja. Katherina no se pudo contener y lloraba
inconsolablemente. El médico les dijo que había que actuar rápido para
salvarla a ella. La joven fue sedada y el médico procedió a hacer los necesario.
Luego, la joven fue puesta en una vigilancia continua y con un tratamiento de
antibióticos. No obstante, ella, definitivamente, no podía viajar por el
momento.

62

Así fue que el barco del río llegó y partió sin ellos. La pareja se quedó en ese
hotelito por unas dos semanas mientras Katherina se recuperaba. Ella
mantenía un silencio y una mirada pedida en el vacío, aún en trance por su
perdida. John la abrazaba y besaba tratando de darle ánimo. Una gran ilusión
les había llegado y se les había arrebatado, desgraciadamente para no volver.

La pareja se instala en El Castillo y John inicia su trabajo para la Ruta de
Tránsito.

Pasadas estas semanas de recuperación, un bote de transito llegó y se llevó a la
pareja y a unos pasajeros más hacia El Castillo y más allá.

Previamente ellos se despidieron del doctor y de sus nuevos amigos que tan
bien los habían atendido en Greytown y quizás a quien Katherina les debía la
vida.

Durante la navegación, Katherina descansaba en un colchón al fondo del vapor
y John observaba boquiabierto toda la exuberante vegetación y algunos
exóticos animales hasta entonces desconocidos por él. John no se terminaba 
de maravillar.

Luego, en su ruta, el barco iba llegando al Castillo para dejar en ese lugar a
John y Katherina y después seguir su viaje con los pasajeros de tránsito hacia
California.

Según un informe de Frederick Boyle, abogado y periodista inglés, a inicios de
la segunda mitad del Siglo XIX vivían en los alrededores de El Castillo 100
personas y existían varios pequeños hoteles que le daban hospedaje a los
numerosos transeúntes

El Fuerte de El Castillo al que llegaron se llamaba “Inmaculada Concepción” y
estaba y está en lo alto de una colina, guardado en ese entonces por algunos
soldados al mando del gobierno de Nicaragua. (5).

(5) l Castillo de la Inmaculada Concepción es una fortaleza de la época colonial, ubicada en el departamento de Río San Juan, Nicaragua. Fue construida a finales del siglo XVII sobre las ruinas de una antigua fortaleza de la época del rey Felipe II de España. Su intención era proteger mayormente a la ciudad de Granada, de mucha importancia en la época, ante las frecuentes incursiones piratas que habían causado grandes saqueos a la ciudad. Cabe notar un hecho histórico muy importante y es que en julio de 1762 , una jovencita criolla-española llamada Rafaela de Herrera y Torreynosa defendió y repelió con éxito el ataque de los ingleses al Castillo de la Inmaculada Concepción. Ella es considerada una heroína
nacional.

La fortaleza de El Castillo es una amplia edificación de piedra que cuenta con
varios niveles. En el nivel inferior hay varios cuartos donde habitaban los
soldados. En la parte inmediatamente superior hay varias habitaciones y un
gran salón, incluso un lugar en donde estaba una capilla de adoración. La parte
superior es una gran terraza de vigilancia con varios viejos cañones apostados que se proyectaban atravesando unos agujeros en el muro perimetral de la
terraza. La vista desde ese punto es impresionante.

La pareja desembarcó y ayudados por los guardias, subieron a la Fortaleza con
sus pertenencias. Desde la plataforma superior, ellos se quedaron
boquiabiertos observando el bello panorama del río y su contorno.

John no había conocido tal esplendor natural en cuanto a exuberancia vegetal
y animal. En su viaje a las tierras altas con su hermano, John se había deleitado
con los bellos panoramas naturales, sobretodo las cascadas y celajes. Esta
naturaleza, sin embargo, era diferente en cuanto a la vegetación y vida animal
sumamente exótica del trópico.

John era una persona inquieta y veía con ansias el inicio de sus labores como
responsable de vigilancia de la ruta del rio y lago, sobretodo rodeado de esta
bella naturaleza.

Katherina observaba el entusiasmo desplegado por John y esto la animaba. Ella
quería contagiarse de ese entusiasmo, pero un hilo de tristeza la detenía.
¿Cuándo pasaría esta angustia por lo desconocido y por la gran distancia de sus
seres queridos? .

La pareja procedió a instalarse en los cuartos de arriba asistidos por dos
nativos que les habían conseguido los guardas de la Fortaleza. Ellos eran:
Arsenio, un indígena local de edad indeterminada, pequeño, pelo negro y cara
arrugada; su sobrina Isidora, joven indígena, sobrina de Arsenio y huérfana.
Arsenio era su protector. Arsenio se convirtió en el secretario de John y lo
acompañaba a todas partes. Isidora se convirtió en la compañera, cocinera,
limpiadora de la pareja. Ambos indígenas hablaban con dificultad el español,
pero eran muy inteligentes y pronto se pudieron comunicar fluidamente. Los
dos eran familia de uno de los guardas. Una característica muy útil de ellos es que ambos, por su naturaleza, poseían muy buenos conocimientos de los usos
de las múltiples hierbas naturales del entorno.

Inician sus vidas en la fortaleza del Castillo

La llegada de Isidora calmó un poco los ánimos de Katherina. Las dos mujeres
conversaban a su manera cada una, pero se entendían. Katherina quería
ardientemente entusiasmarse. El entorno le parecía a ella algo primitivo,
aunque se sentía segura en el interior y con las fuertes paredes del castillo. Ya
que tenía la ayuda de Isidora, Katherina contaba con más tiempo libre y mucho
de ese tiempo lo dedicaba a la lectura la cual la hacía en una mecedora. A
veces, también, ella se subía por las escaleras hacia la plataforma superior a
contemplar la bella vista. Sobre todo, durante las tardes, al ponerse el sol. Ella
también escribía en su diario. Un día, haciendo alusión a su situación aún
melancólica por las múltiples razones ya mencionadas, ella, presa de ilusiones y
de deseos, escribió en su diario un poema para su marido John:

Alma inquieta

Viajero soñador que me ha hecho volar,
tu nutres mi alma de aventuras a soñar.
Alma inquieta como alas de un gorrión.
¿Qué puedo hacer para sentir esa pasión?
Me atrapan deseos de ti y quiero abrazarte.
Quiero fundirme en tu piel y besarte.
Pero me asusta lo que pueda ser y venir.
¡Infúndeme tu emoción y hazme vivir

Los días pasaban y John estaba inmerso en su trabajo , el cual era bien
agotador. La ruta se había establecido y los viajeros fluían y con ellos, él
siempre vigilando que todo fuera en orden. Cuando él tenía tiempo libre se
reunía con Arsenio, su empleado indígena, quien le servía de guía para recorrer
áreas de jungla próximas al río. Arsenio le advirtió de los múltiples peligros y
además le vigilaba para evitar esos riesgos lo más posible. Uno de ellos eran los
mosquitos para lo cual Arsenio había preparado unas porciones de aceite
natural que ambos se frotaban en la piel expuesta. Además, ambos usaban
camisas y pantalones largos.

A John le encantaban estos paseos, por riesgosos y agotadores que fueran. El
sudor era constante al igual que las lluvias. Esto era el precio a pagar, pensaba
él, para deleitarse de la riquísima variedad de especies. John había tomado el
habito de dibujar tantas de esas maravillas tropicales a cómo podía. Le
encantaban los multicolores y deseaba compartirlas con sus familiares, cuando
fuera que regresara a Escocia.

De esta manera, él fue conociendo cantidad de flores, aves y otros animales 
fascinantes.

Un día casi lo pica una culebra amarilla, pero esto no lo detenía. Su fiel guía, 
Arsenio lo alertó pocos segundos antes de que él pisara la atractiva especie.

El fiel amigo William Thomson

Paso el tiempo. Un buen día llegó al Castillo William Thomson, el médico que
había atendido a Katherina. William tenía la costumbre de viajar cada cuatro
meses a Granada y en esa ciudad compraba artículos y daba asistencia médica.

El pasaba un par de semanas en Granada y luego regresaba a Greytown.
Durante estos viajes, a William le gustaba visitar a los Brown Lorch quienes lo
invitaban a quedarse y él les tomaba la palabra y se quedaba en El Castillo un
par de noches. Siempre él llevaba algún o algunos regalos. Una vez les llevó
una botellita con un polvo amarillo llamado “quinina”. William explicó que su
abuelo, quien lo había educado (Su padre había muerto dejándolo muy joven) ,
le había dado varios frascos al saber que William venía para Nicaragua. El
abuelo era un médico holandés que había prestado servicios médicos
humanitarios en el área de los pantanos de Luisiana. La quinina sirve para
combatir la enfermedad de la malaria que entonces estaba causando grandes
daños en el mundo. La enfermedad, a como sabemos, se trasmite por medio
de picaduras de cierta clase de mosquitos.

Conociendo de los dibujos de John, otra vez, William le llevó a John lápices de
colores para que pudiera colorear sus dibujos de la fauna y flora de la región.
Luego de estas ocasionales visitas, William partía hacia Granada. Granada, en
ese entonces, se estaba poco a poco recuperando del gran incendio causado
en 1856 por el loco filibustero William Walker. El malestar de ese terrible
incendio, ocurrido hace como diez años, aún se percibía en la ciudad,
sobretodo en el aspecto de salud. La ciudad se continuaba reconstruyendo,
pero los daños habían sido muy grandes y generalizados.

Por eso fue que William le recomendó a los Brown que, si algún día, ellos
pensaran en moverse a alguna ciudad en Nicaragua , que consideraran otra
ciudad que no fuera Granada, quizás la entonces villa de Managua, ahora
hecha capital.

La ruta por Nicaragua toma nuevos bríos.

En el año 1866 pasan por esta ruta 8,639 personas. Gente famosa de esos
tiempos venían para gozar de esta única experiencia. Por ejemplo, el famoso
escritor sureño norteamericano Mark Twain llega a Nicaragua en 1866 y
recorre la ruta del rio San Juan y conoce el Gran Lago de Nicaragua.

Twain escribió:

“En la travesía nos dieron para almorzar dos pedazos de pan con trozos de
jamón y para cenar un pedazo de jamón entre dos trozos de pan. No hay como
la variedad”, escribe él algo irónicamente en sus memorias.

Katherina procura quedar embarazada

A finales de 1866, Katherina estaba leyendo uno de sus libros y escuchando
música alemana. Ella había avanzado bastante en el conocimiento del español
e inglés, pero aún los hablaba con fuerte acento. La aún joven esposa estaba
leyendo un libro en inglés perteneciente a John. Desde la terraza de la
Fortaleza, ella divisó a un barco que se aproximaba y atracaba en el poblado de
El Castillo. Luego vió que William descendía y la saludaba de largo, él era
seguido de un ayudante local que cargaba una caja , además de la valija usual
de William.

Las visitas frecuentes de William siempre producían alegría. Él era muy culto y
educado y siempre les llevaba algún regalo. Esta vez, William llevó una caja de
vino alemán, para complacer a Katherina y que recordara ella su tierra. Se
trataba de un excelente vino blanco “Liebfraumilch”, o “la leche de la mujer
amada “. Un vino algo dulce y con 10% de alcohol , preparado muy
cuidadosamente en la región próxima a Francia, región donde había nacido
Katherina.

Su atento abuelo le había enviado a William desde Nueva York dos cajas por la
ruta del tránsito hacia Greytown. William se había quedado con una y la otra se
la llevó a sus buenos amigos.

71

La pareja estaba feliz pues tenía un buen tiempo de no degustar vino.
Katherina sugirió que hicieran una buena celebración e insistió que William se
quedara a dormir. Ella llamó a Isidora y juntas fueron a preparar la comida.
Katherina ideó como plato principal unas salchichas alemanas con repollo
agridulce acaramelado. Para ello, las dos mujeres bajaron al pueblo del Castillo
a comprar los ingredientes. Katherina había sido buena cocinera en su casa,
pero hacía un buen rato de eso. No obstante, ella sí que se acordaba y también
le enseño a su sirvienta Isidora.

Los dos hombres se sentaron en unas mecedoras a platicar de sus vidas,
mientras degustaban un poco del buen vino. Isidora les llevó unos pedacitos
de plátano frito con queso para que esperaran cómodamente mientras se
preparaba la comida. John le dijo a William que el trabajo le gustaba y que
había descubierto un mundo nuevo, encantador, pero que le preocupaba
Katherina. Ella no salía y le entristecía a ella el no quedar embarazada. William
le dijo que eso era común en las mujeres primerizas que sufren una gran
impresión, tal y como ella había sufrido ella en Bluefields. El joven médico
agregó que se le deben evitar disgustos. Además, añadió, es bueno tener
momentos de relajamiento como este, con un poquito de vino.

“Con el tiempo” , dijo William, “todo se va a solucionar”. “¿Y si no, que puedo
yo hacer ¿“, dijo John preocupado. “Bueno, si esto llega a suceder, yo te
recetaré unas pastillas de origen hindú muy efectivas que son naturales a base
de Clomífero Citrato que mejoran la ovulación en las mujeres. 

La cultura hindú es milenaria y ellos han descubierto muchas medicinas naturales y las han popularizado. Yo le pediré a mi abuelo estas pastillas. A como sabes, mi abuelo vivió un tiempo en Asia y tiene contactos que las pueden conseguir y enviar.
Claro que tomara varios meses, pero estoy seguro de poderlo hacer”, dijo William.

La pareja y su amigo se divierten: Un merecido descanso

La comida estaba lista. Katherina había adornado la meza con flores de la
región y ella puso música folklórica alemana y escocesa, en su tocadisco viejo
que ellos habían traído de Europa en sus baúles. El ambiente era muy
agradable. Todos ellos disfrutaron de deliciosas salchichas con repollo y
ensalada criolla, asi como quesos locales. De postre, Isidora había preparado unos rollitos de yuca frita bañados en miel de abeja., es decir, lo que se conoce
como buñuelos.

Luego del delicioso almuerzo, la pareja se puso alegremente a bailar e invitaron
a William a acompañarlos. Así pasaron toda la tarde bailando y tomando vino
en un ambiente que ellos no habían disfrutado desde hace muchísimo tiempo.
John estaba bastante tomado y se fue a dormir. Katherina y William partieron a
la terraza del fuerte y allí, ya algo tarde, tomaron café y disfrutaron del bello
panorama del río.

Katherina le confesó a William que ese día ella había sido muy feliz y que ese
momento la había hecho reflexionar sobre su vida. Hasta entonces, ella
definitivamente quería partir hacia Europa. Ya John había cumplido el año y
más de obligación estipulado en el contrato y ella quería que se fueran los dos
hacia Europa. ¡Ya no más de ausencia de Europa y sus familias ¡. 
Pero, ahora, viendo a John tan feliz y pensando en lograr tener un bebé, ella lo repensaba.

William le dijo que, sabiendo que ella deseaba quedar embarazada, pues lo
mejor era estar en calma en un lugar como este, siendo servida y poder
descansar. El trayecto hacia Europa sería muy estresante. A él le parecía
correcto lo que ella le decía de no partir, de quedarse un rato más. “Relájate”,
le dijo él, “y de vez en cuando hagan los dos algo como lo de hoy, algo distraído
y alegre. ¡Rían y bailen ¡. Verás que todo se resuelve. Si no, yo te daré unas
pastillas especiales. Pero, primero traten a ver si resuelven sin pastillas “.
Katherina queda embarazada y nace su primera hija.

La vida continua y unos meses después, Katherina aún no quedaba
embarazada. Los indígenas sirvientes les habían preparado algunas hierbas
preparadas en tés, con miel, pero nada. Siendo así la situación, la pareja
decidió en enero de 1867 solicitarle a William las pastillas que este amigo les
había prometido. Fue así que, dos meses después, las pastillas llegaron y
Katherina quedó embarazada. ¡Que felicidad! ¡La pareja no se podía contener
de contenta!
John siguió con sus muchos viajes de la ruta, asegurándose que todos los
pasajeros estuvieran bien y que los barcos funcionaran igualmente.

Los meses pasaron y el embarazo continuaba normal. John mimaba a Katherina
de todas formas. La alertaba a tener cuidados al bajar o subir los muchos
escalones de la fortaleza. Isidora la atendía todo el día.

Un dia, cuando él llegó cansado del trabajo, Katherina lo estaba esperando con
una cena y vino. Ellos pusieron música se relajaron comieron y bebieron vino al
compás de las músicas de sus recuerdos. Katherina puso un viejo disco de su
padre sobre los vals de Johan Strauss padre y al tocar Fruhlingsstimmen o
“Voces de Primavera”, ella invitó a bailar a John y los dos bailaron
amorosamente este bello vals de los recuerdos.. John , feliz , había preparado
un poema-canto para su amada esposa y bailando con ella le susurró el poema
al oído:

Mi ángel de colores

Ángel de colores que dibujas mis sueños.
Constructora de castillos y cuentos de ensueños.
Creadora de las noches de vinos y de risas.
Cúbreme con tu encanto y tu dulce sonrisa.
¿Qué será de mi vida sin tus arcoíris de colores?.
Sígueme con tus dulces cantos y flores.
Despliega tus regalos de besos y amores
que me hacen levitar con tus suaves albores.

Katherina se sentía volar en las nubes y John la acariciaba con mucho cariño
sobándole su pancita que apenas se notaba.

Unos meses más tarde, ya próximos al alumbramiento, William llegó a
visitarlos. Él iba acompañado de una joven de rasgos nativos llamada Toña y un
niño de unos cinco años Yani, llamado en honor al abuelo de William. El niño
era morenito, pero de ojos azules como los de William y se notaba la bonita
mezcla entre estas dos razas. Ellos iban de tránsito hacia Granada y era la
primera vez que la joven esposa y su hijo visitarían la ciudad. John se les unió
pues, a pedido de Katherine, él iría a comprar algunos artículos para el bebé a
venir, entre ellos un mosquitero.

74

Al llegar a Granada, todos ellos se hospedaron en el hotel habitual de
alojamiento en el que William acostumbraba a hospedarse. Haciendo sus
compras y paseando un poco, el grupo estuvo unos cuatro días en esta semi-
destruída ciudad que aún mantenía un comercio razonable.

John aprovechó para comprar ropita y artículos de bebé, además del
mosquitero, y también, para llevarle unos regalos a su amada Katherina.
Al regresar, William y su familia se quedaron unos días en la Fortaleza del
Castillo, haciéndole compañía a los Brown Lorch. William aprovechó para
impartirle a Katherina y también a Isidora algunos cuidados indispensables
para evitar que el bebé se enfermara. Luego, el joven doctor examinó a
Katherina y le dijo que todo estaba bien y que la fecha del alumbramiento sería
en unos cuarenta y cinco días, es decir, a principios de 1868. El llegaría a la
Inmaculada unos días antes para asistir en el parto.

Ya John había dado a construir una hermosa cuna y Katherina tenía el cuarto
del bebé decorado. La fecha del parto llegó y William estaba allí para prestar
sus servicios médicos. Así fue que Katherina dio a luz a una hermosa niña a la
que bautizaron con el nombre de Carolina Brown Lorch.

La pareja contemplaba a la hermosa niña y bendecían a Dios por esta niña
maravillosa. Todo en ella era un asombro para sus encantados padres. La niña
reía gustosamente y movía sus manitos en plan de juego. Ellos no paraban de
deleitarse.

Se suspende el contrato de la ruta pero el comercio de la ruta continúan
 A como todo en la vida, no todo es felicidad. Una triste noticia le llega a John:
Durante 1868, La Corte Suprema de Nicaragua deroga el contrato con la
Central America Transit Company sobre el uso de la Ruta de Tránsito ´por la
que durante 14 años han pasado 81,448 viajantes de New York a San Francisco
y 75,079 viajantes de San Francisco a New York .
Una posible causa de esta interrupción es la avanzada construcción del
ferrocarril transcontinental de Estados Unidos, el “Unión Pacifica”, que uniría a
las dos costas norteamericanas. 

Dicha ruta se inauguró en 1869. Los viajeros que van hacia California tienen ya la opción, de viajar en ambas direcciones utilizando el tren, en lugar de: (1) arriesgarse a viajar por territorios salvajes en carretas o bien (2) viajar por las rutas centroamericanas. Otra razón es que, a pesar de muchas promesas y algunos estudios, la anhelada construcción del canal proyectado por estas compañías extranjeras no se concretaba y se continuaba posponiendo. Es más, en 1866 el ingeniero C.H. Davis, Contraalmirante de la Marina de los Estados Unidos, hace nuevamente un estudio exhaustivo de la ruta por Nicaragua a petición del Congreso de los Estados Unidos e informa desfavorablemente.

Finalmente, el creciente comercio y utilización de la ruta de tránsito para
exportaciones e importaciones nicaragüenses. Los frecuentes viajeros hacia y
desde EUA y sus transportes de esa época causaban saturaciones en esa ruta
aun en estado virgen.

Para mostrar un ejemplo del creciente comercio por esta vía: El movimiento
mercantil por la ruta de tránsito se acelera hasta el punto que en 1870
representa el 53% de todas las importaciones de Nicaragua. Adicionalmente,
en la zona del rio San Juan se desarrolla una creciente producción cauchera
que llego a alcanzar la cifra de 3,700 toneladas métricas luego de algunos años.

El cultivo de café en Nicaragua también va adquiriendo mayor importancia. 

En 1848 se produce la primera exportación de café, el que fue hacia el puerto de
Mazatlán, en México. Ya para 1849 en Nicaragua se tomaba café regularmente.
A los pocos años, el café llegó a ser el primer rubro de exportación y los
ingresos eran tales que, por primera vez, se vislumbraba un despegue
económico para esta sufrida nación.

Este mismo año, 1868, el buen comercio marítimo ocasiona que transiten por
San Juan del Norte : 16 barcos ingleses, 7 italianos, 5 norteamericanos, 4
holandeses, 2 alemanes y 24 balandras de la Ruta del Cabo Gracias a Dios.
Era evidente, entonces, que la ruta Greytown-El Castillo-San Carlos se
mantenía viva gracias al significativo comercio, exportaciones e importaciones,
de Nicaragua. John había perdido una fuente de empleo al cancelarse el
contrato con la Cía. de la “Ruta de Tránsito “, pero inmediatamente se
vislumbraban para él otras oportunidades de trabajo gracias al creciente
comercio del país.

John y Katherina deliberan que hacer. 

A John se le presenta una nueva oportunidad.
Luego de algunos meses de cancelarse el contrato de tránsito, el trabajo para
el que John había venido se le había retirado. Por el otro lado, no obstante las
mayores oportunidades marítimas por el creciente comercio de Nicaragua por
el río, no había aún nada seguro para John. La situación económica de la pareja
era entonces incierta.

Ya eran cuatro años desde la llegada de ambos a Nicaragua y ellos habían
hecho algunos ahorros, nada extraordinario, mayormente por habitar en la
Fortaleza evitándose el pago de renta por alquiler. Pero, ellos aún tenían que
pagar todo lo demás incluso a sus dos empleados, Isidora y Arsenio. Ellos
deberían decidir qué hacer: Podían montar un negocio en Nicaragua o bien
regresar a Europa.

Ante la situación incierta de empleo, la alternativa de regresar a Europa los
atraía mucho. Sus respectivas familias les hacían muchísima falta. John recordó
con cariño a su hermano Robert y algunas de sus aventuras juntos. Él se fue a
buscar, en su cofre de recuerdos, al pequeño marinero de plomo que cada uno
había guardado hacía ya muchos años, para recordar cada quien a su hermano.
Él tomaba en sus manos, con cariño, al muñequito y pensaba más en su
distante hermano. ¿Cuándo se verían? Solo Dios sabría.

Katherina y John discutían que hacer. 

¿Cuál sería su siguiente paso ¿. Ambos estuvieron de acuerdo de que, independiente de lo que decidieran, la salud de su pequeña hija sería lo más importante.

Finalmente, ambos decidieron confiar en el criterio de su amigo William, sobre
todo por ser un médico amigo. De esta forma, John se despidió de Katherina y
partió hacia Greytown acompañado de su fiel Arsenio. El propósito de visitar a
William era para consultarlo sobre los riesgos de salud para su pequeña hija, en
caso de que la familia viajara a Europa.

Ambos hombres abordaron una de las pangas que estaban disponibles para
rentar y que se mantenían ancladas en el pequeño embarcadero del pueblo “El
Castillo”. Dada la cantidad de transeúntes, estas pequeñas pangas proveían a
los visitantes viajes de turismo o bien de desplazamientos hacia San Carlos o
hacia Greytown. John llevaba consigo el cuaderno de dibujos de animales de la 
región que el, minuciosamente, había preparado durante sus múltiples paseos
por la jungla. Su intención era enseñárselo a William y en caso de decidir no
viajar a Europa, probar de enviar el cuaderno hacia su familia en Escocia en
alguno de los barcos ingleses que atracaran en Greytown.

Una vez en Greytown, los dos se dirigieron a la pequeña casa de William y su
familia quienes los recibieron con mucha alegría. Ya William estaba al tanto de
la situación de John , pues era bien conocida la noticia de la suspensión del
contrato de tránsito. John invitó a William a comer en el restaurante del hotel
al cual él con Katherina habían primero llegado. John quería también saludar a
estos amigos que, cuando desembarcaron en Nicaragua, los habían acogido
con cariño durante un par de meses. Esos meses fueron sus primeros meses en
este exótico país.

Los amigos partieron al hotel y se instalaron en una mesa cercana al río. John le
mostró sus dibujos a William y le pidió si él podría hacérselos llegar a sus
parientes en Glasgow. William le dijo que haría todo lo posible y luego los
pusieron en un sobre con la dirección de los parientes de John.

Posteriormente, este último comentó a su amigo el deseo de él y Katherina de
partir hacia Europa. William les dijo que estaba bién, era su decisión, pero que
él, como médico, no lo recomendaba en este momento, más que todo porque
su hijita estaba aún muy pequeña y podía sufrir trastornos de salud. El viaje
implicaba contacto con muchas personas, algunas de las cuales seguro
transportaban en si virus diversos que la niña podía adquirir. John se preocupó
y decidió, en bien de su hijita, quedarse un tiempo más y quizás montar algún
negocio.

Estando almorzando, el capitán del puerto, a quien ambos conocían, se les
acercó y le comunico a John que recientemente había ido a Managua y había
conversado con el Presidente de la República. Estas eran reuniones ocasionales
para informarle al Presidente sobre los acontecimientos de esta importante
área del territorio. El Presidente había manifestado su interés para que esta
ruta se mantuviera lo más fluida y segura posible pues era bien sabido el
creciente volumen de mercancía que la ruta comerciaba. A manera de mejorar
la seguridad de la ruta, el capitán le recomendó al Presidente que John
continuara en la Fortaleza como una especie de auditor para los barcos y
mercancía que fluían por el San Juan. Por su carácter amable y su eficiencia,
John se había ganado la simpatía de los locales y del mismo capitán. Al ser 
informado, John se sintió muy alagado y acepto la oferta de quedarse en la
Fortaleza, pero con un salario razonable, dada la estrechez económica del
gobierno.

Los dos viajeros se despidieron, al día siguiente, y partieron de vuelta hacia la
Fortaleza. El viaje inició tranquilo, pero al llegar a los rápidos, una sección del
rio próxima a la Fortaleza caracterizada por un aumento en la velocidad y
turbulencia del agua, el remero no tomó la sección de río menos turbulenta,
sino que se desvió un poco. Este viraje causo un violento movimiento en la
lancha e impulso a John hacia el agua. Una fracción de segundos que nadie
podía anticipar y menos John quien no tuvo tiempo de asirse de algun borde o
mecate que le ayudara. Cuando menos lo esperaban, John estaba submergido
en el agua.

Arsenio y el remero estaban en trance, pero al ver que John braceaba con
mucha dificultad, siendo arrastrado por la fuerte corriente y, además,
habiendo Arsenio observado a un gran lagarto sobre una roca próxima y en
plan de tirarse al agua, el fiel asistente no dudo en sumergirse en el rio para
procurar rescatar a su patrón. Arsenio nadaba lo más fuerte que podía y le
gritaba a John que resistiera. Fue un asunto de mucha valentía y algo de suerte
que al fin Arsenio llegara y sujetara a John de su brazo, primero, y luego del
cuello. Los segundos parecían eternos, pero, al final, la lancha se acercó y los
dos nadadores pudieron aferrarse al borde de la lancha e impulsarse adentro
de la misma. ¡Tremendo susto! Todo puede cambiar en fracciones de segundo,
sobretodo en esta zona de muchos riesgos.

Al fin, John llegó a la Fortaleza. Katherina lo esperaba ansiosa y se preocupó
mucho cuando lo vio llegar todo empapado. Ella llevó a ambos viajeros, John y
Arsenio, hacia la cocina para darles de beber bebidas calientes y dejarlos luego
que se cambiaran de ropa.

La vida sigue: Nacen dos niñas.

La vida siguió su curso. Los años se acumulaban. John era muy dedicado a su
nuevo trabajo. Ahora le tocaba viajar, también, hacia Greytown y San Carlos.
Su trabajo era bastante intenso y la paga no era muy buena, pero les daba para
vivir con algunas estrecheces. Luego, ellos fueron bendecidos con el
nacimiento de otra hermosa bebé a quien bautizaron como Julia y a los veinte
meses siguientes, con aún otra linda bebé a quien bautizaron como María
Enriqueta. Ambos partos asistidos por su fiel amigo y médico William. Para ese
entonces, ya se estaba en el año 1872. Con todos estos bebés que cuidar,
regresar a Europa era más impensable.

Ya John tenía cuatro años de trabajar para la ruta de comercio. El gobierno le
agregó aún más responsabilidades pues le pidió que supervisara, además, el
tránsito de San Carlos a Granada. Un tránsito peligroso que cruzaba el Gran
Lago de Nicaragua que era azotado, bastante seguido, por fuertes vientos
acompañados de fuertes oleajes. La paga, sin embargo, seguía siendo la
misma. Hubo dos viajes en los que el oleaje y los vientos hicieron que las naves
casi naufragaran. Era evidente la necesidad de mejorar las embarcaciones,
pero el dinero no llegaba.

La familia Brown Lorch se agrandaba y las niñas, con sus risas y juegos,
alegraban mucho. Katherina e Isidora se multiplicaban atendiendo al cuido de
estas lindas bebes. No había espacio para aburrirse. Por las noches, ella las
acurrucaba y les cantaba canciones de su niñez. Una de ellas, la cual las niñas
recordarían más tarde con cariño, era una de las canciones alemanas que la
mamá de Katherina le cantaba dulcemente a ella, en Alemania y que decía:

Mi niña bella
Baila baila niña bella
Baila baila niña bella.
Te regalare una estrella.
Ríe en lugar de llorar.
Palmea ponte a cantar.
Tu mama le da besitos
a tus hermosos cachetitos
(Besa sus cachetitos)
(Palmeando)
Tac tac tac tac tac tac.
Linda niña, ríe en lugar de llorar
Nuestro Señor te ha de guardar
y tu mama siempre te va a amar.
Princesa, cierra tus lindos ojitos

80

Por sus múltiples viajes de ida y venida sobre el río y el lago, John llegaba a
casa cuando podía. Otras veces, cuando el trabajo no le permitía regresar a la
Fortaleza con la luz del día , él se quedaba en alguno de los pequeños puertos
de la ruta,. Katherina vivía preocupada. Esta era una etapa de sus vidas que
requería mucho sacrificio y esfuerzo. Al anochecer, cuando John estaba en
casa, los dos se abrazaban y se daban ánimo.

Una noche, Katherina le dijo a John que todos estos esfuerzos serían en vano si
él, un día de tantos, naufragara y no volviera. ¿ Como podría ella vivir con ese
dolor, en esa incertidumbre ¿. Ya John tenía varios años de fuerte trabajo con
el gobierno y los riesgos no disminuían.

John la calmaba, pero él sabía que, en el fondo, Katherina tenía razón.
La gota que derramo el balde fue el atraso de pagos de parte del gobierno. El
pago lo hacía el gobierno cada mes y un encargado público se presentaba en la
Fortaleza y le entregaba su paga a John. Sin embargo, el funcionario no se
había presentado durante los últimos tres meses y John tenía que mantener a
su familia de su propia bolsa. Los rumores eran de que el gobierno tenía
problemas de liquidez monetaria. Es decir, trabajando duro en un ambiente
riesgoso y , además, sin paga. Esto ya era demasiado. La situación para la
familia se volvió insoportable.

Era el año de 1875 y fue entonces que ellos decidieron irse a poner un negocio
propio, algo que les permitiera vivir sin tener que incurrir en estos riesgos para
John. Además, con el tiempo, las niñas crecerían y requerirían de otros,
mejores, ambientes que el que tenían en la Fortaleza.

Por razones de su trabajo, ahora con el gobierno, John debía recorrer con
cierta periodicidad la ruta del tránsito, incluso el lago. A Georgetown, por
ejemplo, él llegaba cada tres semanas y siempre se veía con William. Esta vez le
tocaba ir en un par de días y en su mente estaba la decisión, ya tomada con
Katherina, de dejar la Fortaleza y el trabajo del gobierno. John quería discutir
esto con su amigo y asi lo hizo, una vez que John llegara y los dos amigos se
vieran. 
81

William le dijo que, pensando en el futuro de sus hijas, pues a él le parecía que
este plan para los Brown Lorch era una decisión correcta, y luego añadió: “Yo
tengo amigos que poseen un hotel en Granada al que tú y yo fuimos la última
vez. ¿Te acuerdas ¿. Ellos son de origen italiano y de apellido Sampieri y me
han manifestado sus deseos de tomarse unas vacaciones en Italia con sus
familiares, pero, su problema es que aún no encuentran a la persona indicada
que les cuide su hotel. Claro que este negocio sería por unos meses, pero te
puede proveer a ti y tu familia de experiencia real en cuanto a vivir en Granada
y sobre el negocio de hotelería. Luego, tú y tu familia decidirían. ¿Qué te
parece?"

El matrimonio se muda de la Fortaleza.

A John le pareció la propuesta de William muy adecuado a sus necesidades.
Luego los dos hombres regresaron a El Castillo. Katherina estaba entusiasmada
con esta nueva oportunidad. Ya John no estaría tan expuesto a algún accidente
marino. Así las cosas, ellos tomaron su decisión y partieron, con la familia de
John, hacia Granada, su nuevo destino. Isidora había decidido acompañarlos y
ellos estaban felices por eso. Por el otro lado, Arsenio decidió permanecer en
su área del Castillo. Ya una vez en movimiento, montada en el bote y desde lo
largo, Katherina veía como la Fortaleza que los había acogido muchos años se
iba poco a poco perdiendo en el horizonte, quizás para siempre.

Con el apoyo de Isidora, Katherina tendría ayuda, una muy necesaria ayuda.
Cabe mencionar de que ella, en ese momento, tenía un embarazo de seis o
siete meses y los movimientos del lanchón y todo el viaje eran riesgoso para la
joven madre. Ayudaba mucho y daba tranquilidad el hecho que William, su
amigo médico, viajara con ellos. Él se aseguraba en mantener en buen estado
la salud de la amiga embarazada.

Gracias a Dios, el trayecto hacia Granada resultó tranquilo, ese día el lago
estaba sereno. La familia y William desembarcaron y todos se fueron directo al
hotel del Sr. Sampier. Ya John conocía el hotel, un hermoso edificio de dos
plantas y jardín interior con corredores. Las paredes del mismo se notaban aún
ahumadas y algunas paredes estaban rajadas, pero eran paredes interiores. Por
el otro lado, John, por haberse hospedado en ese hotel, ya conocía a los
Sampier y ambos tenían buenas referencias de cada quien.

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Sampier llamó a unos empleados para ayudar a que la familia se instalara en el
hotel. Luego, Sampier y John conversaron sobre los términos del arreglo entre
ambos. Los Sampier partirían en unos días hacia Italia y ellos pensaban estar
fuera unos 4 meses. Durante este tiempo, John se haría cargo del hotel y los
gastos y entradas serían para John. Habiendo acordado los términos, ellos
procedieron a hacerle entrega escrita a John de todo lo del hotel. 

Una semana después, los Sampier partieron a Italia y los Brown Lorch, ya a cargo del hotel, iniciaron otro capítulo de sus vidas. Algo especial que acordaron fue el
modificar el nombre del hotel. El hotel se llamaba “Hotel La Parada”, lo cual no
le gustaba a Katherina quien sugirió modificar el nombre a “Hotel Brown”,
mientras ellos administraran el hotel. Sampier no tuvo objeción y se le cambió
el nombre al hotel.

Los cuatro meses que pasaron en Granada fueron muy rápidos. Ellos notaban
la generalizada falta de salud de la ciudad. Quizás como resultado de la quema
que habían provocado los filibusteros hacía ya unos veinte años. Pero en esos
ambientes todo se movía muy lento. Al niño casi no lo sacaban por miedo a
que se enfermara. Un día, Isidora y las niñas fueron con el niño al malecón de
Granada. Allí se encontraron con una plaga de unas moscas que las llamaban
¨chayules” y que no las dejaban tranquilas. Para colmo, a pesar de los cuidos
hacia el bebé John, uno de esos animales se le metió en un oído al niño y sus
gritos eran angustiosos. Todo el grupo salió corriendo al hotel que, felizmente,
estaba cerca. Lo más pronto que pudieron, ellos llamaron a un médico vecino
quien resolvió el problema, pero el susto fue terrible. El niño casi queda sordo.
Ese día Katherina decidió que, una vez llegados los Sampieri, ellos emigrarían
hacia Managua.

Los Sampier llegaron unas semanas después y John con Katherina les
comunicaron que ellos habían decidido partir hacia Managua. Los Sampier
estaban contentos con el buen manejo se su hotel y permitieron que la familia
Brown Lorch permaneciera en el hotel mientras John encontraba un lugar en
Managua.

La mudada de la familia de Granada hacia Managua.

Luego, a finales de 1876, John partió hacia Managua, la nueva capital. Managua
era entonces una villa en crecimiento. La mayoría de las casas eran sencillas,
de adobe. Pero se notaba bastante movimiento de construcciones, quizás
desde que la villa fuera declarada como capital de la nación, hacia unos pocos
años.  La villa se proyectaba de Norte (Lago ) hacia el Sur.

John se hospedó en un hotel muy sencillo que le pareció el único que había.
Este hecho le dio esperanzas de que quizás sería buen negocio el montar un 
Hotel bien atendido, personalizado y de buena calidad.

John caminó por la ciudad para buscar alguna casa en venta. Fue así que él
encontró una hermosa casa de ladrillos que estaba en venta. La casa pertenecía
a un joven inversionista inglés, soltero, quien se estaba trasladando a Matagalpa
a sembrar café  que era lo que estaba de moda en esa época.

La casa tenía 5 habitaciones y un traspatio que permitía espacio para construir
habitaciones adicionales. Su dueño estaba en proceso de acondicionar la casa
para ser un hotel familiar, pero, luego el cambio de opinión. A John le pareció
todo y el precio que pedía el dueño era razonable y estaba al alcance de John.
¡Bendito el tío Robert quien le había dejado, hace algunos años, esta bonita
herencia  y la cual John había podido conservar!.
En resumen,  John dio una prima y cerró el trato ante un abogado para la compra
de la casa más los muebles, prometiendo el resto en unos días.

John estaba feliz. ¡Al fin un golpe de buena suerte después de tantos años de
estrecheces y accidentes que casi le quitan la vida!.
A los diez días él y su familia celebraban un nuevo comienzo. John y Katherine
bailaban felices el vals " Voces de Primavera"; y las niñas grandecitas corrían
alegremente, mientras la chiquita reía feliz y el bebé dormía en su cunita.

El despegue del nuevo negocio y la familia crece de nuevo

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Los primeros meses en Managua fueron muy agotadores. Previo a abrir al
público, hubo que hacer una limpieza profunda del local y re arreglar la
decoración dándole el toque femenino de Katherina. Ella y Isidora se
multiplicaban limpiando y redecorando todo más cuidando, también, de las
tres niñas y el bebé. John se encargaba de las cosas pesadas, las varias
reparaciones, los contratos y las finanzas. La pareja terminaba cada día
exhausta en la cama. Katherina, a como era su ocasional costumbre, escribe en su diario lo siguiente:

¿Hacia dónde vamos?

Nosotros avanzamos a tientas, vacilantes
y vamos descubriendo las auroras cada día.
Confrontados con momentos presionantes,
a veces inunda nuestro pecho la melancolía.
Sintiéndonos impulsados en un túnel o destino
y a ciegas vamos y otra vez nos encontramos.
No sabiendo hacia donde nos lleva este camino
Pero apoyados el uno en el otro nos amamos.

Fueron días inciertos por el gran esfuerzo y los pocos o ningunos frutos.
Luego, llegó el día de abrir al público el hotel al que llamaron “Hotel La
Mascota”. Felizmente, la buena presentación y atención causo que los clientes
comenzaron a llegar. El negocio progresaba al punto que pudieron contratar a
dos empleadas más. Katherina tenía más tiempo para dedicarle a las niñas y a
su marido.

Así ella pudo mimar y gozar más a sus hijas. Cuando las niñas no podían dormir,
Katherina, a como era su costumbre, les cantaba a sus hijas las viejas canciones
alemanas que su madre le cantaba a ella en su Alemania natal. Como ejemplo:

Cierren los ojitos
Cierren los ojitos,
mis niñas preciosas
y si no los cierran,
el sueño no viene.
Pájaros dormidos
—el viento les mece—.

Con sueño, el sueño
a ustedes se extiende…
Arriba, en las nubes,
las estrellas duermen;
y abajo, en el mar,
ya sueñan los peces.
…Mis niñas queridas,
mis niñas no duermen.
Ángel de su guarda,
dime lo que tienen.
Mama le da besitos
a sus lindos cachetitos.
Duerman niñas bellas.
Les regalaré estrellas
Que venga la luna
que a la estrella mece,
que estas niñas mías
lucero parecen.

Las niñas crecían, todas ellas asistían diario a un colegio religioso cercano y
luego de hacer sus tareas ayudaban, a cómo podían, en el negocio familiar.
John estaba muy orgulloso de todas ellas. El niño John era el mimado de todo
el mundo.

Y los años pasan

Pasaron los años y la agitada vida del hotel continuaba. La clientela era buena y
John había incorporado un par más de dormitorios para clientes, construidos
en una parte del patio trasero. Ya todas las niñas asistían al colegio religioso
cercano al hotel.

Katherina pensó, también, en incorporar al local el servicio de café y repostería
para las tardes. Esto era una costumbre de otro lugar, pero aun no en la
Managua pequeña y colonial. Seguro sería toda una novedad, sobre todo con
los ricos pasteles alemanes de Katherina.

Debido al tropical sol y las frecuentes lluvias, ellos dieron a instalar un toldo
que circundaba la parte exterior del hotel, encima de la acera. Los clientes 
podrían sentarse, a voluntad, dentro del local o bien afuera. La idea fue un
buen éxito. Por las tardes, los clientes, sobre todo jóvenes, venían a tomar
café y a platicar. Algunos empleados del gobierno y algunos otros más se
volvieron regulares. Fue necesario contratar por unas horas a un muchacho
mesero. Todos estos esfuerzos producían lo suficiente para mantener a las
niñas en un buen colegio privado y para vivir una vida sin lujos, pero sin
carestías. Y así llego el año 1881.

Una tarde llegaron dos muchachos delgados, de pelo largo algo descuidado y
con aspecto de bohemios. Ese día el mesero estaba de día libre y Katherina los
atendió. Ellos daban la impresión de ser estudiantes de pocos recursos. Uno de
ellos, de aspecto inteligente y con una mirada bastante despierta, se puso a
conversar con Katherina sobre poesía. El muchacho le dijo que él era de León y
estaba becado. El joven se presentó como Félix Rubén García Sarmientos. El
muchacho tendría no más de 13 o 14 años, bastante delgadito y descuidado en
su apariencia. Ella les tomó cariño y no les dejo pagar por el café y la
repostería.

Katherina no tenía manera de saber que este joven se convertiría más tarde en
el más famoso poeta modernista de la lengua española, es decir, Rubén Darío.

Luego se supo que el joven era, en ese entonces, un escritor nuevo y muy
joven en el diario local “El Ferrocarril “. El muchacho pasó un par de veces más
por el hotel, para saludar y tomar café. John tuvo también la ocasión de
conocer al joven escritor y a él, también, le simpatizó.

El muchacho era bien culto. Él conocía muchas citas de don Quijote y de los
libros de Víctor Hugo y tanto John como Katherina platicaban extensamente
con él. De hecho, a la pareja de esposos, a como sabemos, le gustaba la poesía,
pero, por las ocupaciones de sus vidas, esta dedicación por la poesía la habían
descontinuado. El joven, ocasional visitante de ellos, tuvo la magia de hacer
que la pareja volviera a interesarse en ese arte escrito. Más luego, muy a sus
pesares, el joven poeta se les perdió de vista.

Un par de años más tarde, es decir en 1883, ellos tuvieron la grata sorpresa de
la visita de su amigo William Thomson y su familia. Aní, el hijo de William, era
ya un joven de unos 15 años, bastante alto, más aún que William. La esposa de
William, Toña, había cambiado y se veía muy elegante. El grupo de visitantes 
estaba compuesto, también, por una linda niña de unos 10 años, la hija del
matrimonio quien había nacido en California. T

Toda familia había llegado de San Francisco, Estados Unidos, vía El Realejo, Chinandega, e iban en tránsito hacia Greytown para que la niña conociera y todos ellos visitaran a su familia de esa zona. Los Brown estaban felices y los invitaron a quedarse en el Hotel hasta que quisieran. William les contó que, poco después de la partida de los Brown a Granada, su abuelo se había enfermado y él decidió partir con su familia para Estados Unidos. El abuelo falleció y la familia se estableció en San Francisco donde nació la niña un par de años después. William nunca olvidó a sus amigos John y Katherina. Él y su familia se quedaron con mucho gusto un par de felices días con sus buenos amigos los Brown.

Poco después, llegó de nuevo al hotel el joven amigo poeta, cuyo nombre
había cambiado de Rubén García Sarmiento a Rubén Darío. El venía
acompañado de una menudita joven de grandes y hermosos ojos negros,
llamada Rosario Murillo. El joven había estado en El Salvador y les contó sobre
un libro de poemas suyo titulado “Epístolas y Poemas” el que contenía como
cincuenta poemas. Katherina lo leyó rápidamente y encontró en el libro mucha
belleza poética. Un párrafo de un poema se le quedó grabado en la mente:

Lector, si oyes los rumores
de la ignorada arpa mía,
oirás ecos de dolores.
Mas sabes que tengo flores,
también de dulce alegría.

Eran épocas de crecimiento y estrecheces para el joven poeta.
Katherina escribió en su diario el párrafo poético anterior, con una pequeña
nota sobre su joven amigo. Al poco tiempo, ellos supieron que su joven poeta amigo había partido a Chile. No volvieron a saber de él.

Dos de las jóvenes Brown Lorch se casan. Katherina se enferma.

88

Corría el año de 1883, las jóvenes mayores terminaron lo que en ese entonces
se estilaba estudiar a las jovencitas de su clase. Ellas todas ayudaban a tiempo
completo en el hotel. Las jóvenes eran muy hacendosas y los clientes las
apreciaban, sobre todo los jóvenes que venían al hotel cada vez en mayor
número. Fue así que ellas fueron conociendo jóvenes de la sociedad de esa
época.

Carolina fue la primera que tuvo un noviazgo. Ella conoció a un joven de
Managua de apellido Kattengel y al poco tiempo les pidió permiso a sus padres
para ser novia del joven. El joven se veía bien, de buena familia de origen
alemán, también. A los dos meses de noviazgo los jóvenes se casaron. Fue una
bonita boda en la Iglesia cercana y luego con la recepción en el hotel. Con la
ayuda de sus hijas, Katherina se había esmerado en decorar con flores la Iglesia
y las mesas del hotel. Luego de la boda, Carolina y su marido partieron en luna
de miel y la casa, ya sin Carolina, no fue, desde entonces, la misma. Pero así era
y es la vida. Las niñas se hacían mujer y luego partían.

A los pocos meses, siendo aún muy joven, se casó Julia con Gerónimo Ramírez
Ramírez, un abogado de Managua. El doctor Gerónimo era viudo. El
matrimonio fue similar al de Carolina. Ya solo quedaba Enriqueta quien estaba
terminando el colegio de ese entonces y el joven John Jr. 

El hotel continuaba su funcionamiento, pero se notaba un poco menos
concurrido. Así pasaron unos meses más. Luego, al inicio de 1888 Katherina
cayó enferma de calenturas variantes. Ella se arropaba con frío y luego le
entraba calor. El doctor determinó que la Sra. había contraído malaria. Fue una
desagradable sorpresa ya que ninguno de ellos había contraído malaria cuando
ellos vivían dven la zona del rio San Juan, una zona mucho más propensa a la
malaria que Managua. No obstante, cuando ellos estaban en el Castillo se
tomaban muchas medidas de precaución las que habían sido relajadas en
Managua. Quizás esto tuvo que ve , sumado, también a la cercanía al Lago de
Managua, fuente de agua estancada y nido de zancudos.

Desgraciadamente, a pesar del tratamiento habitual a base de quinina, y
pasado este tratamiento, Katherina nunca se recuperó totalmente. Ella
ocasionalmente sufría ligeros desmayos y su anteriormente carácter enérgico
parecía haberla abandonado. En ese entonces, la medicina tenía muchas 
limitaciones. Después del tratamiento de quinina, lo único que los médicos
hacían era recetarle descanso y jarabes vitamínicos para combatir la posible
anemia que la tenía postrada. Pero no fue más que un paliativo. John la
observaba y trataba de animarla, pero en el fondo, él estaba muerto de miedo.
No sabía que hacer más que brindarle todo su amor, como siempre, y
restringirla para que reposara.
Así pasaron los meses. El hotel funcionaba básicamente en manos de
empleados y con la poca supervisión del resto de la familia que aún
permanecía en él.

Así llego el año 1884. Katherina tuvo una ligera mejoría a finales de 1883,
durante navidad. Ella fue a la Iglesia a la misa del gallo con toda su familia. Tal
parecía que ella estaba en vías de mejorar. Esa noche se la vió muy feliz. Pidió
que tocaran la música de vals que ella amaba y danzó elegantemente con John
mientras sus hijas, hijo y yernos observaban complacidos. Esa noche, ella durmió feliz en los brazos de John.

El día siguiente y los días subsiguiente, Katherina lentamente se fue apagando
como una delicada candela al viento.

El fallecimiento de Katherina

Los dos hijos que quedaban en casa dormían en sus cuartos. Era de madrugada
y John había pasado la noche vigilando a Katherina quien se notaba respirar
con dificultad. John estaba en su escritorio a la orilla de la cama donde yacía
Katherina. Él tomo el diario de ella e inundado de dolor escribió en ese diario el
siguiente poema:

No te atrevas a dejarme
¡No te atrevas a dejarme!
Tu no dejes de abrazarme.
Mi todo, me haces sonreír.
Yo a ti te amo hasta morir.
Seré barco sin vela. Sin tí.
Seré alma en pena. Sin tí.
Yo no sabría existir. Sin tí.
Moriría de angustia. Sin tí.

No te atrevas a dejarme!
Tu no dejes de abrazarme.
Mi todo, me haces sonreír.
Yo a ti te amo hasta morir
Vida ,  me acostumbraste.
A donarme me enseñaste.
Sin ti  seré punto de más.
Si te vas,  yo no tendré paz.

Él le leía el poema y la abrazada, ella le sonreía y le veía con ojos llorosos.
Luego, ella lo quedó viendo profundamente y lo abrazó muy fuerte como
queriendo aferrarse a él. Él la sostuvo con ternura mientras ella se deslizaba en
sus brazos.

Y en los brazos de John, los chispeantes ojos de Katherina se fueron poco a
poco apagando , mientras su hermoso rostro se humedecía con las lágrimas de
su amado esposo.

Él se acostó al lado de su esposa y tomo sus inertes manos en las suyas dándole
calor, más ella ya había partido hacia su Creador. John comprendió su partida y
lloró en silencio más luego explotó y con voz desgarradora , el gritó en voz
alta: ¡Katherina!.

María Enriqueta y John Jr. se despertaron al escuchar los lamentos de su padre
y rápido se juntaron en el aposento de los papas. Ante ellos estaba su padre
deshecho en lágrimas terminando de recitar su poemar convertido en dolor.
Ellas corrieron y lo abrazaron llorando mientras todos contemplaban el cuerpo
inerte de Katherina. Fue un enero muy triste. Katherina fue enterrada en el Cementerio San Pedro y John no quería dejarla. Los hijos tuvieron que sostenerlo pues él estaba deshecho.

Los últimos años de John Brown

John nunca se repuso de la partida de Katherina. La mayor parte del tiempo, a
él se le veía sentado en una silla mecedora en un rincón de su casa, como a la
espera de la llegada de su amada. Poco a poco, a pesar de las muchas
atenciones de sus hijos, él, también se fue apagando.

La mayoría del tiempo, John tenía consigo el diario de Katherina y lo leía
disfrutando de los poemas y otras anotaciones de sus vidas. De esa manera,
John paleaba un poco la ausencia de su amada. Un día el escribió en ese libro
lo siguiente:

A mi Katherina: Mi día, mi noche
Ya se han marchitado las rosas
que tu recogías y así adornabas
la alcoba de nuestros sueños,
el perfume de nuestras almas..
Amor, algún día recorreré contigo
de nuevo, de tu mano cariñosa,
con la alegría de nuevas primaveras,
esos coloridos rosales tuyos..
Los dos nos reiremos flotando
en las nubes de nuestra eternidad
Y ya no se marchitaran tus rosas
perfumadas por el aliento de Dios.

María Enriqueta y John Jr. veían con tristeza como su padre los iba lentamente
dejando. Un día, John padre llamó a Enriqueta y le mostró a un muñequito de
plomo, pintado de marinero. Ya Enriqueta había observado a su padre con este
muñequito, mirándolo en silencio. Nunca se atrevió a preguntarle por su
significado. Pero, ese día John se lo entregó y le dijo: “Este muñequito lo tengo
para recordar a tu tío Robert, mi hermano mayor que vive en Escocia. Aquí
tienes la dirección”, y le entregó un papel con la dirección más un mapa. “Él
debe tener otro igual. Nosotros siempre fuimos muy unidos. Si algún día tu
puedes ir a verlo, llévale este muñequito y dile que nunca lo he olvidado”.

Un poco después, John Brown falleció rodeado de sus tres hijas, su hijo y sus
dos yernos. Su rostro parecía haber adquirido nuevos brillos. Quizás estaba ya
en compañía de su amada Katherina. Él, también, fue enterrado en el
Cementerio San Pedro en la fosa contigua a la de su amada Katherina.
El Hotel fue vendido por los hijos de John. Ya no tenía sentido mantenerlo y les
recordaba a sus padres ya fallecidos. María Enriqueta y John Jr. fueron a vivir 
con la familia de su hermana Julia y su marido Gerónimo Ramírez. Unos meses
después, María Enriqueta se casó con Ignacio Baltodano y la boda se llevó a
cabo en la casa de Julia y Gerónimo. Carolina y su familia se fueron a vivir a
Estados Unidos.

Mama Queta (Maria Enriqueta Brown Lorch , tercera hija de John Brown ) y yo.

Era el mes de noviembre del año 1950 , yo tenía siete años y me encontraba
temperando en la casa de Mama Queta en Diriamba, mi querida bisabuela e hija de John Brown.

Mama Queta caminaba lentamente por el largo pasillo que le daba vuelta al jardín.
Ella tenía en sus manos su rosario de plata cuyas bolitas movía con sus ancianos
dedos al compás de las oraciones del Ave María. Ya eran las 11 de la mañana,
su hora del Rosario.

Mama Queta era miembro de las Siervas Franciscanas quienes seguían el ejemplo
de San Francisco de Asís. Por esa razón, ella también usaba un escapulario café
en señal de su devoción hacia este Santo Católico.

En señal también de su entrega a la Iglesia, ella había donado para beneficencias todas sus joyas y vivía una vida austera en esta gran mansión que su marido le había construido. Además, cuando su marido vivía, ella donó a la Iglesia un hermoso altar de mármol traído de Italia y otras varias donaciones, como por ejemplo el dinero para la construcción de un impresionante púlpito , tallado en madera preciosa. Actualmente existe y está ubicado en la hoy Basílica Menor de San Sebastian en la ciudad de Diriamba, departamento de Carazo, Nicaragua.

Ese día, mientras ella  caminaba rezando el rosario, yo la observaba con cariño
mientras jugaba con una bola de football en el amplio jardín en cementado,
al centro del corredor. 
 
A mama Queta le gustaban las plantas conocidas como mil flores que en Diriamba florecían muy bonitas. En ese jardín donde yo jugaba ese día, ella había mandado a colocar varios maceteros altos de cemento con adornos y allí le mantenía el jardinero, bien cuidadas, sus mil flores de colores, sobre todo las celestes.

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Todos los años, mis abuelos ( Mi abuelita María Catalina o Katherina y mi abuelo Alejandro, su marido ) se trasladaban desde Diriamba a la casona de la finca San José desde noviembre hasta enero ya que mi abuelo Alejandro vigilaba hasta noche la despulpa del café en su beneficio.
En ese entonces, yo tenía una maestra, la niña Irma, que me daba clases de kínder y primer grado. Por eso, mis abuelos me dejaban durante un par de meses en Diriamba con mi mama Queta ( La mama de mi abuelita María e hija de John Brown ), para no interrumpir mis estudios.

A mí me gustaba quedarme en esa gran casona y, según yo, cuidar a mi mama
Queta. Ella era una ancianita linda y tranquila. Caminaba bien recta con sus
anteojos que dejaban ver unos ojitos como estrellitas. Ella vivía, entonces,
solita con sus empleadas en esa gran casona.

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La gran casa, la más alta, era la casa de Mama Queta y Papa Nacho
en Diriamba, a un costado de la Iglesia (Ahora Basílica). Lo que no me gustaba de esa estadía eran las noches en esta casa tan grande rodeada de pinturas en las paredes. De noche me daban miedo. 

La  gran casa tenía dos escaleras de mármol que se juntaban en el segundo piso.
Allí no me era permitido llegar , además me aterrorizaba .

En la pared de cada escalera había dos pinturas como de 4 o 5 metros cuadrados
cada una. Enormes. Una de ellas era de color café muy claro con rayos de luz
amarillos, mostrando a un ángel rubio y sonriente, con un jardín al fondo. La otra
era de un tono obscuro y mostraba al mismo ángel durmiendo en los brazos de un
hombre musculoso y de barbas.  No me gustaba verlas. Esto era demasiado
para un niño pequeño como yo.

Lo que sí me gustaba era ver las muchas pinturas del salón principal de la casa.
En ese gran salón, en la parte inferior de los tres lados de la pared, se habían 
pintado varios angelitos risueños, todos juntos, de distintos colores y con
diademas de ramas de olivo en sus cabezas.  En el techo, se notaba también,
la pintura de un florido jardín al que llegaban volando cuatro ángeles rubios.
Todas estas pinturas me alegraban. Eran para mí como frescor de primavera.
Ese día yo me acerque a mi mama Queta y la tome de la mano mientras ella
terminaba su Rosario.  Yo le respetaba sus oraciones. Luego que ella terminara,
yo le dije: “¡Mama Queta, hoy me felicito la niña Irma por que pude resolver los
problemas de matemáticas!.. Con su español que pronunciaba con ligero acento,
mi mama Queta "Que bien. Supongo que quieres tu premio. ¿No? Bueno,
vamos pues a buscarte un caramelo". Mama Queta y yo fuimos a la cocina y allí,
dentro de una caja de lata, ella saco y me dio un caramelo grande y redondo.
Yo me lo comía feliz. Luego, mi Mama Queta se fue a descansar, antes del almuerzo.

Por la tarde llegaba a jugar cartas con ella el Cura Párroco Padre Pío. Mama
Queta era de rutinas , a como somos todos los viejos.

El día siguiente, después de su habitual rosario, Mama Queta y yo nos fuimos al
gran salón. Yo quede viendo maravillado el entorno de pinturas de la pared y
el techo y le pregunte por su significado. Ella me dijo: " Te lo contare, pero vamos
a sentarnos. Yo ya estoy muy vieja y me canso mucho";. Mama Queta ya tendría
como ochenta y pico de años quizás noventa. Su cabecita, sin embargo,
se mantenía de maravillas.
Ella me dijo: "Mi abuelo se llamaba Otto". Él era alemán. Yo no lo conocí pues
él nunca vino a Nicaragua y cuando Ignacio (Papa Nacho) y yo fuimos a Alemania a Hamburgo, ya él había fallecido. Pero mi mamá me contaba que mi abuelo era aficionado a escuchar música y su compositor preferido era Johan Strauss Padre.
 
Algún día, Danilito, vas a saber de él y de su música. Pero entre sus composiciones, la preferida de mi abuelo y también de mi madre es:" Frühlingsstimmen o "Voces de Primavera". La pintura del techo hace honor a este bello vals. Por eso las flores y el tono de alegría mostrado en esa pintura".
¿Y los angelitos, Mama Queta?;, dije yo. Ella me quedó viendo con cariño, a como
era ella y me dijo:  Esos angelitos son en alusión a mi Ignacio. Él me decía que yo
era su ángel ¡Mi Ignacio!¡Que rápido pasa el tiempo!. A Mama Queta
se le mojaban sus ojitos. Yo la abracé y luego llamé a su empleada, la Chon,
para que le trajera su medicina.

A mí me quedo un sentimiento de pertenencia. Había algo más grande que yo en
todo este entorno, en estas historias de mis antepasados.

Picado por la curiosidad, como todo niño, el día siguiente le pregunte a mi
Mama Queta sobre las dos grandes pinturas por las escaleras. Las que me
asustaban. Mama Queta con su usual sonrisa me dijo: "Estas pinturas hacen
alusión a mis queridos padres: John y Katherina. Él le decía a ella que ella era
para él su todo: Su día y su noche. Su día porque ella lo llenaba de luz, de vida.
Su noche porque ella le brindaba amor, descanso, protección. Ellos se amaban
mucho. Y así yo y nuestros hermanos aprendimos a amar y donarnos, como
nos enseñaron mi mama Katherina y mi papa John.

Siendo un niño muy curioso, yo le continué preguntando a mi mama Queta.
Me gustaban mucho sus historias. Luego le pregunté:” ¿Y quién pinto esos
murales, mama Queta?”. Ella me dijo: “Fue un pintor llamado Hans de origen
austríaco que conocimos en el La Mascota de mis padres. Él vino solo de
Austria y se casó, después de un tiempo, con una joven mestiza que nos vino
a presentar. El joven Hans le simpatizó a mi Ignacio y conversando en el Hotel
supimos que el joven era pintor. Como mi Ignacio estaba en proceso de construir
esta casona, Ignacio contrató a Hans para que hiciera los murales bajo mis
ideas. Hans fue tan amigo que incluso lo invitamos Ignacio y yo a nuestra boda
que se hizo en casa de mi hermana Julia y su marido Gerónimo “.

¿Mama Queta, de adonde venia el abuelo John?. Mi Mama Queta me quedó
viendo y me dijo: Mi papá era escoces. Mi Ignacio me llevó a Escocia y luego
fuimos a Alemania tal y como te conté ayer. Yo le pregunté:¿Y qué paso allá
Mama Queta?;. Mama Queta hizo una pausa y sorbió un poco de agua. Luego
ella inhaló un poco de su puro. A Mama Queta le gustaba fumar unos puros
delgaditos que le preparaba la Chon, su empleada.

Danilito, estos son lugares muy distantes. Son otros mundos. Quizás algún día,
cuando yo ya me haya reunido con mi Ignacio, tu conocerás estos lugares .
Mama Queta hizo una pausa y continuo:
Tu abuelo Ignacio y yo fuimos en barco a Glasgow, una gran ciudad escocesa.
Luego, tomamos un tren hacia una pequeña ciudad que se llama Hamilton.
Mi papa había nacido cerca de esa ciudad, en la campiña. Él antes de morir 
me indicó la dirección por si algún día yo podía ir y así fue. Luego, él me dió
un muñequito de plomo pintado como un marino. 
Este muñequito era muy valioso para él y yo lo guardé como algo preciado todos esos años.

Mama Queta tomo unos sorbos de agua e inhaló su puro, antes de continuar.
- Cuando mi padre, antes de partir a Nicaragua ,se despidió de su querido hermano Robert, a mi tío Robert, mi padre le entrego un soldadito de plomo igual a otro que mi padre siempre guardo y que yo llevé conmigo a Escocia. La idea era que ese marinerito, al cada uno tenerlo y verlo, les recordaría sus mutuos recuerdos y cariños que los unían como hermanos y que nunca se desvanecerían .
Mama Queta hizo otra pausa. - Tomó agua. Fumó su puro y quiso continuar, pero ya estaba muy cansada. Lista para su siesta de medio día.

Yo la dejé descansar y otro día,  seguro , continuaríamos con esta
fascinante historia familiar.

Al día siguiente, Mama Queta y yo retomamos la historia de nuestra
familia europea. Ella me dijo: Ignacio y yo, pues llegamos a la antigua casa de los Brown, en el campo de Hamilton.

Su hermano Robert había fallecido y dos de sus hijos y sus familias aún vivian en esa casa. Ellos llamaron a su tía Mary, mi tía, también, ya entrada en años, y ella,
al llegar y conocerme me abrazó y se puso a llorar. Fue un momento muy emotivo
Mama Queta continuó:
- Luego, los hijos de Robert nos llevaron a su tumba, junto a sus padres
y su tío, en una hermosa colina. Yo saqué y les mostré el marinerito de
plomo y ellos me dijeron que su padre siempre lo guardaba de tal forma que,
incluso, lo habían enterrado con él. Yo procedí a entregarle a mis primos el
otro marinerito y ellos procedieron a enterrarlo en el mismo sitio en que
enterraron al tío Robert. Luego, fuimos a la casa y nos despedimos. Prometimos
regresar, pero no nos fue posible a causa de las guerras mundiales.

Yo, para entonces, me sentía con mucho sueño . Esta historia había sido demasiado para un niño pequeño. Yo me dormí profundamente sobre el regazo de mi mama Queta. 

Al día siguiente, luego de haber terminado su Rosario, mi Mama Queta me
llamó.“¿Si Mama Queta?”, le dije. Ella me contestó: “Ayer te me dormiste,
Danilito, y no escuchaste mis historias familiares”. Luego añadió:
“Siéntate y te las repetiré”. “Bueno, Mama Queta”, dije yo.
A mí me gustaba escuchar estas historias y a Mama Queta parecía que
también a ella le gustaba contármelas. Yo la escuchaba atentamente tratando,
en mi pequeña mente, de grabar todo lo que ella me contaba de su padre, de su madre, de los familiares de ellos. Yo encontraba todo esto muy fascinante.

Todos los días, Mama Queta me contaba algo nuevo o me repetía algo relevante. Era tal mi interés que yo mismo le recordaba a mi Mama Queta que ya era hora de que me contara una historia nueva. Ya los cuentos de la Chon no me llamaban la atención y podía dormir bien de noche. Nunca pensé que algún día, tratando de recordarme lo mejor posible yo escribiría sobre estas historias de nuestros antepasados,

EPÍLOGO

Mi mama Queta voló al cielo a juntarse con su Ignacio y con sus padres John y
Katherina y sus hermanos. Ella había sembrado muchas semillas de cariño. Así
la recuerdo, amorosa con sus ojitos de estrella y contándome sobre John
Brown y su Katherina.

La vela de mama Queta se efectuó en el gran salón de su casona . Allí estaba
ella , dormidita, con su rosario en la mano y vestida de tela café que, me
dijeron, era en honor a haber sido miembro de las Señoras Franciscanas.

Yo la veía y lloraba y quería tomar sus manitas, como tantas veces. Pero no
podía. Poco a poco, ella fue convirtiéndose en una parte luminosa dentro de mi
baúl de recuerdos. De igual manera,  también , todos esos queridos parientes
sobre los que ella me contara: John Brown, Katherine Lorch y sus familias.
Luego, yo enjuaguémis lágrimas y volví a ver el techo y contemplé la colorida
pintura que representaba "Voces de Primavera". Eso me tranquilizó y me dio
esperanzas. Entonces yo cerré mis ojos y vi como todos ellos bailaban felices
el maravilloso vals de Johan Strauss.

A un lado, en el fondo, contemplé, ahora sin miedo, los dos hermosos murales
que representaban "El Día" y "La Noche". Cerré de nuevo los ojos y vislumbré a
una hermosa pareja que partiendo feliz de la luminosidad de "El Día" se dirigía
abrazados en amor hacia la tranquilidad y silencio de "La Noche" Ellos me
volvieron a ver sonriendo y supuse que serían John y Katherina, mis honorables
ancestros que , muy felices, me saludaban desde lejos.

                                                        FIN

Bibliografía

Nicaragua- Doctor Alejandro Bolaños Geyer.
Aproximación a la historia del Río San Juan-Joaquín Rabella
Historia de Escocia-Lonely Planet
Historia de Escocia-Wikepedia
Enfermedades virales de las papas-Wikipedia
Jerónimo Ramírez Ramírez y sus más de mil descendientes-Claudia Belli M.
Otto von Bismarck-Wikipedia
Ephraim George Squier a John M. Clayton (Granada, 23 junio 1849) Microfilm
M-219-5, National Archives, Washington, D.C.
El protectorado Britanico en la costa mosquitia , 1837-1849EL .Rafat Ghotme
Rio San Juan de Nicaragua, Siglo XIX. Colecciones Nika Cybermunicipios.
Revista vinculando. “Breve historia del café en la altiplanicie de Nicaragua”. Eddy Khul
Arauz.
Nicaragua, sus genes y paisajes. E.G.Squier.
La invasión filibustera de Nicaragua y la Guerra Nacional

AGRADECIMIENTOS:

Mis sinceros agradecimientos a mis parientes que me ayudaron con información, fotografías y aliento para que yo pudiera escribir esta novela. Sin esa ayuda, este escrito no hubiera sido posible. Me permito hacer 
mención particular de:
  1. Julia Marcia Baltodano Ramírez
  2. Leana González de Ibrahim
  3. Dora Luz González Baltodano (q.e.p.d.)
  4. Lolo Morales González

ADJUNTOS

ADJUNTO I: MAPA DE ESCOCIA
ADJUNTO II: LA TRADICIONAL VESTIMENTA ESCOCESA, EL KILT
ADJUNTO III: BREVE HISTORIA DE ESCOCIA
ADJUNTO IV: BREVE HISTORIA DE LA GAITA ESCOCESA
ADJUNTO V:LA GUERRA CIVIL DE NICARAGUA DEL SIGLO XIX Y SUS
ATROCIDADES
ADJUNTO VI: ALGUNOS DECENDIENTES DE JOHN BROWN Y KATHERINA
LORCH
ADJUNTO VII: ALGUNAS FOTOS DE FAMILIA
ADJUNTO VIII: NUMERO DE VIAJEROS POR LA RUTA DE TRANSITO
ADJUNTO IX: CRONOLOGÍA DE EVENTOS FAMILIARES

ADJUNTO I
MAPA DE ESCOCIA


Escocia y South Lanarkshire

Actualmente, Hamilton es una localidad del concejo de South Lanarkshire, en el
centro-oeste de Escocia, Reino Unido. Sirve como centro administrativo del
ayuntamiento de South Lanarkshire y cuenta con una población de 53 188
habitantes en el censo de 2011. Se ubica a 14 km hacia el sudeste de Glasgow y a
56 km al sudoeste de Edimburgo en la orilla...


ADJUNTO II

La tradicional vestimenta escocesa (Kilt) Origen del kilt

El origen de la falda escocesa se remonta al siglo XV, en la región de las Tierra
Altas de Escocia, las Highlands, Allí los habitantes de la zona utilizaban a diario
una prenda de tela de tartán, tela de cuadros escoceses, cuyos colores se
obtenían de forma natural, de plantas y raíces Luego, el uso del Kilt se limitó 
únicamente a ceremonias especiales.

Epoca Actual, joven con vestimenta escocesa, tocando la gaita, Instrumento típico
escocés.

Epoca Medieval

ADJUNTO III

Breve historia de Escocia

Escocia toma su nombre de «Scotus», término latino que significa «irlandés» (la forma plural es «Scoti», «irlandeses»).​ Esto hace referencia a los colonizadores gaélicos de Irlanda, país que los romanos inicialmente llamaron «Scotia» (forma femenina de «Scotus»).​ Los irlandeses que colonizaron la actual Escocia eran
conocidos como «Scoti». Los romanos de la Alta Edad Media utilizaban el nombre «Caledonia» para referirse a la actual Escocia.

El Reino de Escocia fue un estado independiente hasta 1707, fecha en la que se firmó el Acta de Unión con Inglaterra, para crear el Reino de Gran Bretaña. La unión no supuso alteración del sistema legal propio de Escocia, que desde entonces ha sido distinto del de Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte, por lo que es considerada en el derecho internacional como una entidad jurídica distinta. La
supervivencia de unas leyes propias, y de un sistema educativo y religioso diferenciado forman parte de la cultura escocesa y de su desarrollo a lo largo de los siglos.

Surgido en el siglo XIX, el independentismo escocés ha ganado influencia desde finales del siglo XX; representado por el Partido Nacional Escocés que aboga por la independencia de Escocia​ y obtuvo la mayoría absoluta en el Parlamento escocés en las elecciones de mayo de 2011. En 2014, el gobierno escocés y el gobierno conservador de David Cameron llegaron a un acuerdo para plantear
un referéndum sobre la independencia escocesa que se celebró el 18 de septiembre de ese mismo año ganando la continuidad en el Reino Unido por 10,6 puntos.

ADJUNTO IV - Historia de la Gaita Escocesa

La gaita, el instrumento nacional de Escocia, es un instrumento de viento
madera que utiliza cañas cerradas alimentadas por un depósito constante de
aire en forma de bolsa. Las gaitas escocesas de las Grandes Tierras Altas son las
más conocidas en el mundo anglófono; sin embargo, las gaitas se han tocado
durante un milenio o más en grandes partes de Europa, el norte de África y
Asia occidental, incluyendo Turquía, el Cáucaso y alrededor del Golfo Pérsico.

El término gaita es igualmente correcto en singular o plural, aunque los
gaiteros suelen referirse a las gaitas como “los tubos”, “un conjunto de tubos”
o “un soporte de tubos”.. Su origen es remoto. Se cree que fue utilizado por los
pueblos babilonios, hebreos, fenicios, romanos y celtas. No se sabe
exactamente cuándo apareció la gaita, aunque se conservan pinturas y
grabados del Antiguo Egipto en las que se representan a músicos tocando un
instrumento muy semejante a la gaita actual.

ADJUNTO V - LA GUERRA CIVIL DEL SIGLO XIX EN NICARAGUA Y SUS 
ATROCIDADES

Habiéndose Nicaragua proclamado nación independiente (30 abril de 1854), Fruto
Chamorro se convierte en el primer presidente del. país. A raíz de las reformas
constitucionales, estalla la guerra civil entre los conservadores de Fruto Chamorro y los liberales de León (Máximo Jerez y Francisco Castellón). Los liberales se toman Granada, Rivas, San Carlos y El Castillo. Luego, los conservadores los recuperan. Los liberales de León contratan al sureño estadounidense William Walker quien llega en 1855 a Nicaragua por El Realejo. Walker captura el vapor La Virgen de la Cía. Accesoria del Tránsito y toma Granada donde establece su cuartel general.

Después de múltiples escaramuzas, Walker se apodera del Gobierno y establece la esclavitud en Nicaragua en agosto de 1856. Los dos partidos políticos de Nicaragua , e inclusive las naciones centroamericanas, se unen para derrotar a Walker. El ejército unido sitia Granada. Ese sitio es uno de los más largos y crueles que conoce la Historia de Centroamérica. Se prolongó tres semanas y el lugarteniente de Walker, el Filibustero Henningsen, siguiendo las órdenes de su jefe, incendia Granada (14 diciembre de 1856), dejando tras el solo las ruinas de lo que había sido una encantadora ciudad centroamericana.

Finalmente, Walker es expulsado del país, pero regresa a sus andanzas y es capturado y fusilado en Trujillo, Honduras, en 1860.

TESTIMONIO DE EPHRAIM GEORGE SQUIRE SOBRE LAS ATROCIDADES EN RIVAS

Pero no solamente los filibusteros cometían atrocidades. Un famoso periodista de Nueva York, en esa época visita y recorre Nicaragua y en 1849 escribe lo siguiente:

“Cunden miles de rumores acerca de la situación en Rivas. La ciudad está casi
destruida. La población sufrió masacre y pillaje en general. A numerosas
personas las sacaron de sus hogares para matarlas en la calle, los asaltantes
salvajes se llevaban y violaban a las mujeres y el perverso de Bernabé