El padre de John había sido uno más de los agricultores de esta area. Él y los
demás de su clan cultivaban comunalmente: papas y cereales y tenían,
también, ganado y cabras para la leche y quesos. Era una vida sencilla, pero les
daba suficiente para vivir muy módicamente.
Todos ayudaban, incluso las
mujeres, y la ganancia se distribuía entre las varias familias del clan.
Los niños asistían a una escuela cercana que les impartía los conocimientos
básicos hasta alcanzar lo equivalente a cuarto o quinto grado de los colegios de
hoy día.
En ese entonces, ellos tenían 11 y 12 años y cursaban lo que es
ahora el cuarto grado. La expectativa para los niños es que aprendieran lo
básico o bien continuar hasta 5º. Grado para luego incorporarse a ayudar como
granjeros en el campo.
Ya John y Robert, aun siendo niños, lo hacían después
del colegio.
A John le gustaba mucho su sencilla clase de geografía. Soñaba con viajar a los
remotos lugares que se mencionaban y jugaba con los otros niños a ser un
explorador de otras tierras diferentes, desconocidas.
La vida en el campo escoces era muy sencilla. Primero estaban las labores
agrícolas. Luego, por las tardes, después de sus labores de campo, los
campesinos adultos y ancianos se limpiaban, se mudaban y se colocaban en fila
o ruedas a platicar. Las mujeres tejían y los hombres hablaban de las cosechas
o de los sucesos del entorno.
Los niños jugaban y corrían. Luego, cada quien se
retiraba a sus humildes viviendas a calentarse y cenar, pues las tardes y noches
eran frías. Muy raramente, los aldeanos salían de sus campiñas hacia el mundo
exterior.
El padre de John se llamaba como él y tenía un único hermano, mayor, que se
llamaba Robert, tal y como el hermano mayor de John.
El tío Robert era muy
inquieto y aún joven partió a buscar fortuna a Glasgow, la ciudad cercana que
crecía mucho y siguió creciendo hasta convertirse en una gran ciudad.
Glasgow era un centro industrial y cultural que se desarrolló mucho en el siglo
XIX, llegando a ser la segunda ciudad de Gran Bretaña, incluso más grande que
Manchester.
El gran río Clyde fluye a través de la hermosa ciudad y permite
acceso al Océano Atlántico y abre la ciudad al comercio marítimo.
Este río fue
sometido a diversos trabajos de dragado que fueron acomodando mayores
embarcaciones, atrayendo la industria y fomentando el comercio. Cabe
mencionar que el área vecina al río es muy rica en minerales y carbón.
De esta
forma se establecieron siderúrgicas que, con el dragado del rio, hicieron crecer
la ciudad. Paralelamente, empresas de construcción naval fueron
estableciéndose rápidamente alrededor del río.
Pronto, el río Clyde y sus alrededores ganaron una reputación de ser la mejor
ubicación para la construcción naval en el Imperio Británico , y creció hasta
convertirse en uno de los centros de la construcción naval más grandes del
mundo.
Robert Brown tuvo un comienzo muy difícil en Glasgow, pero dado el gran
desarrollo del área, trabajo nunca le faltó en esa ciudad, ya sea en las
siderúrgicas o en las navieras.
Robert era dedicado y metódico y así fue
ahorrando dinero hasta juntar lo suficiente para adquirir una pequeña casa
ubicada dentro de un mercado local. Con el dinero restante, Robert logró
hacerse de un inventario suficiente de granos como para montar un pequeño
negocio comercial.
Con el tiempo, él conoció a una joven local y se casó. La
pareja vivía en la parte trasera del pequeño edificio comercial. No obstante, un
par de años después. la joven esposa del tío Robert falleció de una fiebre
galopante.
La pareja nunca tuvo hijos. Luego, él regresó a su soledad y llenaba
su tiempo trabajando en su negocio comercial.
Robert no olvidaba a su familia campestre y, ocasionalmente, él los visitaba.
Con el tiempo, él fue negociando con el clan Brown la compra de papas y
cereales que hacía transportar hacia su negocio en Glasgow. Le facilitaba este
comercio el hecho que la distancia entre Hamilton y Glasgow es de solamente
unos 12 kilómetros; no obstante, en esa época, el trayecto se hacía en caballo
o carretas, lo cual tomaba unas 5 horas.
Cuando su hermano falleció, el tío
Robert continuó visitando a su cuñada y su familia y les llevaba algunos víveres
y regalos. Nunca se descuidó de ellos.
En esos tiempos, las 14 provincias inglesas del nuevo mundo comerciaban con
Inglaterra y llevaban a Glasgow diversos productos de esos lares, ya sea
productos provenientes de esta nueva Inglaterra o bien de sus vecinos del sur.
Igualmente, los barcos mercantes regresaban a nueva Inglaterra con productos
europeos. A saber:
El pequeño negocio de Robert se beneficiaba modestamente de este
intercambio.
John esperaba con ansias a su tío Robert. Su tío era la ventana hacia un mundo
únicamente conocido por medio de su imaginación y de los ocasionales relatos
históricos de las sencillas clases de su humilde colegio. Cuando su tío llegaba,
John no paraba de preguntarle sobre él mundo exterior y al tío Robert le
gustaba contarle a John sobre los marineros que llegaban a su comercio y los
relatos de estos.
Robert sazonaba sus historias con aventuras fantásticas. Le
contaba, por ejemplo, que un tenaz marino había convencido a una poderosa
reina para que le ayudara a descubrir un nuevo mundo y con un puñado de
aventureros había conseguido su objetivo. En ese mundo, al otro lado del mar,
había unas tierras exóticas, ricas, con abundancia de muchas cosas
desconocidas hasta entonces.
Mediante estas pláticas, se estableció una especial relación entre tío y sobrino.
Corría el año 1839 y , para entonces, John tendría como unos 13 años . Ya el
joven finalizaba el 5º. y último año de su escuela y su futuro sería el campo,
dedicarse a cultivar la tierra y permanecer en ella, tal y como lo venían
haciendo todos sus familiares. Vislumbrando, también, este limitado futuro
para este brillante joven, el tío Robert le ofreció a John la oportunidad de irse a
Glasgow con él y continuar sus estudios y/o labrarse un futuro más
prometedor, quizás en el comercio, ayudando a su tío en el pequeño negocio
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comercial.
El joven John se sintió muy impresionado, le agradeció a su tío y le
dijo que lo pensaría.
Los hermanos Robert y John eran muy unidos. John sentía que, de irse a vivir
con su tío Robert a Glasgow, él extrañaría mucho a su hermano mayor. No
sabía cuánto. Esto lo frenaba para tomar la decisión de partir. En todo caso, su
tío, quien llegaba a verlos ocasionalmente, aún tenía mucho que hacer en
Glasgow y no se lo esperaba de vuelta antes de unos tres meses .
El joven
tendría por delante suficiente tiempo para pensar su decisión. En el silencio de
las noches, el joven John pensaba como abordaría este tema con Robert, su
hermano. No obstante, este último quizás sospechó el dilema interno de John
e inició con él un diálogo sobre el desapego. El joven Robert era precoz en
algunos aspectos, tal vez no tan inteligente, pero en este momento él daba
muestra de gran madurez.
Una tarde, aprovechando que los dos hermanos se habían ido a descansar
luego de una ardua labor agrícola, Robert guio a John hacia un cercano tronco
y ambos jóvenes se sentaron a contemplar el final del hermoso día y a
conversar. Robert inició la plática diciendo: “¡Que belleza y tranquilidad! "Si,
hermano, así es", contestó John. Robert añadió: "Aunque seamos pobres,
tenemos lo suficiente y además estamos rodeados de este hermoso entorno.
Yo amo este lugar y creo que nunca lo dejaré. ¡Yo nací para ser agricultor y así
voy a morir! ¡Corre en mis venas!". "¿Y tú, que piensas John?". Su hermano le
brindaba la oportunidad de sincerarse con él y, animado, John le confesó su
deseo de partir con su tío, quien lo había invitado, a descubrir nuevos mundos.
Robert lo quedó viendo y le dijo: " Seguro te voy a extrañar. Voy a extrañar
nuestra compañía y juegos, tus historias fantásticas de otras tierras. Muchas
cosas tuyas. Pero, me consuela saber que estas persiguiendo tu sueño. Yo
siempre viviré aquí y estaré aquí apoyando a nuestra madre y hermana.
¡Siempre estaremos aquí! ”. John se sintió muy conmovido al escuchar las
sencillas palabras de su hermano mayor. Él lo abrazó y los dos hermanos
siguieron con sus vidas campestres.
Unos días después, estando con su madre en el pequeño comedor familiar,
John se sinceró con ella y le contó sobre la invitación de su tío . Ella le dijo: " Y
tú, hijo mío, ¿qué quieres hacer? ". "Yo quiero conocer nuevos mundos y seguir
estudiando. Quizás entrar en la marina. Pero no me iré si tú no quieres", contestó el joven. La madre lo quedo viendo y lo abrazó.
Con lágrimas en los
ojos ella le dijo: " Te extrañaré mucho, hijo, pero con el tiempo yo aprenderé a
aceptar tu ausencia. Lo importante para mí es que persigas tus sueños. Yo te
daré mi bendición para lo que sea que hagas". Su madre era una mujer muy
estoica, acostumbrada a las limitaciones y las labores del campo.
Además de
labores agrícolas, ella hacia las labores domésticas, apoyada, ahora, por su
pequeña hija Mary quien ya contaba con once años.
En los alrededores de su campiña no había iglesias. Únicamente en la pequeña
ciudad vecina de Hamilton a donde ellos raramente iban. Pero, la religión
seguía estando presente en sus vidas.
Sus padres descendían de antepasados
normandos-franceses, católicos, su tradición católica era fuerte y tenían una
pequeña biblia. Todos los días por la noche, luego de la cena, ya sea el padre,
cuando vivía, o la madre, leía un párrafo de la Biblia y luego rezaban con sus
hijos, en familia. Esta era su manera de guardar y trasmitir sus principios
religiosos heredados de sus antepasados.
Luego de que John le confesara a su madre su deseo de partir, por la noche de
ese día y después del rezo de la Biblia, Rosslyn, la mama de los niños, les dijo
que se tomaran todos de las manos y luego procedió a pedirle a Dios que
iluminara a John en su decisión de partir y que lo guiara por el bien actuar en
este su nuevo caminar. Todos estaban muy impresionados y se abrazaron.
La partida de John hacia Glasgow
Los días pasaron rápidamente. Uno de esos días, John observaba el campo a
través de la ventana. Ese día estaba lluvioso y frío, como un llanto de agua que
fluía del cielo sobre estos hermosos campos de Escocia. Su tío Robert había
llegado de Glasgow y él estaba a su lado. En la pequeña estancia de la
vivienda, los otros miembros de la familia estaban sentados junto al fuego de la
chimenea.
Su tío había llegado hace dos días y luego inició la lluvia. Parecía como si el
cielo estuviera triste ya que John le había comunicado a su tío, el día anterior,
su decisión de partir con él a Glasgow. La partida de John era, entonces, un
hecho.
Ya las pocas pertenencias de John estaban empacadas dentro de una vieja
valija. John y su tío solo esperaban, para partir, que el temporal lluvioso pasara.
John hubiera querido que las cosas fueran diferentes, pero eran como eran y
se estaba en enero, el mes más lluvioso del año.
Durante estos últimos momentos ,en estos campos que lo habían visto crecer y
jugar, él hubiera querido correr y jugar una vez más con sus hermanos e
impregnar más su memoria con estos bellos recuerdos que no volverán. Pero
no se pudo.
El día siguiente, muy temprano , el joven John y su tío partieron hacia Glasgow
aprovechando un día sin lluvia y ligeramente soleado. John estaba en la parte
trasera del carruaje despidiéndose con saludos frenéticos de las figuras
familiares cada vez más pequeñas.
La llegada por primera vez a Glasgow
Ellos llegaron a Glasgow a media tarde. Por supuesto que John nunca había
visto algo parecido en el sencillo ambiente campestre del que venía : Las
amplias calles, los faroles, los hermosos edificios, la gente ataviada en vestidos
elegantes, otra gente humilde deambulando, los pequeños barcos de vela, los
hermosos carruajes, una mezcla de muchas cosas que mantenían muy
impresionado a John.
Llegando a la casa-almacén del tío Robert, este procedió a acomodar a John en
una cama dentro de su misma habitación. Hacía mucho frío y la encendida del
fuego de la chimenea no se hizo esperar. John estaba con alergia nasal, una
condición ya mencionada y algo crónica en él. Su tío le preparó un té caliente,
John se lo tomó y se durmió profundamente hasta el día siguiente, muy
impactado y asustado por esta su nueva vida que se había comenzado a
desplegar ante sus ojos.
.
A la mañana siguiente, John se despertó al oír ruidos provenientes del frente
de la calle. Él se levantó, separo la cortina y vio el movimiento de clientes
dentro de la habitación siguiente que daba a la calle. Esta habitación era el
pequeño almacén de su tío, bastante lleno de clientes quienes compraban
granos y otros artículos. Su tío se multiplicaba atendiendo ya que no se podía
aun pagar un ayudante. John se lavó la cara en el baño contiguo y se dispuso a
ayudar a su tío. Así fue John aprendiendo los negocios de su tío y su ayuda
significaba bastante. Ambos se complementaban. El tío estaba contento con su
decisión, ya que el joven sobrino era muy trabajador y tenía mucha iniciativa.
John observaba los rostros de las personas, entre ellos, facciones que él nunca
había visto: Pieles obscuras, amarillas, pelos rizados, lisos, rubios, etc. A
Glasgow llegaban todo tipo de gente. El joven estaba asustado y se limitaba a
hacer las cosas manuales, dejando las comunicaciones del negocio en mano de
su tío.
Durante los primeros quince días, el joven, asustado, no salió del todo a la
calle. Su tío dejaba de atender el almacén como a las 530 de la tarde y poco
después cerraba con llave su casa. El tío Robert era un hombre muy
conservador y disciplinado. John , en ese entonces, no tenia deseos de salir, así
que él estaba bien con esta rutina. Luego, al cerrar el negocio, ambos
preparaban algo de comer, platicaban un poco y su tío leía, le gustaba mucho
leer y John, también, se fue acostumbrando a lo mismo.
Su tío tenía una gama de libros de varios temas, entre ellos, libros de poesía,
uno de ellos era “Versos Fugitivos”, de la escritora escocesa Joanna Baillie. De
esa forma, John se inició en el mundo cultural de la poesía y encontró que le
gustaba mucho, pues hacia volar su fértil imaginación.
El colegio en Glasgow
Una noche, unos meses después, el tío Robert le dijo a John que debería asistir
a un colegio para continuar sus estudios, quizás por la mañana, para luego
ayudar en el negocio por las tardes. Fue así que el tío le consiguió un colegio
cercano y John asistió al mismo hasta terminar lo equivalente a primer año de
secundaria.
(2) En Escocia, a partir de 1830, el Estado comenzó a financiar escuelas con
subvenciones. Luego, a partir de 1846 , el gobierno financia escuelas de
patrocinio directo, y en 1872 se trasladó a Escocia un sistema como el que en
Inglaterra de las escuelas en gran parte libres, patrocinadas por el Estado . La
administración general estaba en manos de los escoceses
La educación de John en la campiña de Hamilton había sido bastante
mediocre, a como era de esperarse. El joven se tuvo que esforzar bastante
para ponerse al día con sus clases, pero él era dedicado y brillante. Todos los
días asistía a clases por la mañana y por la tarde ayudaba en el negocio de su
tío. Por las noches, su tío leía y el joven estudiaba y leía. A veces, en algunas
noches de inspiración, el joven escribía sencillos poemas. De esta manera el
joven se fue educando y las clases fueron avanzando hasta que el joven logró
completar tres años de intenso estudio que lo preparaban para entrar en la
Universidad de esa época. Entonces, no se requería examen de admisión,
solamente un certificado de estudios generales.
John se mete en problemas
En 1843 ya John tenía 17 años y estaba próximo a obtener su certificado de
estudios. Un día, al salir del colegio, un par de amigos lo invitaron a ir a los
muelles del puerto y el joven se fue con ellos. El puerto de Glasgow era un
lugar muy bullicioso y pleno de actividades, como todo puerto. Los barcos
atracaban, desatracaban, cargaban, descargaban, de una forma constante.
Gente de toda clase se desplazaba en una y otra dirección: Guardas, marinos,
comerciantes, mujeres de la calle, curiosos, compradores, etc. En toda su
estancia en Glasgow, el joven no había conocido el área del muelle. John
estaba deslumbrado. Su tío le había advertido que este lugar bullicioso y
llamativo era peligroso y que no debería ir por su cuenta, salvo que un día él
lo acompañara a conocerlo.
El joven John no creía que el lugar fuera tan peligroso como su tío lo pintaba.
Él siguió caminando con sus amigos. Los jóvenes platicaban amigablemente
cuando de pronto uno de ellos sintió un jalón y vio como otros dos
muchachos muy humildes salían corriendo. El joven asaltado noto que no
tenía su mochila con sus libros y grito que siguieran a los ladrones. John y los
otros dos muchachos corrieron hasta alcanzar a los pobres muchacho. Los
humildes adolecentes, rodeados, no tuvieron más alternativa que regresar la
mochila, John se acercó a tomarla cuando, en un instante, uno de los ladrones
saco una navaja e hirió de un navajazo al joven John en su brazo. La sangre no
se esperó en fluir y ante esta distracción, los ladrones partieron con la
mochila. Los compañeros estudiantes asistieron a John y detuvieron la
hemorragia. John estaba muy consternado. Nada así le había ocurrido a él
antes. Al llegar donde su tío, este se alarmó, pero lo atendió lo mejor que
pudo. Felizmente, el corte de la navaja había sido superficial. No hubo
mayores consecuencias.
Esa noche, el tío Robert le habló a John calmadamente haciéndole ver lo
importante para su vida de obedecer las indicaciones que se le daban. De otra
forma, pues habría consecuencias deplorables como lo que le sucedió ese día
o peores, aún. El tío le dijo, además, que él estaba solo con su negocio y no se
podía permitir problemas de cualquier naturaleza. De otra forma, pues no
tendría más remedio que regresar a John a su casa en el campo.
John rectifico su comportamiento y el continúo estudiando y comportándose
bien en el colegio y también apoyando con ahínco que a su tío en su negocio.
El día de la ceremonia de graduación le llego a John y al joven se le entrego un
certificado de aprobación de estudios. Luego de la ceremonia, unos
compañeros lo invitaron a celebrar. El tío había asistido a la ceremonia y le dio
permiso a John para que, con sus amigos graduados, celebrara por la tarde y
llegara a su casa un poco tarde, ese mismo día. No obstante, los jóvenes se
fueron a una cantina a celebrar y tomar licor y John, quien no estaba
acostumbrado a esa vida, ni al alcohol, tomo sin medida y se alcoholizo. En
ese estado, una joven lo invito a bailar y John, ya bien bebido, bailo y celebro
en extremo hasta el punto que él se acostó con ella. El joven amaneció en ese
lugar y luego, ya un poco repuesto, el joven partió aturdido y avergonzado y
así llego a la casa del tío Robert.
El tío, como era de esperarse, había pasado una mala noche en espera de la
llegada de su sobrino, incluso él había ido a dar parte a la policía. Cuando John
llego , cerca de las 10 de la mañana del día siguiente, el negocio comercial
estaba bastante lleno de clientes y el tío Robert se multiplicaba. El tío lo
recibió con alegría de verlo y John se retiró a su cuarto a dormir. Ya más tarde,
luego que los clientes se retiraron, el tío Robert llego a despertarlo y tuvo con
él una larga platica esencialmente reiterándole lo que se le había dicho
anteriormente, cuando el joven llego herido. Esta vez, sin embargo, el tío le
recordó que él ya no podía tenerlo más. El joven debía irse adonde su familia,
al campo. John no tenía a nadie más en Glasgow, de tal forma que, dos días
después, el tío Robert llevo a John devuelta a sus familiares del campo.
El regreso de John al campo
La casa familiar le parecía extraña a John. Él no había regresado en todos estos
años que pasó en Glasgow. Su tío tampoco. Todos en su familia estaban
diferentes. Su hermanita Mary era una hermosa jovencita de 16 años y su
hermano mayor, Robert, ya tenía 19 años y era un hombre alto y galán, ya no
el jovencito pecoso y delgaducho. Los años de trabajo en el campo lo habían
fortalecido. Su mama estaba casi igual, únicamente con el pelo encanecido.
La acogida amorosa no se había hecho esperar, pero, él notaba que su vida
había dado un giro del cual no se libraría. Definitivamente que este sencillo y
tranquilo mundo no era para él. John, sin embargo, disimulaba esta mezcla de
sentimientos para no herir a sus seres queridos. Por el otro lado, su tío Robert
no hizo mención de las faltas de John para no molestar a su familia,
únicamente les dijo que el joven había completado sus estudios y entonces
regresaba para ayudar a su familia y pensar en su futuro.
El tío partió a Glasgow y John reinicio su vida en la campiña de Hamilton. El
reinicio de su vida como agricultor no le fue fácil. Al principio, el joven ya
adulto apenas podía mover el arado, pero con su juventud y determinación
pronto pudo hacerlo casi tan bien como su hermano Robert. Este último le
confeso un día que estaba enamorado de una linda chica vecina llamada Beth.
John estaba ansioso por conocerla y así sucedió un par de días después. La
chica y su hermano mayor llegaron a la parcela que trabajaban los Brown, con
el pretexto de devolver unas herramientas de labranza. La joven Beth era
realmente bella, tal y como decía Robert. Este último y la chica partieron a
platicar debajo de un árbol cercano mientras John y el hermano de Beth se
conocían y platicaban, también. Para John era obvio que ambos jóvenes,
Robert y Berth, se gustaban.
Una de esas noches, durante el mes de junio, Robert le confeso a John que le
había pedido su mano a Beth. Ella había aceptado y fijaron su matrimonio para
el mes de septiembre. Robert estaba muy emocionado y al día siguiente él le
confeso esto mismo a su madre. Rosselyn estaba contenta pues tenía muy
buena opinión de la joven Beth. Había, entonces, que hacer los preparativos
para la boda.
El viaje de los jóvenes a las tierras altas ( High Lands)
Robert nunca había viajado fuera del área de bajas tierras (Low Lands) y él había oído que las tierras altas del norte (High Lands) eran muy bellas. Una vez casado, el joven no creía tener el tiempo para conocerlas. Por eso, él le propuso a su hermano John hacer un viaje especial hacia las tierras altas durante los meses de verano (Julio y agosto). John estaba feliz. A él le encantaban las aventuras.
Así fue que, los dos jóvenes, bien ataviados, partieron hacia las montañas de las tierras altas de Escocia. Ellos partieron el 7 de Julio y regresaron un mes después, habiendo dejado un buen inventario de comida y leña para su familia. La madre comprendió que este viaje era, no solo de conocimiento de esas tierras, sino, también, para fortalecer la unión entre los dos hermanos. Quizás no se volvería a dar esta ocasión. Los dos hermanos se prepararon minuciosamente, para que nada importante les faltara. Ellos empacaron carne salada, agua en cantimploras, mecates , alcohol, combustible, frazadas y cosas menores. Luego, ellos partieron felices. Al inicio, los jóvenes se encontraron con colinas de regular declive, no tan difíciles de escalar, pero enmarcadas en una belleza impresionante.
Ellos hacían varias paradas y luego pernoctaban a campo abierto alrededor de un
fuego y cobijándose con colchas de lana, pués, a pesar del verano, por las
noches soplaban vientos helados.
Después, los jóvenes tuvieron que esforzarse aún más y el camino que habían dejado atrás ya no existía, solo campo abierto, muy inclinado y rodeado de rocas de diferentes formas. El paisaje continuaba siendo muy bello. Los jóvenes rellenaban sus cantimploras en los muchos riachuelos de los lugares, buscaban frutas salvajes, preparaban fuego por las noches, pescaban en los muchos arroyos y se arropaban bien, pues el viento frío era una constante. Sus caminatas eran firmes pero relajadas. Así fueron cubriendo muchos kilómetros y descubrieron panoramas increíblemente coloridos. Luego de una semana, el panorama dio paso a aguas cristalinas, algunas en forma de bellas cascadas que caían sobre ríos caudalosos. El panorama se complementaba de colores con arcoíris luminosos, especialmente al atardecer.
Los atardeceres eran extremadamente lindos y en un místico silencio, los
jóvenes contemplaban boquiabiertos esas maravillas de la naturaleza. Ambos
recordarían por siempre estos momentos juntos.
Habiendo pasado inolvidables aventuras y luego de un par de semanas, los
jóvenes decidieron regresar. Esta decisión parecía lo más prudente pues había
que hacer preparativos para la boda de Robert y Beth.
Cuando viajaban hacia el interior, ellos observaron de lejos cabras y ganado
salvaje, típicos de las montañas altas (High Lands). Al estar en su ruta de
regreso, los jóvenes decidieron aprovechar el viaje de vuelta y llevar consigo un
par de vacas peludas de las montañas. A la familia le vendrían bien para leche y
para ayuda en los trabajos de campo.
Al final, los jóvenes enlazaron y se llevaron con ellos dos vacas salvajes como la
mostrada en la ilustración, las que son vacas peludas escocesas, típicas de las
tierras altas.
Uno de esos días, los jóvenes caminaban arduamente por unos farallones
cubiertos de pequeñas piedras, con una vista espectacular a como habitual en
estos parajes. Ellos observaron un grupo de cabras salvajes que estaban cerca
de ellos, en lo alto de una montaña, a la orilla de un risco.
John, curioso, se acercó al grupo y de repente, una de las cabras, quizás la jefa
de la manada, se precipito en fuerte carrera hacia John. La cabra tenía sus
grandes cachos hacia adelante en señal de ataque. John, muy asustado se dio a
correr al igual que su hermano Robert. Ambos jóvenes lograron llegar al borde
de una colina y se resbalaron en las piedrecitas del suelo y rodando hacia un
riachuelo cercano del fondo. El riachuelo amortiguo la caída y los jóvenes
terminaron solo con ligeros magullones y riéndose nerviosamente a carcajadas.
Eso fue una lección a manera de no acercarse más a los grupos de cabras que
pastaban por el lugar. Cabe mencionar que los dos jóvenes tuvieron, luego, que
volver a capturar a las dos vacas que ellos llevaban a su granja. Felizmente, la
cuerda que las vacas aún mantenían alrededor del cuello, les hizo a ellos más
fácil esta tarea.
Aparte de este evento, el trayecto de vuelta fue sin complicaciones adicionales
y más fácil, pues siempre tenían un camino cuesta abajo y requería menos
esfuerzos. Luego de dos semanas adicionales, los jóvenes estaban de vuelta en
casa. Los jóvenes procedieron a contarle todas sus hermosas aventuras y se
morían de risas al relatarles los felices momentos incluso la perseguida de la
cabra que les había hecho rodas hasta el riachuelo.
Los preparativos de la boda
Los preparativos de la boda no se hicieron esperar. Las dos familias se
reunieron para ponerse de acuerdo sobre los muchos preparativos que había
que hacer.
En primer lugar, había que decidir dos cosas:
Primero, el lugar de la boda. Ellos todos eran católicos y la boda religiosa era
un requisito. Pero, en el campo no había iglesias, únicamente en el pueblo
cercano de Hamilton. Entonces, ellos acordaron solicitarle al Sacerdote de la
Iglesia Católica del pueblo que llegara a la campiña de ellos a impartir este
Sacramento. El Sacerdote establecería, entonces, la fecha en que él podría
hacerlo, acorde con sus compromisos. La familia de la novia ofreció que la
ceremonia y la fiesta se efectuara en el campo, enfrente de la casa de ellos , y
fue así que se acordó. La boda civil se realizaría en el mismo día y lugar que la
boda religiosa, pero previo a la boda religiosa.
En segundo lugar, estaba lo de los padrinos de boda, una costumbre muy
arraigada. Se quedó de que la madrina sería una buena amiga de la familia de
la novia, en tanto que el padrino sería alguien nombrado por la familia del
novio. Ellos no tuvieron duda en nombrar como padrino al tío Robert.
Luego, estaría el tema de las vestimentas. Los hombres debían usar elegantes
kilt que habría que adquirir. También, esto incluía a los gaiteros escoceses
quienes vendrían del numeroso clan Brown de los campos vecinos. El asunto
de las joyas para la ceremonia se resolvió ya que John se ofreció a aportarlas
(él contaba con un poco de ahorro que había traído de sus trabajos con su tío).
Estas joyas serian:
(1) Un luckenbooth es un broche que un caballero entrega a su prometida como muestra de amor. Generalmente es de plata y tiene grabados dos corazones enlazados.(2) El quaich escoses o copa del amor que es un pequeño cuenco de plata con dos asas que la novia generalmente llena de whisky, y después se va pasando para que beban los participantes una vez que se han terminado los procedimientos legales Los gastos de comida y bebida correrían a cuenta de ambas familias. En estos
casos, todo el clan colaboraría. Todo lo demás se arreglaría en el camino. Se acordó, además, que los novios vivirían con la familia del novio.
Habiendo fijado la fecha con el Cura del pueblo cercano, John y Robert viajaron
a Glasgow para invitar al tío y para hacer unas compras necesarias para la
boda. El tío acepto gustosamente y los jóvenes, con el dinero que podían llevar
más una buena cantidad que les dio el tío, completaron las compras
necesarias, dentro de las cuales se incluía varios jarrones de buen whisky
escoces de la época.
La boda de Robert
La boda se realizó en la tercera semana de septiembre. El patio del lugar estaba
adornado con guirnaldas de flores y las mesas adornadas con flores, también.
Se preparó un lugar especial para la firma del matrimonio civil y a continuación
el matrimonio eclesiástico. El día estaba brillante como los novios.
En el trayecto de la marcha nupcial se había trazado un pequeño canal en el interior del cual se hizo fluir agua ya que esta era una tradición. Todo el cortejo tendría que cruzar este canal como señal de que los novios ahora cruzaban hacia un estilo nuevo de vida. Una vida más de entrega y amor.
Ambos novios y su cortejo iniciaron el desfile nupcial. Los dos jóvenes vestían trajes típicos escoceses. Un gaitero los precedía. El novio acompañaba a la madrina y la novia iba detrás con el padrino de bodas (El tío Robert). Luego de las ceremonias, inició la fiesta la cual se prolongó hasta altas horas de la noche. Los primeros en bailar fueron los felices novios. Ambos jóvenes, muy bien parecidos y radiantes de alegría. Todos estaban muy felices y cantaban Parejas se alineaban para danzar las danzas típicas de esa época, acompañadas de gaitas.
También, hubo danzas de varones a como es la tradición.
Luego, los novios partieron en luna de miel a una cabaña en las montañas
que les prestó un miembro del clan. ¡John estaba muy feliz de ver a su
hermano tan realizado!.
Fueron unos días hermosos, pero, pasado todo lo relativo a la boda y la
luna de miel, la familia regresó a sus vidas, a su rutina habitual.
El cuarto de John y Robert se convirtió en el cuarto matrimonial, con
algunos cambios que efectuaron con cariño, John, su mama y su hermana,
mientras los recién casados estaban de luna de miel.
John se acomodó lo mejor que pudo en el pequeño espacio ocupado por
la sala y el comedor. Era lo que había y John se instaló sin problemas.
La vida en el campo después de la boda.
Los días pasaron, los meses pasaron y los jóvenes trabajaban duramente
en la tierra y la granja, ayudados por las mujeres de la familia.
Luego, al nuevo matrimonio les nació un lindo bebé y tal parecía que quizás
Vendrá otro en camino. A pesar de haberse agrandado la familia,
había suficiente para todos. John, no obstante, se sentía algo incómodo
por las estrecheces, pero se aguantaba.
De vez en cuando, el tío Robert venía a saludar y a negociar la compra de
granos y papas. Cuando se veían, tío y sobrino no volvieron a tocar, hasta
entonces, el tema del futuro de John, aunque a John ganas no le faltaban.
Él, sin embargo, estaba muy apenado por su último comportamiento cuando
el joven vivía con su tío Robert en Glasgow.
Un par de años después, ya John era a su vez tío de una linda niña , un niño
y otro bebe que venía en camino. Las cosechas habían rendido lo suficiente para
salir adelante, con las limitaciones habituales. John contaba con 21 años.
Él era aún muy joven, pero en esa época y más en el campo los años
pesaban más. Queriendo hacerse de una familia, como su hermano, John
había hecho amistad con algunas jóvenes, pero nada especial.
Al año siguiente, la familia y el clan de su entorno continuaron sembrando
papas. Una terrible plaga impacto los campos de Europa y particularmente
Escocia. La plaga era un hongo que se diseminó rápidamente.
Las pérdidas en Europa fueron enormes.
El clan y la familia cambiaron de cosecha, pero el daño fue grande. Ellos se
defendían pobremente con los alimentos provistos por los animales de la granja
y los cuantos granos que podían obtener. John decidió irse a Glasgow para buscar
trabajo y enviarle algo de dinero a sus seres queridos.
John regresa a Glasgow
Un día, John se presentó en el negocio del tío a pedirle posada y ayuda para
conseguir trabajo. El tío ya sabía de la plaga y estaba, como siempre, dispuesto
a ayudar a John y a su familia. Fue así que John se quedó en la casa del tío y,
poco después, el joven empezó a trabajar como contador en la Autoridad
Portuaria de Glasgow.
Cada dos semanas, John iba a dejarle parte de su dinero de paga a su familia
en la campiña de Hamilton. Con ese apoyo monetario, su familia campesina
fue saliendo adelante. Dada la enfermedad de las papas, el hermano Robert
y el clan cambiaron de cultivar papas a cultivar trigo y cebada.
Así fueron pasando los meses. Un día, Robert, su hermano, le comunicó a John
que, con la buena cosecha de granos, ya no era necesaria su ayuda económica.
No obstante, John continuó visitando a su familia, aunque menos frecuente.
Él siempre le llevaba algo de dinero a su madre quien ya tenía el pelo blanco
pero aún estaba en buena salud y ayudaba con las tareas domésticas. La familia
continuó creciendo y John ya contaba con tres sobrinitos.
Unos meses más tarde, Mary, la hermanita menor, se casó sencillamente pues
no eran los mejores momentos. A como había hecho con su hermano y esposa,
John le regaló a su hermana las joyas que se acostumbraban en ese entonces.
El tío, también, les regaló algo de dinero. Luego, la joven y su marido se fueron
a vivir a la casa familiar del marido. La carrera de John en la Portuaria se ve reconocida. John inicia sus viajes. Fueron entonces pasando los años. John demostraba mucha eficiencia en su trabajo de manera que su Compañía lo promovió a Auditor General de la Autoridad Portuaria. Este trabajo implicaba viajar y John estaba encantado. A como sabemos, él quería conocer mundo, pero su vida al momento no se lo había permitido. Ya los años pesaban y se sumaban
John recién había cumplido 37 años y se mantenía soltero. Para entonces, ya
John tenía rato de tener su propio lugar, un sencillo apartamento en el área
del puerto.
Sabemos que su tío, aunque aún enérgico, había contratado a un ayudante, pero
a pesar de eso, él se cansaba mucho. En esos días de limitados avances médicos,
las personas no vivían tanto como ahora y su tío ya tenía una edad cercana a los
setenta años. John notaba lo lento de sus movimientos y sus frecuentes gripes.
El joven hombre siempre se mantenía cercano a su tío y lo cuidaba, cuando podía,
quizás ahora más que antes por lo delicado de la salud su tío.
De la misma forma, el ayudaba a su familia del campo lo más posible. Ya Jonn
tenía, para entonces, cinco sobrinos: tres de su hermano y dos de su hermana.
Un día de tantos, le llegó a John el día de viajar e inició su auditoría de viajes
en los barcos que transitaban hacia y desde Glasgow. Él observaba y anotaba
que se cumplieran las normas de sanidad y vigilaba por la exactitud de los
manifiestos, luego fue expandiendo sus conocimientos a las áreas de las
máquinas. Su amable y firme carácter le valió la amistad de los oficiales marinos.
Sus conocimientos marinos cada vez se mejoraban, favorecido por su estrecha
relación con los oficiales marinos con el. Así a el le fue permitiendo conocer
cada vez más y más muchos aspectos de la ingeniería marina.
Igualmente, como él quería, el joven fue, también, viajando y conociendo
diversos lugares exóticos como la India, Francia, Bélgica, España y Holanda.
John aún se mantenía soltero, a pesar de rondar ya los 37 años.
Tristeza en la familia Brown
Unos meses más tarde, John tuvo que cumplir con el encargo de entrenar a dos
jóvenes en la tarea de contadores, trabajo que el había desempeñado y para lo
cual él debía permanecer sin viajar en las oficinas de Glasgow por unos tres
meses.
Su trabajo fue progresando exitosamente, como era habitual en él. Un día, sin
embargo, llego a verlo su hermano Robert y le comunicó que su madre estaba
mal. Ella, tan activa y alegre, poco a poco se estaba apagando y ya ni quería salir
de la cama. Era un cuadro muy triste ver a esa mujer que poco a poco se
marchitaba. John no lo pensó más y partió hacia Hamilton en compañía de su tío,
a la casa de la familia en la campiña.
Al llegar, él se dirigió directamente a su madre y la encontró muy pálida y su
respiración era entrecortada. John la abrazó , la besó y se quedó un gran rato con
ella, pero los brillantes ojos de ella ya se apagaban. Todo parecía indicar que el
viejo corazón de Rosslyn ya estaba llegando a su límite. Esa noche, la valiente y
dedicada mujer dejó este mundo. John estaba destrozado al igual que todos
los otros miembros de su familia. Luego del entierro de su madre, John y su tío
regresaron a Glasgow a continuar con sus vidas.
Pero, como en muchos casos, la tristeza no viene sola. El tío de John ya venia
sintiéndose mal. Aprovechando que él estaba permaneciendo en Glasgow,
John se traslado temporalmente a la casita de su tío, a dormir con él y
acompañarlo y darle sus medicinas y cuidos necesarios. El tío tenía dificultades
para respirar: Era su corazón que, ya viejo, se negaba a responderle bien.
John lo colmó de cuidados, pero, la vida espartana de entrega y trabajos,
usualmente lleno de soledad, le cobró su precio y un día de esos el buen
tío falleció.
Antes de morir el, dificultosamente le dijo a John, a quien consideraba como su hijo, que siguiera siempre su camino de bien y que persiguiera su sueño, que no se diera por vencido pues él se estaba muriendo y había gastado su vida anclada a un solo lugar, esta tienda, cuidando una tienda que lo había agotado y eventualmente matado. Ya no había mucho que hacer.
El tío pasó a mejor vida en los brazos de John y este se quebró en emoción
y llanto. El tío heredo a John la tienda con todo lo que tenía ya que,
a como dijimos, John era como su hijo y lo más querido que el tío Robert
tenía.
Esa tienda y su contenido era algo que John no podía manejar siendo empleado de la Autoridad Portuaria de Glasgow. Él decidió venderla con todo y su inventario.
Para ello, le pidió ayuda al ayudante de su tío quien se hizo cargo del negocio ,
mientras se conseguía un comprador. Dado que la tienda de misceláneas estaba
muy bien localizada, no paso mucho tiempo antes de conseguir un buen cliente.
Se procedió, entonces, a vender la tienda a un buen precio.
Luego de la venta y una vez que John tuvo el dinero, él tomo la mitad y con
esa cantidad se fue a Hamilton adonde sus hermanos y le entrego esa plata.
John se quedó con la otra mitad. Él pensó que algún día el necesitaría este
dinero, quizás para cumplir su sueño de conocer o trasladarse a otro lugar.
John siempre mantenía su espíritu aventurero.
De regreso al trabajo y a los viajes
Habiendo completado el entrenamiento a los candidatos a contador, John regresó
a su función de auditor y a sus viajes de auditoría. Su primera asignación fue
auditar las medidas e instalaciones de Hamburgo, el puerto alemán. En ese
entonces, en la primera mitad de 1860´s, la ciudad-puerto de Hamburgo estaba en
vías de desarrollo.
En esa época, Hamburgo contaba con unos setenta mil habitantes, una ciudad
de mediano tamaño pero que contenía una buena infraestructura marítima
y buenos edificios. Algunos años antes, en los 1840´s, alrededor de una cuarta parte de la ciudad fue destruida en un «gran incendio». Luego, durante la segunda mitad del Siglo XIX el crecimiento de la ciudad se disparó hasta llegar a ser la segunda ciudad en importancia de Alemania, por encima incluso de Múnich.
A final de 1863 es cuando John llegó a Hamburgo. Ya la ciudad estaba
reconstruida después del incendio de 1842. En adición, varias importantes
fábricas se estaban instalando en la Ciudad (Ej. Siemens). Estos hechos
aceleraron su desarrollo, hasta convertirse, unos años después, en el tercer
puerto más importante de Europa.
En esos momentos, Alemania vivía momentos confusos dentro de los
cuales se germinaban ya cambios políticos determinantes. Sus 16
regiones-estados aún no se habían unido monolíticamente como una
sola nación. Su historia, su cultura, su raza, su lengua los unía, pero sus
lazos políticos entre sus varios estados eran difusos.
Todos estos cambios en Alemania ya se hacían sentir cuando John llegó
a Alemania en 1864. Este proceso de unión alemana culminó en 1871
cuando los 16 estados alemanes fueron unificados como un moderno
estado-nación, forjándose el Imperio Alemán, con el Reino de Prusia,
liderado por Otto von Bismarck, como su principal impulsor.
Prusia tenía un excelente Ejército y estaba enfrascado en un plan expansionista
que incluía una guerra contra Francia. La guerra no tardó en iniciar. Esta fue una guerra corta de solo 10 meses Después de la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, el Imperio Alemán (Deutsches Kaiserreich) fue proclamado en Versalles en 1871.
Los prusianos ignoraban que Napoleón III estaba al frente del ejército en Sedán. Al recibir su solicitud de rendición, la alegría fue incontenible para Bismarck y Moltke, pues capturaban al ejército francés y a su emperador. Napoleón jamás volvió a París y murió exiliado en 1873
En la foto, Bismarck recibe el documento de rendición de parte de Francia.
Cerca de 7 años antes de la guerra , John estuvo más de una semana visitando
las instalaciones del puerto de Hamburgo y los manejos de las mercancías,
sobretodo el de los perecederos.
A él le gustaba aprovechar esas ocasiones para caminar por los puertos visitados
y conocer a sus gentes, con las precauciones del caso. Se percibía en los
ambientes del puerto que algo se estaba por venir y John lo notó.
Uno de esos días, el observó con curiosidad una pequeña tienda de manteles
bordados y otros objetos delicados y curiosos que se exhibían en esa pequeña
tienda. John entro con el propósito de comprarle algo a sus hermanos.
Una risueña joven, algo menor que él, lo atendió. La joven tenía un hermoso
pelo cobrizo, unos grandes ojos café miel, y unos bellos camanances. Ella
entendía el inglés con dificultad, pero se podía comunicar con él. Quizás
el hecho de atender a tantos clientes ingleses o bien la escolaridad de la joven
le había provisto a ella este útil conocimiento lingüístico. Ella se presentó
ante él como Katherina Lorch.
John salió de la tienda con un bello mantel bordado y con un enamoramiento
hacia Katherina que le duraría toda la vida.
Los Lorch
Los Lorch venían de la parte sur de Alemania, cerca de Stuttgart y la frontera
Francesa, del estado Hesse y del poblado de Lorch, del cual la familia ancestral
había tomado su nombre.
Lorch es un pequeño pueblo, muy lindo, a la orilla del rio Rhin, en el valle del
mismo nombre. En la época de nuestros ancestros, este lugar seguramente
tenía más o menos el mismo tamaño.
Otto Lorch y su esposa Anna tenían tres hijas, todas mujeres: Katherine, Julia y
Anna Marie. La familia era granjera, pero Otto había sido empleado de un
banco y tanto él como Anna habían recibido una educación equivalente a los
primeros años universitarios.
Anna era una mujer fuerte y le ayudaba a su marido en muchas formas además
de bordar y vender piezas de bordado muy lindas, lo cual había enseñado a sus
hijas.
En cuanto a la educación, Otto y Anna tenían una manera muy peculiar de
educar a sus hijas. A pesar de ser una familia del campo, por sus formaciones
académicas a los padres les gustaba mucho leer y cada noche les leían a sus
hijas de algún libro de historia y algunas veces de poesía. Uno de los libros
favoritos era los de Wolfgang von Goehte. Este autor alemán tenía interesantes frases las que se debatían con sencillez en las comidas y reuniones de la pequeña familia. Por ejemplo: “Eres , al fin y al cabo, lo que eres. Aunque te pongas peluca o tacones altos, seguiras siendo lo que eres". O bien: “ Un noble ejemplo hace fáciles las acciones difíciles”. Los padres, con sus ejemplos de inculcarle a sus hijas el gusto por la lectura y estos sencillos debates, hacían que sus hijas se culturizaran, meditaran y fueran adquiriendo valores propios.
De esa manera, ellos pensaban compensar un poco la falta de calidad de las
escuelas del campo de ese entonces.
Los domingos eran días especiales en los que la familia pasaba junta y desde la
mañana el padre ponía su viejo tocadiscos para escuchar música de
instrumentos. Su pieza favorita era Fruhlingsstimmen o Voces de primavera, de
Johan Strauss padre. Otto y Ana bailaban alegremente este bello vals y las tres
hijas con ellos.
Los dos padres eran muy trabajadores, no obstante, la familia sufrió en sus
parcelas las pérdidas ocasionadas por la enfermedad de los hongos en las
papas, igual que en Escocia, ya que fue una enfermedad generalizada en
Europa. Además, los aires de guerra que se sentía cada vez con más fuerza
afectaban en mayor grado a las regiones próximas a la frontera francesa donde
ellos habitaban. Por eso, la familia decidió vender sus tierras y emigrar hacia
una zona más tranquila.
En eso estaban cuando un antiguo vecino les informó que él había emigrado a
Hamburgo y sentía que había sido la decisión correcta. A como hemos
mencionado, Hamburgo estaba desarrollándose y había mucho comercio. La
familia decidió, entonces, emigrar y montar en Hamburgo una tienda de venta
de manteles y adornos misceláneos.
Cuando John llegó a la tienda, ya la familia tenía tres años de estar en esa ciudad. Anna, sin embargo, hacia un año que había fallecido y las hijas y el padre se hacían cargo del negocio que todos ellos habían montado en Hamburgo. Para complementar sus ingresos, Katherina quien era muy trabajadora, en sus ratos libres ayudaba a cuidar niños de sus vecinos.
Volviendo a la vida de John, luego de conocer a esta joven, él no podía sacarla
de su mente. Katherina Lorch, John la dibujaba en su mente. Él no podía olvidar
ese nombre ni ese juvenil rostro.
Katherina, bella Katherina.
¡mariposa bailarina ¡.
Tú has hechizado mi ser.
¿Qué puedo yo hacer?
Esa noche en su camarote, John meditaba en el silencio de su habitación. No
era que él fuera demasiado ingenuo en el asunto de mujeres. ¡No! Tampoco él
se consideraba un experto. A sus 33 años ya él había tenido cercanía con varias
mujeres, casi todas mujeres de marinos de puertos y además un par de
muchachas con las que él mantuvo romances. Pero esto que ahora sentía era
diferente. El sentimiento era muy electrizante. ¿Sería el amor?. Pues como
saberlo si nunca lo había tenido, a pesar de sus años que se acumulaban. Solo
había una manera de averiguarlo. Él debería de volver a ver a esa joven tan
especial. No solo eso, él debería platicar con ella. Quizás tomarla de la mano.
¿Sentiría lo mismo? ¡Habría que intentar! No cabe dudas de que mañana
volvería a la tiendita de manteles.
El día siguiente él procedió con su trabajo de inspector. Él ya estaba por
terminar y el barco seguramente partiría en un par de días. Todo el día pensaba
en la joven. Después del trabajo, por la tarde, se fue ansioso a la tiendita. El
elegante marino entro a la tiendita y lo atendió una de las hermanas de
Katherina. El observó que el padre de ellas estaba en la caja. La otra hermana
acomodaba cosas.¡ Katherina no estaba ¡. John le dijo a la muchacha: " Hola.
Vengo por unas servilletas que hagan juego con un mantel que compré ayer.
Me gustaría entonces que me atendiera la misma joven que me vendió el
mantel. Katherina, creo que se llama ".
La rubia y graciosa muchacha le contestó que su hermana estaba acomodando
mercancía en la parte trasera de la tienda, pero que la llamaría y partió a
llamarla.
Katherina llegó y John la quedó viendo embobado. Él seguía sintiendo ese calor
electrizante. No era ilusión.
La joven tenía el pelo café claro, adornado en una moña. Su vestido era largo ,
recogido en el cuello y su camisa era blanca de mangas largas.
¿En que le puedo ayudar, señor? ; le dijo ella. Él se quedó viéndola en silencio
y luego le explicó que quería servilletas que hicieran juego con el mantel que
había comprado ayer. La joven le sonrió y procedió a mostrarle algunos. Al
final, él se decidió y le compró un juego de servilletas.
Luego, el elegante marino la invitó a caminar por el entorno y a tomarse un
café o lo que deseara. Él se le presentó formalmente. La joven le sonrió
mostrando sus lindos camanances y fue a comentarle esta invitación a su padre
que seguía en la caja. El padre se acercó al joven con la intención de conocerlo
y este último le informó de su condición de oficial del barco escoses recién
atracado en Hamburgo
El joven le dijo a Otto que él era soltero, que vivía en Glasgow y quería ser
amigo de su bella hija. A Otto, el padre de Katherine, el joven le causo buena
impresión y consintió en el permiso.
Esa corta salida fue un momento muy agradable para ambos. La pareja se
detuvo en una cafetería de una esquina y cada uno degusto un strudel de
manzana y un café. Los jóvenes platicaron de sus vidas y ambos se notaban a
gusto con el otro. Luego partieron a caminar hacia el atracadero del barco
escoses y John pregunto si a ella y a su familia les gustaría conocer el barco.
La joven no había estado en el interior de un barco y estaba emocionada con la
invitación.
Al día siguiente, John y toda la pequeña familia Lorch fueron a conocer el
barco. Todos estaban encantados. Al final, John se despidió pues el barco y él
partían el día siguiente.
Los jóvenes se despidieron con alegría y tristeza, a la vez. Ambos se sentían
felices por su enamoramiento mutuo y ansiaban poderse nuevamente ver y
declararse su amor en persona.
El matrimonio de Katherina y John a inicios del año 1864
De regreso en Glasgow, John no dejaba de pensar en Katherina. Él le escribía
cada semana y recibía cartas de ella a los pocos días después.
Así pasaron varias semanas. Al final de este periodo, él le propuso matrimonio
a la joven y le dijo que le escribiría, igualmente, a Otto para solicitarle
formalmente la mano de su hija. Si ambos aceptaban, él viajaría hacia
Hamburgo, para la boda , en el primer barco disponible.
Otto contesto que John debería enviarle certificados de soltería y de buena
conducta. John los consiguió y a los diez días posteriores se realizaba la boda
civil y religiosa. Una celebración sencilla. El padrino de la boda fue el Capitán
del barco escoses que llevo a John a Hamburgo y la madrina una de las
hermanas de Katherine. John le había comprado a Katherine un hermoso anillo
de compromiso y otro de matrimonio. La pareja no podría estar más feliz.
Y así fue que Katherine y John iniciaron un memorable matrimonio que los
llevaría por muchas aventuras, iniciando en Glasgow, en el apartamento de
John y que dio inicio a muchos descendientes quienes nacieron en otro
continente y fueron hijos de otras culturas, pero , también, quienes llevaron
en su sangre con orgullo un poco de estos nobles personajes.
Una nueva vida , un nuevo despertar
Mientras la recién casada pareja gozaba de su luna de miel, en un país
lejano, en medio de las Américas, muchos sucesos políticos llamaban la
atención del mundo. Este país, desconocido para ambos, era Nicaragua,
un país que pronto estaría presente en sus vidas durante el resto de los
días de ambos.
No obstante, para ellos, estos días eran días de leche y miel. Días de
disfrutar de su gran amor. Todo lo demás no importaba. Katherina y John
bailaban de felicidad en su nuevo nido de amor, el apartamento de John
que Katherina lo adornaba con toques femeninos y detalles multicolores
alemanes.
Lleno de felicidad, John, quien era un eterno romántico, le escribió y le
canto a su amada el siguiente verso: