Teodoro
Picado le cedió el mando a José Figueres debido a su temor de que la
guerra se convirtiera en un sangriento conflicto internacional
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La guerra civil de 1948 comenzó el 12 de marzo y terminó el 19 de
abril. En una carta fechada el 18 de abril, Teodoro Picado informó a
Rafael Ángel Calderón Guardia y a Manuel Mora que entregaba el poder a
José Figueres- porque “fuerzas incontrastables” lo habían presionado a
tomar esa decisión. ¿De qué hablaba Picado?
Marines
Los rebeldes de Figueres se alzaron en la Lucha, tomaron San Isidro y
luego se desplazaron hacia el sur de la capital. En un movimiento
certero, tomaron Puerto Limón la noche del 11 abril y Cartago, un día
después.
Al conocer eso último, en San José los comunistas decidieron integrar
su propio Estado Mayor y convencieron a Calderón Guardia de participar
activamente en las decisiones militares. Arnoldo Ferreto dice que el 14
de abril los comunistas reunieron 2.000 hombres en Tres Ríos para
defender San José.
Luego enviaron 1.200 de esos hombres para tomar la capital y
recurrieron a un militar español que había estado en el Sitio de Madrid
(octubre de 1936-marzo de 1939) para pedirle consejo sobre cómo resistir
en San José.
Según John Patrick Bell, los comunistas tomaron el aeropuerto de La
Sabana y ciertos edificios y azoteas. En una carta a United Press, el
peruano Víctor Raúl Haya de la Torre describió a Costa Rica como “la
Checoslovaquia del hemisferio occidental”.
Pero Picado todavía tenía espacio para ganar la guerra. ¿Por qué
capituló? Sin restar valor a los alzados costarricenses, una versión
asegura que el miedo fue provocado por la noticia de que tropas
estadounidenses invadirían el país.
Eso lo planteó en 1949 Ricardo Fernández Guardia en la última
actualización que hizo de su cartilla histórica: “Se disponía el
Gobierno a resistir en sus cuarteles de San José, cuando fue informado
que en la zona del Canal de Panamá se aprestaba una fuerza del ejército
americano con carácter de policía, a ser transportada al aeropuerto La
Sabana para ponerle fin a las hostilidades, ya que se tildaba de
comunistas al numeroso grupo de combatientes militantes del Vanguardia
Popular”.
Con la autoridad de Fernández Guardia como historiador, la versión
pronto se institucionalizó. Ya en 1955, Mora, Ferreto y Carlos Luis
Fallas la anotaron como una verdad y muchos la han repetido hasta hoy.
Sin embargo, no hay evidencia al respecto y esa explicación no coincide
con la actitud colaboradora del embajador estadounidense Nathaniel P.
Davis durante la guerra civil. De hecho, el Departamento de Estado no
hubiera amenazado con enviar marines a Costa Rica porque, gracias a Davis, sabía, desde el 13 de abril, que se estaban desarrollando negociaciones de paz.
Finalmente, una invasión de marines no coincide con un memorando que el
Director de la División de Asuntos para Centroamérica y Panamá envió el
19 de abril a Managua, en el que le exigió a Anastasio Somoza desmentir
cualquier acción de los Estados Unidos a favor de los insurrectos.
También le indicaba a Somoza que los Estados Unidos no apoyaban su
invasión a Costa Rica.
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Anastasio Somoza
La otra versión es que Picado capituló para evitar esa invasión. Somoza
se involucró en el conflicto costarricense desde el 15 de marzo, cuando
denunció la ayuda del gobierno guatemalteco a Figueres. Con fundamento,
temía que, al caer Picado, Costa Rica sería base para los
antisomocistas.
El 16 de marzo, el Secretario de Seguridad costarricense visitó
Nicaragua y regresó a San José con 35 exintegrantes de la Guardia
Nacional. Al día siguiente, Somoza envío 20 guardias más a Costa Rica.
Como lo documentó Jacobo Schifter, para el 18 de marzo, Somoza había
mandado 70 hombres y dos aviones AT-6 a Costa Rica. Además, según Kyle
Longley, el 22 de marzo, la prensa estadounidense informó de que los
comunistas tenían el control total de San José.
El 16 de abril, Picado, el doctor y Mora volaron a Puntarenas para
encontrarse con Paco Calderón y con Vicente Urcuyo, embajador en
Nicaragua. Allí, Picado supo que Somoza demandaba la protección de las
fronteras y ofrecía ayuda.
Mora y el doctor se opusieron a ese plan, pero Picado le dio a Paco y a
Urcuyo poderes plenos de negociación con Somoza. Ya en Managua,
autorizaron al nicaragüense para que movilizara su guardia dentro de
territorio costarricense.
Schifter asegura que Somoza estaba urgido de lograr el reconocimiento
de los Estados Unidos y traicionó a Picado dándole la autorización al
embajador norteamericano. Luego, invadió la zona norte de Costa Rica.
Esa invasión, efectivamente, representaba un gran peligro, pero no por
sí misma.
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La Legión Caribe
En diciembre de 1947, Figueres se entrevistó con Juan José Arévalo,
presidente de Guatemala, quien contaba con el armamento que procedía de
una fallida invasión a la República Dominicana para derrocar a Trujillo.
Figueres convenció a Arévalo de que Costa Rica era el lugar ideal para
empezar la liberación del Caribe.
Al alzarse el 12 de marzo, lo primero que hicieron los seguidores de
Figueres fue tomar el aeropuerto de San Isidro. Varias veces los aviones
viajaron a Guatemala para transportar armas, hombres y combustible a
Costa Rica.
En esos viajes llegaron miembros de la Legión Caribe, entre los que se
puede mencionar a los dominicanos Miguel Ángel Ramírez (quien comandó el
ejército de Figueres) y Horacio Ornes Goiscou, los hondureños Jorge
Rivas Montes, Mario Sosa, Francisco Morazán, Presentación Ortega,
Alfredo Mejía Lara y Francisco Sánchez, y los nicaragüenses Lolo Morales
Bolaños, Jacinto López Godoy, Rosendo Argüello Jr., Francisco Castillo,
Octavio Calderón, Dr. Gómez Rovelo, José María Tercero y Adolfo Báez
Bone. Con ellos trajeron armamento suficiente para equipar a 1.000
hombres.
La Legión era un grave peligro para Picado. En su texto “El Pacto de la
Embajada de México, su incumplimiento”, escrito en 1949 en Nicaragua,
él detalla que el gobierno no tenía capacidad militar para enfrentarlos
porque la vocación del país había sido invertir en educación.
Además, los militares del país no tenían el conocimiento ni el
armamento porque Estados Unidos bloqueó los intentos para comprar armas,
temiendo que las usaran los comunistas.
Picado escribió: “Al producirse la toma de Limón, tuvo… el Gobierno
noticia fidedigna que en puertos antillanos se alistaban embarcaciones
con armamento y refuerzos para la Revolución. Limón era otra puerta de
aprovisionamiento y por ella habría penetrado una corriente incesante de
apoyo para los alzados. El gobierno venezolano se inclinaba también en
su favor”.
El Caribe generaba terror a Picado posiblemente porque se imaginaba al
ejército fuertemente armado que había construido el dominicano Juancito
Rodríguez y había entrenado en Cayo Confites hasta mediados de 1947 para
invadir República Dominicana. De esa experiencia procedía la Legión
Caribe.
Picado apenas contaba con el “ejército” de trabajadores vanguardistas,
valientes y fieles, pero sin armas. Su temor justificado era que el
conflicto costarricense se había convertido ya en una guerra
internacional.
Anotó: “Prolongando la lucha se corría, además, el peligro inminente de
convertir a Costa Rica en el teatro de un conflicto centroamericano”.
Con eso, se refería a que Costa Rica sería el escenario de un
enfrentamiento violento y terrible entre las tropas de Somoza y las de
la Legión Caribe.
Imaginando el baño de sangre que de eso resultaría, Picado decidió
capitular. Mora, por su parte, desmovilizó a los trabajadores. Al firmar
el Pacto de la Embajada de México y el Pacto de Ochomogo creyeron que
se cumpliría lo escrito. Los miembros de la Legión Caribe pensaron que
seguirían contra Somoza. Todos estaban equivocados.
*El autor es catedrático de Historia en la UCR
Leer original del artículo "Fuerzas incontrastables: el final de la guerra civil de 1948" publicado en el Diario la Nación de Costa Rica el 18 de Mayo de 2018
Leer original del artículo "Fuerzas incontrastables: el final de la guerra civil de 1948" publicado en el Diario la Nación de Costa Rica el 18 de Mayo de 2018